ÀLVARO era el típico adolescente puertorriqueño: Escuchaba reggaetón, salía con sus panas a Janguear, era capitán del equipo de baloncesto escolar, guapo, extremadamente popular, les lanzaba piropos a las nenas, y nunca se había enamorado. Su filosofía era que la vida era solo una y había que vivirla sin preocupaciones y compromisos. Sin embargo, su vida cambiaria con la llegada de una nueva estudiante a su salón hogar 12-3. (Duodécimo grado, grupo 3) La trabajadora social escolar visitó el salón y le avisó a la maestra que una nueva estudiante entraría a su grupo. Maestra Camila Calderón no entendía porque le asignaron más estudiantes, ya tenía 30. la trabajadora social le explicó que la estudiante proviene de la Academia Santa Rosa, un colegio privado localizado en el estado de Bayamón. Sus padres perdieron su trabajo tras el gobierno cerrarlo y no podían costearlo. Maestra Calderón se resignó y le dijo que la trajera. La trabajadora social le dijo a la joven estudiante que pasara y se introdujera ante sus nuevos compañeros. La adolescente, entró tímidamente mirando para todos lados. Con un tono de voz tímido, se introdujo como Amanda Krystal Wood Martínez. Tenía 18 años y residía en la 7ma sección de Metrópolis, Toa Baja. La maestra les ordenó a todos sus estudiantes (en especial a Álvaro «El palgo» como le dicen algunas estudiantes) a tratarla bien y ayudarla en todo lo que necesite. Álvaro no estaba prestando atención (como siempre), pero de repente levantó la cabeza y vio a la chica. En ese instante, los latidos de su corazón aceleraron, parecía como si lo tuviese en la boca. Comenzó a sudar, a temblar, y sintió nauseas. Amanda, de piel negra, ojos color miel, delgada, alta y cabello castaño, le había causado el impacto de la vida. Hasta sus compañeros —con quienes él siempre se pasaba haciendo de las suyas— se dieron cuenta. Comenzaron a vacilarse (burlarse) de Álvaro diciéndole que el Palgo se pasmó. Entre el escándalo que formaron la profesora les preguntó que carajo pasaba.
"Nada, nada, Todo bien, Ms Calderón" - respondió Álvaro con la voz entrecortada mientras sus compañeros lo miraban como si fuera un animal raro. La profesora le pidió a Amanda a sentarse donde quisiera, y ella se sentó en la silla que quedaba al lado izquierdo de Álvaro. La trabajadora social le agradeció a Calderón por ser tan «cooperativa» y aseguró que Wood Martínez estará en buenas manos. «sí, claro que sí» dijo entre dientes la maestra mientras la trabajadora social se marchaba. Reanudó la clase discutiendo el tema de los polinomios. Una hora después, sonó la campana y comenzó la hora del recreo. Álvaro se encontraba solo mirando hacia el cielo debajo de un árbol en el patio principal del plantel. Uno de sus amigos, Ramón de la Torre, se sentó al lado de él, y le golpeó en el brazo.
"Oye ¿Por qué haces eso, cabrón?" - le preguntó Ramón mientras le golpeaba el brazo derecho.
"¿Por qué TÚ me estás dando, cabrón?" - Respondió Álvaro aun con su mirada hacia el cielo.
"¿Por qué estás haciendo eso?" - volvió a preguntar Ramón, otra vez dándole en el brazo.
"¿Qué yo hago qué?" - preguntó Álvaro. "Deja de darme, mamabicho."
"Estar sentado debajo de un árbol como nena enamorada mirando hacia el cielo."
"Nada... yo siempre he sido así."
"No vaciles, mano."- Le decía Ramón mientras reía a carcajadas. "Tú sabes que ahora mismo estuviéramos por los pasillos dándole «Estrellitas» a las nenas más duras."
"Le doy 10 estrellas a Amanda así que ahí tienes tus «Estrellitas»"" - dijo Álvaro con la mirada aun perdida en el espacio.
"Ya veo que tu problema es la chamaca nueva." - Dijo Ramón de la Torre mientras se sentaba al lado de él. "Tantas que te has tirao' que están más buenas que ella y nunca te ponías así."
"No lo sé mano, pero esa mujer no es normal." - Respondió mientras se colocaba la mano en el rostro. "Tiene algo que me pone a temblar."
De repente, Amanda Krystal apareció detrás de ellos y Álvaro casi salta hacia el árbol. La joven se disculpó por asustarlo, pero Ramón le dice que su amigo hoy tiene la «cabeza perdida». Álvaro dijo que no se asustó y le preguntó en que podía ayudarle. Ella le dijo que no entendía el tema de los Polinomios y como él se aparentaba ser inteligente, quizás podía ayudarla. Él le pregunta cuando puede reunirse para aclararle todas sus dudas. Ella le dice que hoy a la hora de salida (2:10p.m) se podían encontrar en este mismo lugar. Álvaro, tartamudeando y la cara roja como un tomate, aceptó. Pasaron las horas y el tan esperado encuentro surgió debajo del árbol. El la esperaba sentado con la libreta, lápices, y el libro de álgebra en mano, mientras ella caminaba lentamente hacia él. Ella, con su distinguida amabilidad, le saludó con un "Buenas tardes.". Álvaro contestó tartamudeando y Amanda Krystal le preguntó si él estaba bien. Álvaro le dijo que sí mientras la saludaba con un apretón de manos. Al tomar su mano, el sintió una corriente eléctrica, como un calambre. También se dio cuenta que ella llevaba puesta una sortija en forma de corazón color verde con el Número uno escrito en el centro en letras blancas.