Corazón y Bestia

Capítulo 3:Ecos del pasado

La mañana era fresca en Valdeamor, con un sol tímido que apenas se asomaba entre las nubes. Sebastián se encontraba en el bosque, sentado sobre una roca, tratando de despejar su mente de los pensamientos oscuros que lo acosaban. Había decidido que debía averiguar más sobre su maldición. A su lado, el sonido del río fluía suavemente, como un recordatorio de la tranquilidad que había perdido.

Sebastián: “¿Por qué no puedo dejar de pensar en ella?” —murmuró para sí mismo, apretando los puños.

De repente, el crujir de las hojas lo hizo alertar. Una figura apareció entre los árboles, era Leonor, la anciana del pueblo.

Leonor: “Te encuentras atormentado, hijo. La bestia dentro de ti se agita.” —dijo, su voz era suave pero firme.

Sebastián se giró, su expresión era un retrato de frustración y ansiedad.

Sebastián: “¿Cómo sabes eso, Leonor? No quiero que nadie sepa lo que soy. Estoy tratando de controlarlo.”

Leonor se acercó, sentándose junto a él. Sus ojos, llenos de sabiduría, parecían mirar más allá de lo evidente.

Leonor: “La bestia no se controla, Sebastián. Se enfrenta. Tu lucha es más profunda de lo que imaginas. Tienes que aceptar tu naturaleza.”

Sebastián: “Pero, ¿a qué costo? Si me entrego a ello, ¿qué pasará con Clara?”

Leonor sonrió con tristeza.

Leonor: “El amor es poderoso, pero también puede ser peligroso. Si la involucras, su vida estará en peligro.”

De repente, un susurro helado se escuchó entre los árboles, interrumpiendo la conversación. Ambos miraron hacia la dirección del sonido.

Marcos: “¿Qué sorpresa encontrarte aquí, en el lugar que solía ser nuestro refugio?” —dijo con un tono burlón, emergiendo de las sombras.

Sebastián: “¿Qué quieres, Marcos?” —respondió Sebastián, sintiendo que la tensión en el aire aumentaba.

Marcos: “Solo quería ver cómo te va en tu lucha interna. Pero parece que no eres el único que tiene secretos.” —sus ojos se posaron sobre Leonor—. “¿Qué le has contado?”

Leonor: “No es asunto tuyo, Marcos. No tienes poder aquí.”

Marcos se rió con desdén.

Marcos: “¿Poder? Oh, querida anciana, no subestimes lo que puedo hacer. La noche de luna llena se acerca, y tú sabes lo que eso significa.”

Sebastián: “¿A qué te refieres?”

Marcos dio un paso más cerca, su voz baja y amenazante.

Marcos: “La luna llena no solo despierta a la bestia, también la libera. Pero no solo a ti, Sebastián. La última vez que nos encontramos, hubo una... transformación. Te vi sucumbir. ¿Crees que podrás proteger a Clara de lo que eres?”

Sebastián se puso de pie, furioso.

Sebastián: “No dejaré que eso le pase. No a Clara.”

Marcos: “Tienes que entender, amigo. Esa chica es un estorbo. Mientras más te acerques a ella, más débil te vuelves. Y yo no tengo intención de dejar que te alejes de tu destino.”

Leonor: “Marcos, no tienes idea de lo que estás jugando. El amor puede ser una fuerza destructiva, pero también es lo que te hace humano, Sebastián. No dejes que el odio y la venganza te consuman.”

Marcos se cruzó de brazos, sonriendo con arrogancia.

Marcos: “¿Y qué piensas hacer, anciana? ¿Protegerlo de mí? La verdad es que el pasado siempre regresa, y los secretos nunca permanecen ocultos. El pueblo hablará, y yo seré su voz.”

Sebastián: “No permitiré que sigas manipulando a los demás. No soy tu marioneta.”

Marcos: “¿Lo crees? Hay algo oscuro en ti, Sebastián. Y pronto, tú mismo lo liberarás. Cuando eso pase, estaré allí para recordarte lo que realmente eres.”

Leonor miró a Sebastián, preocupada.

Leonor: “No caigas en su trampa. La batalla está dentro de ti, y Marcos quiere que luches contra tus propios demonios.”

Marcos se rió y dio un paso atrás, como si disfrutara del caos que estaba causando.

Marcos: “Nos veremos en la luna llena, Sebastián. Y en esa noche, no habrá escapatoria. Te estaré esperando.”

Con un giro, Marcos desapareció entre los árboles, dejando a Sebastián y Leonor en un profundo silencio. La tensión seguía presente, como una sombra amenazante.

Sebastián: “¿Qué voy a hacer, Leonor? No puedo dejar que eso le pase a Clara.”

Leonor: “Debes prepararte, Sebastián. La luna llena se acerca, y tendrás que tomar decisiones que cambiarán el rumbo de tu vida. Recuerda, siempre hay esperanza, incluso en la oscuridad.”

Con esas palabras resonando en su mente, Sebastián se sintió más decidido. No podría dejar que la bestia lo consumiera ni permitir que Clara se convirtiera en un blanco. Tenía que luchar, no solo contra la maldición, sino también contra Marcos y su influencia.

Sebastián: “No dejaré que eso pase. Lucharé por Clara.”

Con renovada determinación, se adentró más en el bosque, decidido a encontrar la manera de enfrentar su destino y proteger lo que más amaba.




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