La tarde en Valdeamor era mágica, con el cielo pintado de tonos anaranjados y morados mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas. Clara había decidido dar un paseo por el bosque, buscando despejar su mente de los pensamientos sobre Sebastián. La conexión que sentía con él era intensa y abrumadora, pero también había un aire de peligro que no podía ignorar.
Mientras caminaba, escuchó un crujido detrás de ella. Se giró y se encontró con Sebastián, quien apareció entre los árboles como un susurro del viento.
Clara: “¡Sebastián! No esperaba verte aquí.” —su corazón dio un vuelco al verlo.
Sebastián: “Lo sé, debería mantenerme alejado. Pero no puedo. Hay algo en este lugar que me llama, como tú.” —dijo, acercándose lentamente.
Clara sonrió, sintiendo una mezcla de alegría y nerviosismo.
Clara: “Siempre que pienso en ti, siento que hay más de lo que ves. ¿Qué hay detrás de esa mirada profunda?”
Sebastián: “A veces, lo que ves no es suficiente. Hay cosas que no puedo compartir.”
Clara: “¿Por qué piensas que me harías daño? ¿No confías en mí?” —preguntó, un poco herida, pero decidida a hacerle entender.
Sebastián: “No es eso. Te aprecio más de lo que puedes imaginar. Quiero protegerte, pero hay sombras que me persiguen.”
Clara dio un paso más cerca, casi tocando su brazo.
Clara: “A veces, las sombras pueden ser superadas por la luz. Déjame ser esa luz para ti, Sebastián. Déjame ayudarte.”
Sebastián sintió una oleada de emociones mientras la miraba a los ojos. Era imposible no sucumbir a su calidez.
Sebastián: “No sé si estoy listo para eso. Hay cosas en mi vida que son complicadas, y no quiero arrastrarte a mi mundo.”
Clara: “No me arrastrarás a ninguna parte. Si estamos juntos, enfrentaremos lo que sea. Estoy aquí por ti, y eso no cambiará.”
El silencio se instaló entre ellos, cargado de promesas no dichas. Sebastián cerró los ojos brevemente, luchando con sus propios pensamientos.
Sebastián: “A veces, lo que tenemos no es suficiente para afrontar lo que está por venir.”
Clara: “Lo suficiente es lo que hacemos con lo que tenemos. Te veo, no solo a la sombra.”
Sebastián: “Eres más valiente de lo que crees. Nadie ha tratado de entenderme así antes.”
Clara se acercó más, su corazón latiendo con fuerza.
Clara: “Porque quiero conocerte. Quiero saber de tus miedos y tus sueños. Todos tenemos oscuridad, pero también tenemos luz.”
Con un gesto impulsivo, Sebastián tomó su mano, sintiendo su calor recorrerlo. Era un contacto que lo llenaba de una fuerza inesperada.
Sebastián: “Clara…” —su voz temblaba de emoción—. “Te prometo que lucharé contra lo que me persigue. No dejaré que me consuma.”
De repente, un ruido brusco interrumpió el momento. Un grupo de jóvenes apareció entre los árboles, riendo y charlando. Clara se apartó un poco, sorprendida, pero no pudo evitar sentir que su momento con Sebastián había sido interrumpido.
Joven 1: “¡Clara! Ven, vamos a hacer una fogata! ¿Quieres unirte?” —preguntó uno de los chicos, ajeno a la tensión entre Sebastián y Clara.
Clara: “Sí, claro. ¡Voy en un segundo!” —respondió, pero su mirada permanecía en Sebastián.
Sebastián: “No quiero interrumpir tus planes. Deberías ir.” —su voz sonaba un poco triste.
Clara: “No, quiero quedarme contigo. Pero…” —suspiró, sabiendo que no podía ignorar a sus amigos—. “Solo un momento más.”
Sebastián: “Ve. A veces, estar en compañía de los demás puede ser justo lo que necesitas. Yo… yo estaré bien.”
Clara: “Pero…”
Sebastián: “Clara, por favor. Te prometo que buscaré la manera de enfrentar esto. Y cuando lo haga, volveré.”
Con una mirada entre tristeza y esperanza, Clara asintió, sintiendo que su conexión era más fuerte que cualquier obstáculo.
Clara: “Te estaré esperando. No olvides lo que hablamos. Eres más que una sombra. Eres un hombre.”
Sebastián sonrió débilmente, viendo cómo se alejaba con sus amigos. A medida que Clara se alejaba, sintió la presión de su oscuridad interior, pero la luz de su promesa seguía ardiendo en su corazón.
Sebastián: “Haré lo que sea necesario para protegerte, Clara.” —susurró al viento, sabiendo que el desafío apenas comenzaba.
El eco de Marcos resonaba en su mente, recordándole que no solo se enfrentaba a su propia oscuridad, sino también a la manipulación de su antiguo amigo. La advertencia de Marcos sobre cómo su relación con Clara podría ser su perdición lo atormentaba.
Sebastián: “Marcos…” —murmuró, sintiendo que la sombra del villano siempre acechaba.
Con el eco de su voz y la imagen de Clara grabada en su mente, Sebastián se adentró más en el bosque, preparándose para lo que vendría, decidido a no dejar que la oscuridad lo derrotara.