El día siguiente amaneció despejado, pero Clara no pudo dejar de pensar en las palabras de Marcos. Se encontró en la floristería, organizando las flores con movimientos automáticos, mientras su mente divagaba hacia Sebastián. Su corazón latía con fuerza, recordando su último encuentro. La tensión entre ellos era palpable y aún no había tenido la oportunidad de hablar sobre sus sentimientos.
En ese momento, la puerta de la tienda se abrió, y un aire fresco entró, trayendo consigo el aroma de la mañana. Sebastián apareció, con su presencia imponente, que siempre lograba quitarle el aliento.
Sebastián: “Hola, Clara.” —dijo con una sonrisa, aunque su mirada parecía cargada de preocupación.
Clara: “Hola, Sebastián. ¿Cómo estás?” —preguntó, tratando de mantener la calma a pesar de la agitación en su pecho.
Sebastián: “He estado pensando en lo que pasó anoche… en lo que dijo Marcos.”
Clara sintió que su corazón se hundía un poco. Sabía que tenía que ser sincera.
Clara: “Yo también. Me preocupan tus secretos. Quiero entender lo que sientes.”
Sebastián: “Es complicado. No quiero asustarte, pero hay cosas sobre mí que… que son difíciles de explicar.”
Clara se acercó un poco más, sintiendo el deseo de estar cerca de él.
Clara: “Sebastián, puedes confiar en mí. Estoy aquí para ti, sin importar lo que sea.”
Sebastián: “Lo sé. Pero hay una parte de mí que no quiero que veas. La parte que se siente atraída por la oscuridad.”
Clara: “Todos tenemos sombras, Sebastián. Pero eso no nos define. Lo que importa es cómo enfrentamos esas sombras.”
El silencio se instaló entre ellos, y Sebastián pudo sentir el peso de sus palabras. Al mirar a Clara, notó la luz que emanaba de ella, algo que siempre lo había atraído. Pero la oscuridad en su interior luchaba por salir.
Sebastián: “No sé si puedo ser lo que necesitas. Hay cosas en mi vida que son… complicadas.”
Clara: “Tal vez sí, pero eso no cambiará lo que siento por ti.”
Sebastián la miró, sorprendido.
Sebastián: “¿Qué sientes por mí?”
Clara dio un paso más cerca, sus corazones latiendo al unísono.
Clara: “Siento que hay algo especial entre nosotros. Una conexión que no puedo ignorar, incluso con las advertencias de Marcos.”
Sebastián: “Pero… si alguna vez te lastimo…”
Clara: “No pienso en eso. Confío en ti, Sebastián. Eres alguien que me hace sentir viva.”
Sus palabras resonaron en su corazón. Sebastián dio un paso hacia adelante, acercándose a Clara. La electricidad entre ellos era innegable.
Sebastián: “Quiero que sepas que haré todo lo posible por protegerte. No quiero que te hagas daño por mi culpa.”
Clara sonrió, sintiendo que estaba en el camino correcto. Se acercó aún más, y en ese momento, sus miradas se encontraron, llenas de emociones no expresadas.
Clara: “Entonces, déjame mostrarte quién eres.”
Sin pensarlo más, Sebastián inclinó su rostro hacia el de Clara, y sus labios se encontraron en un beso suave y tierno. Era un beso que hablaba de promesas, de vulnerabilidad y de una conexión profunda que trascendía la oscuridad que lo rodeaba.
Clara cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. La calidez de su abrazo disipó todas sus dudas. Era un instante de pura magia, donde todo lo que existía era la conexión entre ellos.
Cuando se separaron, ambos sonrieron, sabiendo que este era solo el comienzo.
Sebastián: “No puedo prometer que las sombras desaparecerán, pero sí que estaré a tu lado mientras las enfrentemos.”
Clara: “Y yo estaré a tu lado, sin importar lo que venga.”
El sol comenzó a ocultarse en el horizonte, pero la luz en sus corazones brillaba con fuerza, dejando atrás las sombras de la incertidumbre. Mientras se tomaban de la mano, ambos sabían que estaban listos para enfrentar lo que el destino les deparara, juntos.