La luna brillaba intensamente sobre Valdeamor, iluminando el sendero que conducía al bosque. Clara y Sebastián caminaban juntos, el ambiente cargado de emociones después de su beso. Sin embargo, había un aire de tensión entre ellos, como si algo más acechara en las sombras.
Clara: “Sebastián, ¿qué vamos a hacer ahora? Siento que hay algo que nos está separando, algo que no me estás diciendo.”
Sebastián la miró, consciente de que sus secretos eran una barrera entre ellos.
Sebastián: “Lo sé, Clara. Pero no quiero que te involucres más de lo que ya estás. Hay cosas en mi vida que podrían poner en peligro a quienes amo.”
Clara: “¿A quienes amas? ¿Estás hablando de mí?”
Sebastián se detuvo, mirándola a los ojos, el conflicto en su interior era palpable.
Sebastián: “Sí. Me importas, y eso me asusta. Pero hay algo más que no puedes comprender…”
Clara: “Intenta explicarlo. Estoy aquí, y estoy lista para escucharte.”
Un suspiro pesado escapó de sus labios. La noche parecía hacerse más oscura, como si el propio bosque estuviera escuchando su conversación.
Sebastián: “Hay un peligro en este pueblo. Alguien está buscando aprovecharse de mí… y de ti también.”
Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Clara: “¿De mí? ¿Qué quieres decir con eso?”
Sebastián: “Alguien ha estado observando mis movimientos. No quiero que te lastimen por mi culpa.”
Clara: “Sebastián, yo puedo cuidar de mí misma. Pero si hay un peligro, deberías dejarme ayudar.”
Sebastián se quedó en silencio, considerando su propuesta. La idea de tener a Clara a su lado era tanto un alivio como un temor.
Sebastián: “Está bien, pero tendrás que prometerme que te mantendrás alejada del peligro.”
Clara: “Lo prometo. Pero solo si tú también me prometes que no te enfrentarás a esto solo.”
Sebastián asintió, sintiendo la presión de la decisión que acababa de tomar. La conexión entre ellos se sentía más fuerte, y a pesar del miedo, había un destello de esperanza.
Sebastián: “Entonces es un trato. Vamos a descubrir qué está pasando. Juntos.”
De repente, un ruido sordo interrumpió su momento. Ambos se giraron hacia el bosque, las sombras parecían moverse de manera inquietante.
Clara: “¿Qué fue eso?”
Sebastián: “No lo sé, pero debemos tener cuidado.”
De pronto, Marcos emergió de entre los árboles, su sonrisa torcida provocando que el corazón de Clara latiera más rápido.
Marcos: “Mira quiénes son los amantes. No sabía que estaban tan ocupados en su pequeño mundo.”
Sebastián: “Marcos, ¿qué haces aquí?” —preguntó, su voz tensa.
Marcos: “Vine a advertirte, amigo. La caza ha comenzado, y tú estás en el centro de todo. ¿Vas a dejar que esa chica se meta en problemas?”
Clara: “No tengo miedo de ti, Marcos. Sebastián y yo enfrentaremos esto juntos.”
Marcos: “¿Y qué harás tú, pequeña? No sabes con quién te estás metiendo.”
Sebastián: “Déjala fuera de esto, Marcos. No tienes idea de lo que puede suceder.”
Marcos: “Oh, pero yo tengo idea. Y te aseguro que no les gustará que alguien intente interferir.”
Sebastián dio un paso adelante, protegiendo a Clara detrás de él.
Sebastián: “No dejes que esto se convierta en un juego, Marcos. No soy un peón en tu tablero.”
Marcos: “No te equivoques, amigo. Este es un juego que no puedes ganar. Lo que viene es mucho más oscuro de lo que imaginas.”
Y con esas palabras, Marcos se dio la vuelta, desapareciendo en la oscuridad del bosque. Clara miró a Sebastián, sintiendo la inquietud en el aire.
Clara: “¿Qué hacemos ahora?”
Sebastián: “Lo que sea que venga, lo enfrentaremos. No tengo la intención de perderte, Clara.”
Clara: “Y yo no tengo la intención de dejarte solo. Juntos, Sebastián.”
La determinación brilló en sus ojos mientras se adentraban en la noche, listos para enfrentar los peligros que acechaban en las sombras.
Al llegar a un claro, Sebastián sintió que era el momento de abrir su corazón.
Sebastián: “Clara, hay algo que debo decirte… algo importante.”
Clara lo miró con curiosidad, sin darse cuenta de la gravedad de sus palabras.
Clara: “¿Qué sucede?”
Sebastián dio un paso hacia ella, sus ojos reflejando la luz de la luna.
Sebastián: “Lo que te he estado ocultando… es que soy un hombre lobo.”
Clara se quedó sin palabras, el impacto de su confesión pesando en el aire entre ellos.
Clara: “¿Un hombre lobo? No… no puede ser.”
Sebastián se acercó más, buscando su mirada.
Sebastián: “Es verdad. Es parte de mí. La bestia que siento, lo que me persigue… no puedo ocultártelo más.”
La confusión y el asombro llenaron los ojos de Clara.
Clara: “¿Por qué no me dijiste antes? Esto es… es increíble.”
Sebastián: “Porque temía por ti. Sabía que esta revelación podría cambiarlo todo.”
Clara se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. La conexión que sentía con Sebastián era aún más intensa, pero ahora había un nuevo temor.
Clara: “¿Pero eso significa que eres peligroso?”
Sebastián: “No si puedo controlarlo. He luchado contra la bestia dentro de mí. Pero hay fuerzas en este pueblo que buscan aprovecharse de mí. Quiero protegerte.”
Con lágrimas en los ojos, Clara se acercó y tomó sus manos.
Clara: “No me dejes, Sebastián. No importa lo que seas, lo que siento por ti no ha cambiado.”
La vulnerabilidad en su voz hizo que el corazón de Sebastián se abriera aún más.
Sebastián: “Eres más fuerte de lo que crees. Y eso me asusta, pero también me da esperanza.”
Sin poder contenerse más, se acercó a ella y la besó con pasión. Fue un beso lleno de promesas y decisiones, un pacto silencioso entre ellos.
Clara: “Juntos. Lo enfrentaremos juntos.”
Sebastián asintió, sintiendo que aunque el camino por delante estaba lleno de incertidumbres, su amor era lo suficientemente fuerte para desafiar cualquier oscuridad que se avecinara.