La mañana siguiente, la bruma se alzaba sobre Valdeamor, dándole al pueblo un aire misterioso. Clara se despertó con los pensamientos de Sebastián y su sorprendente confesión aún frescos en su mente. Sin embargo, sabía que las palabras de Marcos resonaban en el aire: el peligro estaba más cerca de lo que pensaban.
Mientras tanto, en la profundidad del bosque, un hombre de aspecto rudo observaba con atención. Hugo, un cazador de renombre, había llegado al pueblo con un solo objetivo: cazar a Sebastián, el hombre lobo. Con su rifle a la espalda y una mirada decidida, se movía como una sombra entre los árboles, buscando pistas que lo llevaran a su presa.
Hugo: (murmurando para sí mismo) “Es solo una bestia. No puedo dejar que me supere. No esta vez.”
Se detuvo al escuchar un crujido a su lado. Era su compañero de caza, un hombre de rostro cansado llamado Damián.
Damián: “¿Estás seguro de que estás listo para esto, Hugo? Los rumores dicen que es diferente. Más astuto.”
Hugo: “He cazado criaturas peores. Esa cosa no es más que un animal salvaje. Necesitamos demostrar que no hay lugar para él en este mundo.”
Damián: “Pero… si es realmente un hombre lobo, podría ser más complicado de lo que piensas.”
Hugo: “Lo sé. Pero el pueblo necesita saber que la amenaza ha sido eliminada. Y yo seré el que lo haga.”
Con determinación, Hugo se adentró más en el bosque, su mente llena de visiones de gloria. Mientras tanto, Clara y Sebastián se encontraban en el jardín de la floristería, disfrutando de un momento de tranquilidad, ajenos a la amenaza que se cernía sobre ellos.
Clara: “No puedo dejar de pensar en lo que dijiste anoche. Ser un hombre lobo… es increíble y aterrador a la vez.”
Sebastián: “Lo entiendo. Pero quiero que sepas que haré todo lo posible para protegerte. No permitiré que nadie te haga daño.”
Clara: “Lo sé, Sebastián. Y eso es lo que me da fuerza. Pero… ¿cómo podemos estar seguros de que estamos a salvo?”
Sebastián: (mirando a su alrededor) “Debemos estar alertas. Marcos no es el único que está tras de mí. Hay otros… cazadores. Como el que está buscando acabar conmigo.”
En ese momento, una sombra se proyectó sobre ellos. Era Marcos, que se acercaba con un aire despreocupado, pero su mirada era intensa.
Marcos: “¿Hablando de cazadores? Escuché rumores de que hay uno en la zona. Hugo, el cazador famoso. Parece que está muy interesado en ti, Sebastián.”
Sebastián sintió que la tensión se acumulaba en su pecho.
Sebastián: “Lo se, acabaré con el yo mismo si hace falta, pero no permitiré que haga daño a Clara”
Clara: “No, Sebastián. Esto es más grande de lo que pensábamos. Necesitamos prepararnos.”
Marcos cruzó los brazos, disfrutando del momento.
Marcos: “El cazador es astuto. No se detendrá hasta que te encuentre. Deben tener cuidado, especialmente tú, Clara. Te ve como un punto débil.”
Clara: “¿Cómo puedes decir eso? No soy un punto débil.”
Marcos: “Lo sé, pero tu conexión con él es lo que lo hará buscarte. Será su forma de llegar a Sebastián.”
Sebastián miró a Clara, preocupado.
Sebastián: “No te involucres más de lo necesario. Prometí protegerte, y eso incluye mantenerte alejada de esto.”
Clara: “Pero soy parte de esto, Sebastián. Si vas a enfrentarte a él, yo estaré a tu lado.”
En ese instante, un grito resonó desde el bosque. Clara se sobresaltó, y Sebastián se volvió hacia el sonido, su instinto de protección alzándose.
Sebastián: “Quédate aquí Clara. No quiero que te pongas en peligro.”
Sin esperar respuesta, corrió hacia el origen del grito. Clara lo siguió de cerca, decidida a no dejarlo solo.
Clara: “Sebastián, espera!”
Al llegar a un claro, se encontraron con la escena: un grupo de cazadores liderados por Hugo, que tenía a un ciervo atrapado en su trampa. El aire estaba impregnado de la tensión de la caza.
Hugo: (al notar su presencia) “Mira quiénes son. El famoso hombre lobo y su chica. ¿Acaso vinieron a presenciar su final?”
Sebastián: “No estoy aquí para pelear contigo, Hugo. Solo déjanos en paz.”
Hugo: (con una sonrisa burlona) “No puedo hacer eso. Tu existencia es una aberración. Y hoy, yo seré el que ponga fin a tu amenaza.”
Clara sintió que el corazón le latía con fuerza.
Clara: “No tienes que hacer esto, Hugo. Déjalo en paz.”
Hugo: “¿Y por qué debería? La gente del pueblo está asustada, y es culpa de él. Si no lo detengo, más personas sufrirán.”
Sebastián: “Tú no entiendes. No soy un monstruo. Solo quiero vivir en paz.”
Hugo: “Tu paz es una ilusión. La bestia que llevas dentro nunca se detendrá. Así que, prepárate para el final.”
Con un movimiento rápido, Hugo levantó su rifle, apuntando a Sebastián. Clara se interpuso entre ellos, su voz temblorosa pero firme.
Clara: “¡No, Hugo! No lo hagas. Tienes que escucharme. Sebastián no es un peligro para nadie.”
Hugo: (desconcertado) “¿Te has vuelto loca? Estás defendiendo a una bestia.”
Clara: “No es solo una bestia. Es un hombre que se esfuerza por controlar su naturaleza. No puedes juzgarlo solo por lo que es.”
Sebastián miró a Clara, asombrado por su valentía.
Sebastián: “Clara, aléjate. No quiero que te lastimen.”
Hugo: “Ella se interpondrá en mi camino, y eso es algo que no puedo permitir.”
En un instante, Sebastián sintió que su bestia interior se alzaba, buscando salir. Sabía que tenía que contenerse.
Sebastián: “No me obligues a hacer algo de lo que me arrepentiré, Hugo.”
Hugo: “El único arrepentimiento aquí será el tuyo cuando caigas.”
Sin previo aviso, Hugo apretó el gatillo, pero en el último segundo, Sebastián saltó hacia él, desarmándolo con un movimiento rápido. El rifle cayó al suelo mientras Hugo se tambaleaba hacia atrás.
Hugo: “¡Eres más rápido de lo que pensé!”
Sebastián: “Y más fuerte de lo que crees. Pero esto no tiene por qué terminar en violencia.”