Corazones bajo fuego

Capítulo 5

Viernes

El interior del camión estaba en silencio, apenas interrumpido por el leve golpeteo de los dedos de Michael contra la puerta del vehículo. Héctor, al volante, observaba el panorama con el ceño fruncido, como si esperara que el tiempo pasara más rápido. Lincoln, sentado al lado de la puerta corrediza, mantenía la mirada fija en la puerta del banco.

Faltaban pocos minutos.

Mientras Michael repasaba mentalmente los pasos del plan, los recuerdos de la noche anterior se colaron sin permiso en la cabeza de Lincoln.

La llamada llegó tarde, cuando ya estaba acostado y había dejado el teléfono sobre la mesa. Era John.

—¿Dime —respondió sin formalidades—, es ahora cuando me cuentas lo que me ibas a decir en el galpón?

John soltó una risa breve, seca.

Tienes buena memoria.

—Tengo buena memoria cuando alguien me dice “te llamaré esta noche”.

John hizo una pausa. Se notaba que no buscaba hacer conversación, sino ir directo al grano.

Hace un par de días estuve vigilando el banco. Lo vi, Lincoln. Lo que sospechábamos.

—¿La bóveda?

No exactamente. Pero vi algo que me hace estar casi seguro de su existencia. Vi llegar a un tipo en un auto con placas especiales. No era gerente, ni empleado común. Era cliente. Entró solo, cargando un maletín que parecía blindado.

Lincoln frunció el ceño, incorporándose.

—¿Y eso te basta para estar seguro?

No fue solo eso. Después de casi una hora, el tipo salió sin el maletín. Antes de irse, varios guardias del banco lo escoltaron de vuelta a su auto. Intenté seguirlo, pero al final el vehículo entró a un edificio del gobierno. ¿Quieres saber qué edificio?

Lincoln sintió que algo se le tensaba en la espalda.

—¿Cuál?

John no respondió de inmediato. Cuando lo hizo, bajó la voz.

Edificio Hoover. Sede del FBI.

Lincoln dejó escapar una risa, más por nervios que por humor.

—¿Estás bromeando?

Ojalá —dijo John— Lo verifiqué dos veces. Placas oficiales, ingreso directo por el acceso sur. Lo estaban esperando.

Lincoln apoyó los codos sobre sus rodillas, frotándose el rostro.

—Eso no es cualquier cliente...

Ni cualquier bóveda —respondió John— No estamos hablando de dinero. Ni siquiera de joyas. Estamos hablando de algo que el FBI protege. Algo que no debería estar en un banco como ese y, sin embargo, ahí está.

—¿Y aún así piensas bajar?

Si. No intentaré hacer nada, solo quiero verlo con mis propios ojos.

Lincoln no respondió.

Si no vuelvo a subir —añadió John, con un tono que sonaba más serio de lo habitual— ya sabes por qué fue…..

La voz de Michael lo sacó de sus pensamientos.

—¿Estás listo? —murmuró Michael sin mirarlo. Lincoln no respondió. Su pulso retumbaba en sus oídos. Era la misma sensación que había tenido la primera vez que robó un celular a la salida de clase. Solo que ahora, si algo salía mal, no serían dos semanas de suspensión.

Michael fue el primero en bajar del vehículo. Lincoln lo siguió, respirando hondo bajo la máscara mientras cruzaban la acera. Todo a su alrededor se sentía diferente, como si no estuviera en la vida real sino en un sueño.

Los gritos estallaron en oleadas. Una mujer dejó caer una carpeta, un hombre tropezó con una silla intentando cubrirse. Algunos se arrojaron al suelo por reflejo, otros simplemente se congelaron.

Michael se separó de él con rapidez y se dirigió al otro extremo del lobby. Sabía exactamente dónde estaba el guardia. Lo alcanzó en segundos. El hombre intentó desenfundar su arma, pero no tuvo tiempo. Michael lo empujó contra la pared, lo desarmó con precisión y le puso una mano en la boca mientras lo arrastraba hacia una esquina ciega, fuera del alcance de las cámaras. Lo inmovilizó con una soga y le quitó el radio.

Lincoln, por su parte, debía mantener el control del salón. Su función no era recoger dinero. Era mantener la ilusión de control. Intimidar. Que todos obedecieran.

Pero por dentro, apenas podía moverse. Su cuerpo se había quedado atrás, atado a todas las dudas que no le dio tiempo de resolver. Pero, aun así, se obligó a avanzar con pasos lentos y firmes entre los mostradores, apuntando sin moverse demasiado. Cada mirada que se cruzaba con la suya bajaba al instante. Una empleada temblaba detrás de la fotocopiadora. Un niño lo observaba con ojos abiertos desde debajo de un escritorio.

No podía temblar. No podía dudar. Tenía que parecer alguien que estaba dispuesto a todo, aunque por dentro solo deseara que todo acabara rápido.

Michael regresó a su lado.

—Todo va bien. Sigamos con el plan. Tú asegúrate de que nadie presione el botón de pánico, yo me encargaré del resto de guardias que ya deben estar en camino.

Lincoln tragó saliva y se dirigió en silencio hacia el puesto de trabajo de algunos trabajadores. Asegurándose que nadie tuviera la intención de apretar aquel botón y al mismo tiempo vigilando que nadie quisiera hacerse el héroe en aquella situación.

Mientras tanto, Esteban, Fernando y John se dirigieron a la planta inferior por el ascensor de servicio. El descenso fue silencioso, cargado de tensión. Apenas se abrieron las puertas, el grupo avanzó por un pasillo estrecho que conducía al área de almacenamiento.

Fue allí donde se encontraron con un segundo guardia.

Estaba alerta, y al verlos aparecer con máscaras y armas en mano, desenfundó su revolver sin pensarlo.

—¡Alto ahí! —gritó, apuntando directamente a John.

Pero Esteban fue más rápido. Levantó el revólver de fogueo con firmeza y gritó antes de disparar al aire.

—¡Baja el arma o no respondo!

El estruendo bastó. El eco en el pasillo reforzó el efecto. El guardia titubeó, y esa vacilación fue suficiente para que Fernando se le lanzara encima, lo desarmara y lo redujera al suelo. Lo inmovilizaron sin mayores daños, lo arrastraron fuera del pasillo y lo dejaron amarrado detrás de una columna.



#28418 en Novela romántica
#2745 en Detective
#755 en Novela policíaca

En el texto hay: policial, gay, amor lgbt

Editado: 21.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.