y amado

Pero la vida y sus grandes enseñanzas atacaron sin ninguna piedad, ni previo aviso, conoció la muerte a sus ocho años y perdió a esa persona que amaba tanto. Ahora sólo tiene el recuerdo de sus manos frías y arrugadas... Esa voz dulce y comprensible, a ese ángel que aconsejaba y demostraba el amor que sentía por él.

Las heridas comenzaron a marcar su alma. Presentándose la soledad, el rechazo, la agresión tanto como física y mental en su pequeña infancia y comenzó a construir ese escudo.

Las lágrimas dejaron de salir por las noches y al amanecer; su voz se silenció, sus sentimientos ya no se mostraban y esa felicidad sólo salía cuando se encontraba con gente, pero esas mismas personas le hacían daño, con pequeños comentarios, con grandes lejanías y con enormes cadencias de empatía hacia él.

En su adolescencia era todo lo contrario que en su infancia. Su corazón ya no latía por la ilusión de amistad, amor, compasión... su ser, se volvió frió, lejano y totalmente silencioso.

La alegría que una vez desbordaba con bondad, fue remplazada por la frialdad y el dolor.

Y a su vez... perdió el significado y cómo se sentía amar de forma verdadera.

Algo que nunca había tenido... Hasta sus diecisiete años.

Algo verdadero que él no sabía ver con confianza, algo que lo volvió dudoso y lo hizo tener miedo, después de tanto tiempo, sintió miedo.

Del amor... De ese sentimiento que no comprendía a su totalidad, ya que, la vida y él se encargaron en poner su propio significado; que el amor era algo falso y tonto.

Pero mierda... Si tan sólo hubiera sabido eso... Si tan sólo la vida y la situación le hubiese dado más tiempo para comprenderlo... Él lo hubiese amado como correspondía, como se merecía.

¿Pero qué esperaban de alguien que toda su vida a tenido desilusiones, con amistades, con amoríos, con su familia... Consigo mismo?

Él estaba roto por completo... Y aunque Jimin se esforzaba por repararlo, él sólo ponía pedazos que no encajaban en su corazón, al no saber exactamente todo lo que vivió, todo el dolor... Y es por eso que no podía saber el orden de su corazón.

—¿Por qué me miras así, Jiminie?—Preguntó curioso él mayor. Mientras que el contrario sólo sonrió y desvió su mirada avergonzado, comenzando a notarse sus mejillas rojas.

—¿C-cómo crees que te estoy mirando?

—Mmh... Como si me amaras.—Él comenzó a reír un poco y de forma baja para que no se diera cuenta que era una broma, pero al verlo palidecer, se dio cuenta que la había cagado.—Jimin...

—Está bien... De todas formas, a ti no te gustan los chicos, lo entiendo.—El ambiente paso a ser un poco incomodo, pero siguieron comiendo en silencio después de eso.

—¿Ahora qué clase te toca?

—Electivo de humanidades... Salgo tarde... ¿Podrías esperarme?

—¿Qué ocurre?—Preguntó Yoongi y Jungkook le hizo una seña para que esperara un momento para poder recuperar el aliento.

Él debía de estar en clase, junto a Jimin... ¿Qué hacía aquí?

—Toma... Ambos sabemos que Jimin es tímido y no se atrevería a entregarte esto.—Sacó de su bolsillo un corazón de origami más o menos del tamaño de su mano y se lo entregó a Yoongi.—Léelo cuando estés solo. Nos vemos.—Jungkook sonriente se fue a su sala corriendo y Yoongi se encontraba mirando el corazón, perfectamente hecho y recordando el día, que Jimin lo hizo frente a sus ojos.

''Tan lindo''

Abrió un poco el corazón y vio un papel doblado dentro, eso lo hizo sonreír mucho. Se sentía especial con ese gesto... A pesar que Jimin no tenía idea de qué ahora, el corazón que hizo tan bien y su nota están en manos de su crush.

Luego de eso, esperó afuera de la sala en donde estaba Jimin y Jungkook, como él había prometido... No era fácil para él, aguantar las miradas de los demás, sonreír de manera falsa para evitar que entendieran de otra forma el por qué se encontraba sentado en el piso. Odiaba demasiado y le fastidiaba quedarse solo o esperar... No le gustaba porque rápidamente comenzaba a pensar cosas negativas.

—Hey... ¿Vamos?—Llamó Jimin a lo lejos con su mochila en su espalda y una sonrisa esplendida. Yoongi asintió aún enojado, situación que tuvo que ignorar. Caminó a donde Jimin para salir del colegio.—¿Qué hiciste mientras esperabas?—Preguntó curioso él pelinegro.

—Nada interesante... Sólo viendo alguna tarea.—Jimin río y Yoongi le entregó una sonrisa. No iba a decirle que se sentía mal pensando que cada persona que pasaba por el pasillo, lo miraba con lastima, quizás pensando que no tenía a nadie que lo acompañara.

—Yoongi, quería que me acompañaras porque...

—Recibí tú carta... Por Jungkook.—Jimin abrió sus ojos impresionado y avergonzado. No tenía intención de que recibiera esa carta.

—No quería entregarla... Y-yo...

—Fue lindo el gesto, Jimin... Lo he pensado... podríamos... intentarlo, pero sabes que yo...—Alzó la mirada para ver a Jimin, que tenía sus ojos brillando y sus mejillas demasiado rojas, hasta más no poder.—¿Qué dices?

—¿Me darías un beso?—Yoongi se tensó y se detuvo para sentarse en el paradero, donde más tarde, tendría que irse Jimin.—Sino quieres lo entenderé sólo que...

Yoongi estaba muy nervioso, pero, aun así, se levantó, dudoso y se acercó a él poco a poco, mientras que Jimin, se ponía nervioso al saber que ocurriría, algo que esperó tanto... Y qué vivió muchas veces... Pero sólo en sueños.

Yoongi junto sus labios con los de Jimin y comenzó a moverlos lentamente, delicado... Mientras que su mano derecha pasaba a su cuello y levemente acariciaba con su pulgar la mejilla de Jimin.

En ese tiempo, recién, estaba aprendiendo a lo que era amar, a lo que era ser cariñoso, los mimos, todo... todo era nuevo para él y a su vez, muy pero muy difícil... pero era hermoso ante los ojos ajenos, era algo tierno, sano y lleno de amor... A pesar que esa palabra aún no estaba descubierta plenamente por él chico pálido.