Corazones De Hielo

CAPITULO 12

CAPITULO 12

Pasaron un almuerzo maravilloso. Se podía notar en la expresión de alegría con la que regresaron a la oficina. Margot los ve llegar y los mira de soslayo sin emitir comentarios. Allen los esperó parado en el mismo sitio que cuando los vio partir, como si estuviera allí clavado desde que se fueron. Sus ojos emanaban auténticas llamas de cólera.

En cuanto se percató de su presencia y del fulgor quemante de su mirada, Helena se detuvo en seco. Su gesto molesto era innegable. Conocía a Allen y aquella mirada no eran buenas noticias. A pesar de todo, hizo acopio de todo su aplomo para parecer que no la perturbaba.

—¡Vaya! ¡Regresaron! —expresó con molestia —La próxima vez me invitan…yo también soy socio en esta empresa y me gustaría participar…

Su tono áspero no pasó desapercibido para Margot y Helena, aunque Giannis pareció tomarlo de otra manera dándole una leve palmada en el hombro.

—¡Por supuesto que sí, Allen! Me parece genial…—respondió alejándose por el pasillo para acompañar a Helena hasta su oficina.

—Gracias por la invitación, me lo he pasado muy bien —le agradeció Helena.

—El placer ha sido mío…—sonrió demostrando aquella sonrisa que era capaz de derretirla —Por cierto, quería hacerte una observación…

Ella lo miró expectante.

—Tú dirás…

—¿Terminaste el luto? —pregunta señalando su conjunto de falda y chaqueta de colores vivos que lleva puesta.

Helena bajo la vista para observar su vestimenta.

—¡Oh, sí! Es tiempo de nuevos comienzos…—se limitó a responder sin aclarar nunca el motivo de su antigua vestimenta negra. Giannis no le insistió, aunque moría por saber.

—Me alegro, te quedan muy bien esos colores…y bueno…ahora toca volver a trabajar —se giró en dirección a la puerta. Antes de salir volteó el rostro para hablarle una vez más.

—Estoy muy contento de que volvimos a encontrarnos…—sonrió y se marchó sin darle tiempo a ella a responderle que ella estaba igualmente feliz.

No bien se había ido, retomó el lio de documentos en los que estaba trabajando. Todo tenía que hacerlo con precisión, con gran dedicación para que su primer proyecto quedara excelente. Tenía tanto entusiasmo por ese trabajo como con pocas cosas en la vida. ¡Diseñar el interior de su primer edificio! ¡Genial! Una sonrisa la acompañó hasta que sintió la puerta abrirse otra vez.

Allen esperó la salida de Giannis para adentrarse en su oficina. Abrió la puerta con sigilo y una vez en el interior, los reclamos fueron la orden.

—¿Qué pretendes con Giannis? ¿Le estas coqueteando o qué? No te lo voy a permitir…—inquiría agitado.

Helena se asustó por el inesperado exabrupto, pero se puso de pie para enfrentarlo.

—Solo fuimos a tomar juntos el almuerzo. Eso es todo. Además, no tienes derecho a reclamar nada…—asestó a la defensiva.

Allen la tomó por el brazo.

—¡Sí que tengo derecho porque fuiste mi mujer y no te vas a burlar de mí! —sostuvo contundente, acercándole su cara a la suya, tan cerca que su aliento de enfado soplaba en su piel.

Helena se zafó de su agarre con un movimiento rápido y puso espacio entre ellos.

—Eso fue en el pasado. Hace mucho tiempo que no hay nada entre nosotros. Después que descubrí tus mentiras, de como andabas con otras mientras estabas conmigo, de tus engaños que ni siquiera tu nombre verdadero me dijiste ¿Crees que iba a querer seguir contigo? ¡NO! Ya no eres nadie para mí. He comenzado una vida nueva y no serás tú quien va a impedir que logre ser feliz.

—¿Feliz? ¿Qué es felicidad para ti? ¿Giannis? —Otra vez el tono de sus reclamos es tan alto que Helena teme Margot pueda volver a escucharlo.

—Baja la voz, por amor al cielo…—le ruega paseando su mirada por la puerta, con temor a verla abrirse —No tengo nada con el señor Sullivan. Apenas lo acabo de conocer…

—Pues te veías muy risueña con el…—sus ojos vidriosos de celos.

—No seas absurdo…

—No soy tonto. Conozco muy bien a Giannis y sé que le gustas…y te repito que eso no lo voy a permitir.

—¿Con qué derecho me permites nada?

Allen vuelve a acercase a ella en cuestión de dos zancadas. Ahora la aprieta contra su cuerpo y la toma con fuerza por el rostro para obligarla a que lo mire. Helena forcejea intentando librarse sin hacer demasiado ruido. Allen la supera en fuerza y la somete a la fuerza, inmovilizándola.

—¡Suéltame! ¡Eres un salvaje!

—No te voy a soltar hasta que me digas lo que quiero saber… ¿DÓNDE ESTÁ MI HIJO?

A Helena se le nubla la mirada con las lágrimas que se van acumulando. Debe responderle si quiere aplacar la cólera de Allen, pero siente que él ni siquiera merece saber la verdad. Un sollozo le recorre todo el cuerpo, pero lo detiene antes de que cruce su garganta. Se refugia en el silencio.

—¡Dime! ¡Aunque tenga que sacarte la verdad a la fuerza vas a decírmelo! —amenaza con los dientes apretados. Las sienes le palpitan por la rabia.

Helena forceja hasta lograr escapar de su agarre. Allen bufa como animal enojado mientras ella se coloca tras el escritorio para evitar su alcance.

—No mereces saber nada —responde.

Allen asiente con porte retador.

—Está bien, como tú quieras…pero yo voy a llegar hasta el final, hasta que sepa donde tienes mi hijo…

Helena se enfurece.

—¿Por qué tanto interés? Cuando te dije que estaba embarazada me abandonaste. Peor aún, me pediste que no lo tuviera…y ¿Ahora? ¿Te las das de gran padre preocupado? ¡Por favor!

Su actitud desafiante lo enfada todavía más.

—¿Qué importa el pasado? Lo que importa es saber donde está. ¿Vive contigo? Será mejor que me digas porque voy a luchar por mis derechos. No podrás quitarme a mi hijo.

—¡Eres un insolente!

—¡Y tú una trepadora que quisiste enredarme y como no pudiste ahora vienes por Giannis! Pero no te va a salir el juego, óyeme bien, no te va a salir el juego. Le voy a contar todo…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.