Corazones de Sangre y Magia

Capítulo 6: Confesiones en la Piel

La tensión en el aire era tan densa que podría cortarse con cuchillo. Lysandra permanecía contra la pared de mi biblioteca, sus piernas aún alrededor de mi cintura, su garganta expuesta en un gesto de confianza tan absoluto que hacía que cada fibra de mi ser muerto vibrara con una intensidad que no había sentido en siglos. Su pulso latía contra mi pecho como un tambor de guerra, y el aroma de su sangre—dulce, cálida, viva—llenaba mis sentidos hasta el punto de la embriaguez.

Pero no era solo hambre lo que rugía dentro de mí. Era algo mucho más complejo, más aterrador: la necesidad desesperada de ser conocido, aceptado, adorado por esta mujer extraordinaria que había elegido entregarme no solo su cuerpo sino su confianza más profunda.

“Lysandra,” murmuré su nombre contra la piel de su cuello, mis labios apenas rozando el punto donde su pulso latía más fuerte. “Si continuamos por este camino, no hay vuelta atrás. Una vez que me permitas tenerte completamente, una vez que cruces esa línea conmigo…”

“No habrá vuelta atrás para ninguno de los dos,” completó ella, su voz un susurro ronco que envió ondas de deseo directo a mi centro. “Eso es exactamente lo que quiero, Elian. Quiero pertenecer a algo más grande que yo misma. Quiero entregarme a alguien que sea lo suficientemente fuerte como para manejar todo lo que soy.”

Sus manos se movieron para enmarcar mi rostro, obligándome a levantar la mirada para encontrar sus ojos. Lo que vi allí me dejó sin aliento innecesario: no había miedo, no había dudas. Solo una determinación feroz y un deseo que rivalizaba con el mío.

“Bésame,” susurró, y su voz llevaba una nota de súplica que hizo que mis colmillos se extendieran involuntariamente. “Bésame como el monstruo que dices ser. Bésame como si tuvieras derecho a tomarme completamente.”

La invitación rompió los últimos vestigios de mi control civilizado. Con un gruñido que venía desde lo más profundo de mi pecho, aplasté mi boca contra la suya con una ferocidad que había mantenido contenida durante demasiadas décadas. No fue gentil—no podía ser gentil cuando todo mi ser gritaba por reclamarla, marcarla, hacerla inequívocamente mía.

Mis manos se enterraron en su cabello, sosteniéndola exactamente donde la quería mientras exploraba su boca con una posesividad que bordeaba lo salvaje. Podía sentir sus colmillos menores rozando mis labios, recordándome que ella también tenía su propia naturaleza sobrenatural, su propia fuerza que estaba eligiendo entregar por completo.

Cuando finalmente me aparté para permitirle respirar—un lujo que yo no necesitaba pero que ella sí—mis ojos habían adquirido ese brillo azul hielo que siempre acompañaba mi hambre más intensa. Mis colmillos estaban completamente extendidos, visibles incluso en la luz tenue de la biblioteca.

“¿Ves?” dije, mi voz más áspera que antes, cargada de siglos de hambre y necesidad reprimida. “Este es el monstruo que realmente soy. Esto es lo que se esconde detrás de todas mis máscaras civilizadas.”

En lugar de retroceder, sus ojos se iluminaron con algo que solo podía describirse como fascinación. Sus dedos se movieron para trazar la línea de mi mandíbula, rozando deliberadamente la punta de uno de mis colmillos con una valentía que me dejó estupefacto.

“Eres magnífico,” murmuró, y había reverencia genuina en su voz. “Durante siglos has escondido esto, has luchado contra esto, has tratado esto como si fuera algo de lo que avergonzarse. Pero mírate, Elian. Eres perfecto en tu poder, hermoso en tu peligro.”

Sus palabras me golpearon como puños físicos, arrancando algo doloroso y crudo desde lo más profundo de mi pecho. Nadie—nadie en trescientos años—había mirado mi verdadera naturaleza y la había llamado hermosa. La mayoría corrían o atacaban. Los pocos que no lo hacían toleraban mi naturaleza vampírica en el mejor de los casos, nunca la celebraron.

“No sabes lo que estás diciendo,” susurré, pero incluso mientras pronunciaba las palabras, sabía que estaba mintiendo. Ella sabía exactamente lo que estaba haciendo, exactamente el efecto que sus palabras tenían en mí.

“¿No lo sé?” Su voz adquirió una nota desafiante que envió fuego líquido por mis venas. “Pruébamelo entonces. Muéstrame exactamente qué tan peligroso puedes ser. Tómame como el depredador que eres.”

Era una provocación directa, una invitación a dejar caer todas las pretensiones de humanidad que había construido tan cuidadosamente durante décadas. Por un momento, la bestia dentro de mí rugió en aprobación, exigiendo que aceptara su desafío, que la tomara con toda la fuerza sobrenatural que poseía.

Pero entonces vi algo más en sus ojos: confianza. Confianza absoluta, inquebrantable de que, sin importar cuán lejos me permitiera ir, sin importar cuánto de mi naturaleza verdadera desatara, nunca la lastimaría realmente. Esa confianza era más embriagante que cualquier sangre que hubiera probado, más poderosa que cualquier poder que hubiera desarrollado en mis siglos de existencia.

“Abre la boca para mí,” ordené, mi voz tomando un tono de autoridad que no había usado en décadas, el tono del depredador que exigía sumisión completa.

Sin dudarlo ni un segundo, sus labios se separaron, su lengua asomándose ligeramente en una invitación que hizo que todo mi mundo se redujera a este momento, a esta mujer, a esta oportunidad de ser completamente yo mismo por primera vez en siglos.

Cuando reclamé su boca esta vez, fue con una dominancia absoluta que no permitía resistencia. Mi lengua exploró cada rincón de su boca como si tuviera derecho a hacerlo, como si ella fuera mía para tomar y saborear. Podía sentir el momento exacto en que se rindió completamente, su cuerpo volviéndose plácido contra el mío, sus manos agarrándose a mis hombros como si fuera su ancla en una tormenta.

Fue entonces cuando sucedió. En mi fervor, en mi necesidad de reclamarla completamente, mis colmillos rozaron su labio inferior con un poco demasiada presión. El sabor de su sangre—solo una gota, apenas un whisper en mi lengua—explotó a través de mis sentidos como fuego líquido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.