Corazones de Sangre y Magia

Capítulo 7: La Danza Completa

Las palabras "completamente tuya" aún resonaban en el aire cargado de nuestra biblioteca cuando algo fundamental cambió entre nosotros. Era como si hubieran sido la llave que finalmente abrió la última puerta que mantenía mis instintos más primitivos bajo control.

Con una fluidez que solo los siglos de experiencia sobrenatural podían otorgar, deslicé mis manos por su cuerpo, memorizando cada curva, cada suspiro que escapaba de sus labios. Pero no era solo deseo lo que me impulsaba—era una necesidad casi desesperada de reclamarla de maneras que trascendieran lo meramente físico.

"Lysandra," murmuré contra la columna de su garganta, sintiendo su pulso acelerarse bajo mis labios. "Necesito que entiendas algo. Una vez que crucemos esta línea, una vez que me permitas tenerte completamente, no habrá espacio para medias verdades entre nosotros."

Sus manos se enterraron en mi cabello, manteniéndome cerca mientras su respiración se volvía más errática. "¿Qué quieres decir?"

"Quiero decir," dije, mis labios trazando un sendero hacia el punto donde su pulso latía más fuerte, "que cuando hago el amor contigo, no puedo ser gentil todo el tiempo. Mi naturaleza no me lo permite. Habrá momentos en que necesitaré marcarte, poseerte de maneras que solo un vampiro puede."

En lugar del miedo que esperaba, sus ojos se encendieron con una fascinación que hizo que todo mi ser muerto rugiera de aprobación.

"Muéstrame," susurró, su voz cargada de una confianza que me dejó sin aliento. "Muéstrame exactamente lo que significa pertenecer a un vampiro."

La invitación destruyó los últimos vestigios de mi autocontrol. Con movimientos que fueron pura gracia sobrenatural, comencé a desvestirla lentamente, reverentemente, como si estuviera desenvolviendo el regalo más precioso que hubiera recibido en siglos.

Cada centímetro de piel que revelaba lo adoraba con besos, con caricias que alternaban entre ternura y una posesividad que bordeaba lo salvaje. Podía sentir su magia reaccionando a mis atenciones, pequeños destellos de luz dorada danzando sobre su piel cada vez que mis labios encontraban un punto particularmente sensible.

"Tu magia," murmuré contra su piel, fascinado por la forma en que su poder respondía a mi toque. "Responde a mí."

"Siempre lo ha hecho," admitió con voz entrecortada. "Desde el momento en que te vi, mi magia reconoció algo en ti. Como si hubiera estado esperando por ti durante toda mi vida."

Sus palabras enviaron una oleada de posesividad primitiva a través de mí tan intensa que mis ojos se iluminaron con ese brillo azul hielo característico de mi hambre más profunda. Mis colmillos se extendieron completamente, y por un momento, la bestia dentro de mí rugió con la necesidad de marcarla, de hacerla mía de manera tan absoluta que nunca podría pertenecer a otro.

Pero en lugar de retroceder ante la manifestación de mi naturaleza más oscura, Lysandra arqueó su espalda hacia mí, ofreciéndome su garganta en un gesto de confianza tan completo que casi me destruyó.

"Hazlo," susurró, su voz cargada de necesidad. "Márcame, Elian. Hazme tuya de la manera que solo tú puedes."

No pude resistir más. Con un control que había perfeccionado durante siglos, permití que mis colmillos rozaran su piel, no lo suficiente para perforar pero sí para que sintiera su filo. El gemido que escapó de sus labios fue puramente de placer, no de dolor.

"¿Duele?" pregunté, mi voz áspera con el esfuerzo de mantener control.

"Es perfecto," respondió, sus manos agarrándose a mis hombros como si fuera su ancla. "Es como si cada nervio en mi cuerpo estuviera despertando."

Lentamente, con una precisión que había perfeccionado durante décadas de autocontrol, permití que mis colmillos penetraran apenas la superficie de su piel en el punto donde su cuello se unía con su hombro. No lo suficiente para alimentarme, pero sí lo suficiente para marcarla con mi esencia.

El sabor de su sangre—apenas unas gotas—explotó a través de mis sentidos como fuego líquido. Pero más que eso, pude sentir su magia fusionándose con la mía en ese momento de conexión íntima. Era como si nuestras esencias estuvieran entrelazándose a nivel celular.

Lysandra gritó, pero no de dolor. Su espalda se arqueó hacia mí, su magia estallando alrededor de nosotros en cascadas de luz dorada que hicieron que toda la biblioteca resplandeciera como si fuera día.

"Elian," jadeó, sus ojos vidriosos de placer. "Puedo sentirte. No solo físicamente... puedo sentir tu esencia, tu verdadera naturaleza. Es tan hermosa, tan poderosa."

Sus palabras me golpearon con la fuerza de un huracán. Nunca—nunca en trescientos años—había estado tan íntimamente conectado con otro ser. Podía sentir su magia fluyendo a través de mí, cálida y dorada, equilibrando la frialdad inherente de mi naturaleza vampírica.

"Eres mía de maneras que ni siquiera entiendes aún," murmuré contra su piel, mis palabras cargadas de siglos de soledad finalmente encontrando su fin. "Esta marca... no es solo física. Es un vínculo que trasciende cualquier cosa que hayas experimentado antes."

"Lo sé," respondió, sus manos enmarcando mi rostro para obligarme a mirarla. "Puedo sentirlo. Es como si una parte de ti ahora viviera dentro de mí, y una parte de mí dentro de ti."

Tenía razón. Podía sentir su presencia en mi mente, no intrusiva sino como una calidez constante que había estado ausente durante tanto tiempo que había olvidado cómo se sentía no estar completamente solo.

Continué mi adoración de su cuerpo, cada beso y caricia una declaración de posesión. Cuando llegué a su muñeca, donde su pulso latía delicadamente bajo piel translúcida, no pude resistir dejar otra marca. Esta vez, su reacción fue aún más intensa—su magia explotó alrededor de nosotros con tal fuerza que los libros en los estantes más cercanos comenzaron a brillar con una luz dorada.

"No puedo controlarlo," jadeó, sus ojos brillando literalmente con poder descontrolado. "Mi magia... está respondiendo a ti de maneras que nunca..."




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