CAPÍTULO CINCO
UNA BONITA HUÉSPED
Despierto con una voz en el otro lado de mi habitación, una música kpop en el otro lado y sé de quién es: La hermosa huésped herida. Me levanto de la cama y veo a la vecina observando mi ventana, me asomo con el ceño fruncido.
—¿Qué miras?
—Esa chica es tu novia ¿no?—pregunta mirando la otra ventana, —Es muy bonita, tienes buenos gustos…
—No es mi novia.
—Ay, no mientas. Sabes que me gustas pero no es para tanto, si ella es tu novia… no me quejo, es un buen partido contra mí.
Sus palabras me dejan paralizado, ¿escuché bien?
—¿Te gusto?
—¿No lo sabías? ¿Recuerdas la rosa que te di el 16 de febrero? Yo te dejé la rosa el 15 pero, vi que llegaste con una sonrisa en tus labios, supuse que era por mí… pero luego vi que la rosa seguía intacta y cuando te diste cuenta, lo botaste. Al principio me molesté pero ahora entiendo quien era la culpable de esa sonrisa, debo admitir que tienes una bonita sonrisa y causaste en mí una felicidad al verla. Tiene suerte como tú la tienes
La chica de la fiesta… ¿Llegué con una sonrisa en el rostro? No recuerdo.
—Ella no es mi novia y menos la chica que… dijiste. Deja de decir tonterías y buenos días
Cierro las cortinas y voy hacia el escritorio de mi habitación, aún tengo marcado la fecha que nos besamos. Tengo curiosidad como está ahora o dónde está, si ahora se enamoró o si sigue siendo débil… aunque prefiero que sea fuerte.
Salgo de la habitación con otra ropa, pero me distraigo al ver la cabeza asomada en la puerta del cuarto de invitados.
—¿Qué haces? —pregunto
—Necesito ropa, me acabo de bañar y me olvidé de la ropa…
No necesito que diga más, me voy a mi habitación y saco un par de ropa mía que supongo ya no me queda —o sí, pero algo chico para ella —cuando ya tengo un short y un polo, salgo y le entrego a la cabecita y me voy hacia la sala. No quiero imaginarme a ella en la ducha… simplemente asqueroso. Escucho un gracias alto y una cerrada.
Unos cinco minutos después, aparece con mi ropa en la sala. Se sienta en uno y la veo mover las manos de nervios.
—Dilo
—Gracias de nuevo, por la ropa y por salvarme—dice ella acercándose más a mí.
—Ah…
—Estoy aburrida, ¿tienes un juego divertido?
—No creo que te agrade…
—Ay, qué más da. Vamos que me aburro
****
Han pasado varias horas y sigo sorprendido por lo bien que juega, una chica de su edad no supiera otra cosa que pintarse las uñas y vestirse bonita para una salida de amigas. Cuando es momento de la batalla final, pierdo de nuevo.
—Ok, está bien. Me aburrí de tanto jugar
—No sabes perder
—No me interesa tu comentario, eso no define lo que soy.
—¿Por qué dices eso? Sólo te estoy diciendo que eres mal perdedor
—A ver… si alguien te dice “te ves gorda” ¿debes bajar de peso porque te lo pide la persona? Simplemente no le hagas caso a sus comentarios, porque lo que digan los demás no te define lo que realmente eres.
Eso la deja impactada. Y no entiendo por qué tiene esa cara de anhelo.
—Eso me lo dijo un chico hace años… —dice mirando a otro lugar, —Que buen recuerdo… me lo hiciste recordarlo
—¿No tienes idea de quién es? —pregunto curioso
—No, fue hace… un año en una salida de mis amiga donde lo conocí.
—Pienso que el que te dijo eso, lo dijo bien.
—No tienes idea, me ayudo en muchas cosas… —dice riendo.
Verla feliz me da felicidad. Tal vez soy esas personas que disfrutan de la felicidad del otro. Voy hacia la cocina y sirvo dos vasos con jugo de ayer, le entrego una cuando me fijo en su herida, ha mejorado pero no tiene la curita.
Dejo mi vaso y voy hacia el botiquín, al bajar veo a Valentina mirando fotos que deja mamá para que los vea, aunque he querido tirar una en donde salgo horrible, mi mamá saca otra aún peor y lo añade al cuadro.
—Tú eres ese niño… —dice mirando la foto más fea de mi vida, estoy en una tina con burbuja por todo mi cuerpo y llorando porque no quería que me bañaran, —Es bonito
—No estoy de bromas, es horrible
—A mí me parece tierno —se voltea, —Viendo bien… eres un chico guapo
Sus palabras hacen que el jugo que acabo de beber, me haga toser. Nadie, aparte de mi mamá me había dicho eso… ¿O sí?
—No digas tonterías, ven, tengo que curarte la herida
—Sí doctor —dice ella con una risita en sus labios.
—Seré periodista, Valen
Ella ignora mis palabras y se sienta en el sofá, me arrodillo para verlo más de cerca. Su herida ha cambiado y se está curando más rápido.