Corazones de Vidrio

8. Una revelación

 

CAPÍTULO OCHO

UNA REVELACIÓN

 

Me observo en el espejo dudando de mi forma de vestir, no entiendo porque tengo que impresionarla si seré normal después, no debo estar nervioso ni tampoco mostrarse con gran emoción. Sólo es una salida los dos solos.

Después que recibiera la notificación que Valentina me siguió, me escribió que quería verme más tarde junto con una dirección. Decidí aceptar porque mi mente no se cansa de decirme que hay algo que no cuadra y es sobre ese día, la simple idea de que Valentina es la chica me pone muy extraño.

Después de veinte minutos para llegar al lugar, me encuentro con ella, va vestida con un vestido azul suelto y una cartera blanca. Me detengo justo en frente de ella, cuando de pronto algo me sorprende.

Ese collar morado de forma de corazón.

Mi mente se posa en el día, cuando la vi a esa chica, llevaba el mismo… no, ella no puede ser.

—Te cité aquí porque necesito tu ayuda —dice ella quitando miles de ideas de mi cabeza. La observo, ella no puede ser.

—¿Con qué ayuda?

—A ver… ¿Recuerdas al chico que me viste en la playa? —dice ella haciéndome recordar.

Como si ese momento me hubiera gustado, creída.

—Ujum, ¿qué tiene eso? —pregunto curioso

—Pues ese chico quiere algo serio y yo no puedo, simplemente me aterra presentarle a mi padre uno que… —comienza a reír, —Bueno, fuma. Eso

—¿Quieres decir que yo sea tu novio falso para que me presentes a tu padre? —digo exaltado. No, eso no… ni siquiera me gustas, pienso.

—¡Nooo! Sólo necesito… —traga fuerte, —¿Si lo hago, no te molestarás?

—¿Qué exactamente vas a hacerme?

Ella observa mi detrás y abre los ojos, quiero voltear pero me agarra de las dos manos en mi cabeza.

—Promete que no te molestarás, por favor

—Pero…

—Por favor…

Sus ojos, ¿por qué me dan ganas de decirle que sí? ¿Por qué está tan hermosa?

—Ok.

Sin esperar un segundo más, ella acerca su rostro hacia el mío y choca nuestros labios. No sé que hacer, eso no esperaba hacer y tampoco es que me hubiera besado con otra persona que… ella.

Mi mente reconoce el pequeño lunar detrás del cuello, su nombre, lo que hablamos y como ella se fue… ahora lo recuerdo todo. Valentina es… ella.

La acerco un poco más a mí, la beso lento. No sé qué hacer, no estoy procesando lo que acabo de descubrir y la estoy besando por ayudarla.

Cuando se separa, sin que se de cuenta, lamo mis labios y miro cualquier cosa menos a ella. No sé qué hacer después, estoy mal.

—Creo que se fue —mira detrás de mí, —Gracias por tu ayuda, supongo que ya no me verá después de verme contigo

No respondo, ella me mira. ¿En serio? ¿Con una chica famosa y creída me besé hace un año atrás?

—¿Pasó algo? ¿Besé mal? —se preocupa.

¿Cómo responderle si hace tiempo también nos besamos? No puedo guardarmelo, simplemente no puedo.

—No, es sólo que…

Una llamada de la música que nos conocimos aparece, suena que ella saca su celular para contestar. ¿Así que también lo recuerdas? ¿Sabes quien soy?

—Lo siento, es mi mamá. Quiere que vaya temprano, lo siento. ¿Qué me decías?

—Nada, descuida. Te acompaño a tu casa.

—¿Tienes un auto? —pregunta con una sonrisa, no puedo negar que me gusta cuando se pone así.

—Tengo dinero para un taxi

—Vale…

—Por cierto, esa canción, ¿cómo se llama? —pregunta

—Can we go back de NCT DOJAEJUNG —dice, asiento y nos subimos a un taxi hacia su casa.

 

****

 

Cuando ingreso a casa, veo a papá en el sofá. Lleva unos papeles en la mano, me observa y me llama. Al estar frente a él, me hace sentar.

Papá es médico, siempre pasa la mayoría del tiempo en el hospital atendiendo pacientes que estar en casa, a veces su estrés lo lleva a irse a terapia o incluso irse a fumar un cigarrillo en la calle. Nunca he sido muy cercano a papá por eso, tampoco me quejo, siempre ha dado la comida y el bienestar a la familia cada domingo.

Aún recuerdo el día que vino feliz comentando a sus amigos que su hijo sería como él, estaría ayudando pacientes. Pero cuando di el examen de ensayo, terminé en un bote de basura por tanta sangre, supe que no era lo mío y él tuvo que aceptarlo. Después me enteré que lo mío era investigar y hacer reportes de casos, incluso me metí a clases de meteorología pero supongamos que no soy bueno en eso.

—Hijo, ¿ves esos papeles? —dice él mostrando los papeles aún más de cerca.

—No, ¿qué es?

—La casa, otros de tu madre y yo..

—¿Se piensan divorciar? —inquiero

—No hijo, a tu madre la sigo amando. —bufa, —Mejor iré al grano, todos estos papeles son de tu madre, pero como vas a estar grande en unos cuantos meses, este —entrega dos hojas, —será tuyo. Es tu casa, hijo.

—¿Por qué?

—Entre tu madre y yo compramos una casa, siento que es momento que vivas tu independencia y sepas cómo mantenerte solo

Pero también sé que si algo te entrega, es por algo que piensa hacer luego.

—¿Qué tramas, papá?

—Nada hijo, sólo…

—¿Ya dejaste a tu amante? —digo cortante.

Papá se queda callado de pronto. Algo de lo que estoy muy seguro es lo mismo a Valentina, además de estar en la familia más tiempo… también quisiera serle fiel a ellos.

Cuando llegaba de la escuela con una nota resaltante, en ese entonces tenía ocho años y era más feliz con la motivación que me daba mi padre, abrí la puerta de la casa sigilosamente, quería asustarlos cuando vi a mi papá con una compañera de hospital, esa la que siempre estaba en reuniones familiares con amigos… Cuando lo vi, papá nunca más la trajo pero sabía que estaba con ella.

—¿Sabes que mamá lo sabrá tarde o temprano?




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