Corazones Diferentes

9. Pretty boys cry

Nota: El siguiente capítulo contiene temas de violencia, alcohol y drogas, así cómo vocabulario altisonante.

***

César

Camino hacia el portón con la mirada fija hacia cada persona que pasa cercas de mí, ningún rostro conocido dando una posibilidad de cometer locuras sin ser juzgado por el blog de Rachel o la gente santurrona que asistí bajo la creencia que fueron obligados, no me creo aquel cuento viejo porque nadie es obligado a estar en un ambiente de alcohol, drogas y sexo; cada persona elegí el momento y camino a seguir basandose en las decisiones elegidas. 

Escucho pláticas ajenas sobre temas enfocados acerca del acontecimiento de los Ross, al parecer Jonathan (mi primo) tuvo su romance del año y se lleva toda la atención de la ciudad, lo curioso es que nadie deja de mencionar comentarios en contra de su sexualidad. 

Las muchachas de Kiwiah están decepcionados al saber que Jonathan Ross, príncipe de los corazones de cualquier adolescente mantuvo una relación homosexual con Sebastián Cortés (hijo único del mejor policia) y eso puedo notarlo con las miradas que me dedican al buscar a un reemplazo.

Obviamente, no me agrada ser la segunda opción cuando no fueron correspondidas, prefiero ser el único en el corazón, además mi mamá no me trajo primero al mundo para ser el segundo plato en la mesa.

Se puede escuchar las canciones de Wisin & Yandel al entrar, sin duda no pueden faltar en una peda [1], es cómo si a un auto le quitamos el motor para funcionar lo mismo sucedía con las canciones de aquel dúo porque sino todo se va a la chingada de la peor manera. 

Observó por segunda ocasión el ambiente todo parece encajar a la perfección, un punto a mi favor tengo la libertad de disfrutar excesivamente la noche. 

—No puedo creerlo  —dijo una muchacha 

Cierro los ojos y hago una mueca de disgusto al reencontrarme con Katia Torres, estuve alejándome por días impidiendo recaer en una adicción hacia las sustancias, cómo adolescente acostumbramos a consumirlas por gusto, diversión o quedar bien con los amigos. 

Yo caí en eso por las anteriores opciones mencionadas fue complicado dejarlo la primera ocasión antes de que mis papás descubrieron que su hijo escapaba de casa en las noches a fin de fumarse un cigarro verde o inyectarse en el brazo izquierdo, aunque solo fueron pocas ocasiones que consumí dichos productos.

—¿No estabas internada?  —cuestione 

Me giró encontrándome con un esqueleto de Katia, su apariencia física cambió brutalmente, dejó de tener aquel cuerpo corpulento para convertirse en los efectos secundarios dejado por el excesivo consumo. Ella abandonó cualquier rasgo hermoso de sus atributos y abandonó su personalidad inocente que me cautivo la primera vez.

—Lo estuve  —respondió Katia, y me entregó un vaso rojo.

De manera disimulada intentó descubrir si no revolvió un tipo de droga, esto no puede empeorar teniendo desconfianza de una exnovia; bueno en el pasado he tenido problemas con las mujeres al apuñalarme sin percatarme.

—¿Y?  —repliqué

Katia me da un golpe en el pecho y se cruza de brazos emitiendo una queja. No me siento culpable, hemos tenido problemas y recibido malos tratos mutuos.

—Muestra compasión al menos  —se quejó

Sacaré a César, el hipócrita que todo el puto mundo ama esperando buenas respuestas sin groserías ni violencia.

—Una disculpa, mi cielo  —me disculpo—. Nunca fue mi intención herirte solo tuve un cruce de cables en el cerebro, pero ya regrese a la realidad. Haber, cuéntame todo.

Katia mueve la cabeza en negación aparenta estar molesta conmigo, pero no le doy importancia después de todo, ella pidió el lado hipócrita que tengo escondido detesto sacarlo a la luz; jamás le voy a mentir a una persona en su cara a excepción de mis papás (ellos no saben los desastre que causó).

—¿Por qué eres malvado, Ferrer? —preguntó 

Bebo el último trago de cerveza para responder a su pregunta. Le demostraré sinceridad a Katia y me odiaría indefinidamente, eso pretendo ya no deseo cargar con amistades que perjudican mi estado mental.

—Herencia familiar —respondí—. Todos los Ferrer no podemos evitar ser sinceros con las personas de nuestro alrededor sin importar el dolor de la verdad en nuestras palabras. 

Sin esperarlo recibí una bofetada de una muchacha. Algunos invitados se limitaron a mirar la escena de drama, no estoy a favor de la actitud y no puedo emitir quejas porque sería una falta de respeto a una señorita sin valores ni moral.

—¡Que te den! —exclamó Katia 

—No te preocupes, cariño pronto lo harán —argumento, y hago una mirada seductora. 

—Eres un asqueroso.

Da la media vuelta para escabullirse entre la multitud de invitados. Con ello, pude desaparecer a Katia temporalmente de mi vida, sé que en cuestión de días volverá a aparecer a fin de buscar una feria[2] y un compañero de adicciones. 

Ya no estoy dispuesto a arriesgar la poca salud que conservo en una pendejada, necesito disfrutar el poco tiempo que me queda y pienso aprovecharlo disfrutando al máximo corriendo riesgos.




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