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Nota: Contiene contenido erótico.
Entre lienzos y vino
César
Busco en el escritorio un poco de pintura roja para terminar de pintar el cojín de aquella pintura. En mis momentos libres disfruto dedicando unos minutos a las obras de arte.
I'm burning down every bridge we made
I'll watch you choke on the hearts you break
I'm bleeding out every word you said
Go to hell for heaven's sake
Subo un poco el volumen de la bocina y continuó con la pintura, de pronto la puerta de la habitación se abre por Santiago que trae dos copas y una botella de vino tinto, en los últimos meses que hemos estado juntos casi las 24 horas del día.
—Creía que estarías un poco tarde —digo, sin quitar la mirada del lienzo.
Santiago deja las copas y la botella sobre la mesa, sus dedos tiemblan ligeramente al soltarlas. Toma una profunda respiración antes de dirigirse, su mirada en la mía con una intensidad que me hace sentir vulnerable. El silencio entre nosotros es profundo, de las palabras son decir y los sentimientos reprimidos.
—Santiago —comienzo a decir, pero las palabras se quedan atrapadas en la garganta. El se detiene justo frente a mí, tan cerca que puedo sentir el calor que emana de su cuerpo—¿Qué estás haciendo? Estoy trabajando en una obra.
—No puedes seguir fingiendo tu interés en una obra cuando estoy cerca —dice él, con voz firme, pero suave—. Necesito saber que prefieres en este instante.
Antes de que pueda responder Santiago levanta una mano y la coloca suavemente en mi mejilla, su pulgar acariciando mi piel con una ternura que me hace cerrar los ojos por un segundo. Cuando los abro, él está más cerca, tan cerca que puedo ver cada pequeño detalle de sus ojos azules y recordando el por qué me han encantado desde el primer momento en que cruzamos nuestras miradas.
—No sabes cuanto tiempo he esperado esto —murmura, sus labios apenas rozando los míos mientras habla.
La electricidad entre nosotros es palpable, y me siento atraído hacia él cómo un imán.
Y entonces sucede. Sus labios encuentran los míos en un beso que es a la vez tímido y apasionado, lleno de una necesidad urgente pero también de una delicadeza infinita. Es como si todo el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor, dejando solo el latido de nuestros corazones y el calor de nuestros cuerpos unidos.
Mis manos se mueven por sí solas, una encontrando su camino hasta su nuca y la otra aferrándose a su cintura atrayéndolo aún más cerca. Santiago responde con un suspiro que se convierte en un suave gemido; sus dedos aferrándose en mi cabello mientras el beso se profundiza volviéndose más demandante, más necesitado.
Finalmente, cuando ambos necesitamos aire, nos separamos apenas unos centímetros, nuestras frentes aportándole una contra la otra. Nos quedamos ahí, respirando juntos, dejando la realidad de lo que acaba de pasar se asiente en nuestros corazones
—Prefiero continuar la obra, debo presentarla en un concurso —digo.
—Puedo aceptarlo, pero cuando termines estaré esperando en la habitación para dar el premio —dice Santiago, con voz seductora.
Muerdo mi labio inferior. Santiago me está ofreciendo una oferta difícil dee negar, no puedo dejarme guiar por un deseo sexual el cual puede satisfacer en la noche y no en plena luz del día.
—Estaré dispuesto a reclamar el premio —digo.
Tengo una ventaja, casi termino la pintura solo falta pulir detalles de contorno en Meow (el gato de Santiago) para dar por terminado el proyecto. El motivo de inscribirse en el concurso es por el premio mayor, un viaje a Italia con los gastos pagados.
—Voy a esperar —dice Santiago—, cuéntame ¿por qué dibujaste a mi gato?
—La categoría es dibuja a una mascota —replique—. Quería hacer especial el concurso en el que me inscribí..
Santiago preparó las dos copas de vino y me hizo entrega de una. Hicimos un pequeño brindis por el momento que estamos teniendo, nos hemos vuelto unidos, compartimos risas, alegrías y disgustos.
Doy un sorbo a la copa de vino tinto, sintiendo cómo el líquido rojo y aterciopelado desciende por mi garganta, dejando un rastro cálido y reconfortante.
—¿Cual es el honor de estar temprano? —pregunte de nuevo.
Vuelvo a posar la mirada en el lienzo intentando ser un crítico. Me gusta el resultado obtenido solo falta ajustar unos detalles de contorno de Meow para finalizar.
—Se escuchará tonto, pero extrañaba estar contigo —responde Santiago.
Ajustó el contorno de Meow con un pincel de pintura blanca, ha quedado perfecto y solo faltan las críticas de los jueces para obtener una calificación; no hay un conflicto sino obtener el premio sino esta experiencia formará parte de mi currículum del artista.
—Me he cuestionado el por qué siento un fuerte apego por ti —dice Santiago.
Recojo el material de arte, limpió los pinceles y las brochas usadas. Santiago ha estado actuando bastante empalagoso para mi gusto, recuerdo una ocasión donde me estaba dando una merecida ducha y terminó entrando a compartirla; no me arrepiento y ni quejó al dejarme llevar por el deseo y lujuria del instante.