El ascenso con Sax, iniciado en el momento en que mi alma se liberó de su capullo terrenal, no fue un viaje a través de distancias espaciales, sino una inmersión inmediata y profunda en la conciencia pura. La luz que nos envolvía no era una ceguera, sino un campo vibrante y pulsante de pura inteligencia. La experiencia era la culminación de la visión que había empezado a filtrarse en mi mente. Esta luz era la que yo había visto en el callejón, magnificada hasta el infinito, y ahora revelada como la esencia misma de la creación.
En el centro de esta luz, nos detuvimos. Esta era la Fuente, la raíz de toda verdad, y en ella se abría la Biblioteca Eterna. Este era el registro inmutable donde se conservan todos los ciclos, todas las promesas y todos los lazos que definen el tejido del universo. Ahora que la lección de la integridad había sido aprendida en mi vida terrenal, y que el Amor Destino y el Amor Terrenal habían encontrado su resolución final con la bendición de mi compañero, se nos permitió ver la verdad completa: la historia no solo de nuestro amor, sino de nuestro hilo rojo a través del tiempo.
Sax y yo nos convertimos en observadores, con acceso total a los archivos de nuestros incontables pasados compartidos. Vimos las vidas en las que fuimos amantes, guerreros, maestros y discípulos. Vimos cómo nuestro lazo se manifestaba con una intensidad ineludible en cada ciclo, demostrando la fuerza de nuestra conexión. La vida que recién concluía no era un evento aislado, sino la culminación de un patrón de aprendizaje.
—¿Por qué fue necesaria la separación en la última vida? ¿Por qué la Ley Mayor fue tan estricta al exigir la liberación? —le pregunté a Sax, liberando la duda que mi mente terrenal, incluso en la vejez, no pudo formular con total claridad. Sentí su conciencia responder, sin palabras, desde la raíz de mi propio ser, con una compasión inmensa.
—La Ley no es estricta, es precisa —respondió Sax—. La separación y el olvido fueron necesarios para que pudieras adquirir la joya más valiosa: la elección libre forjada en la integridad. Si hubieras venido a mí por miedo a perderme o por culpa hacia tu compañero, el regreso habría sido una prisión, no una liberación. Necesitabas elegir la verdad por encima de la comodidad, la fidelidad al alma por encima de la lealtad al ego que te ataba a una vida simple. Y yo necesitaba probar que mi promesa era más fuerte que el olvido y que el confort de la reencarnación. La grieta fue la prueba de fuego para ambos. Tú probaste la honestidad que te pedí; yo probé la perseverancia que prometí.
Al observar nuestra vida anterior a la que hicimos la promesa, la que nos llevó al juramento bajo las estrellas, noté algo crucial en el archivo de la Biblioteca Eterna. En aquella existencia, nuestro amor fue tan totalizador, ciego y absorbente que, en nuestra alegría, ignoramos las necesidades del mundo exterior y de otros afectos. La intensidad de nuestra conexión, aunque hermosa, había creado inadvertidamente un pequeño desequilibrio kármico en nuestro entorno, enfocándonos solo en la burbuja del "Nosotros". Habíamos amado con fervor, pero con una exclusividad posesiva que no era sana para el alma.
—La resolución final de este ciclo fue diseñada para sanar esa antigua herida —continuó Sax—. Nuestra última separación en la Tierra, y el consecuente reencuentro mediado por la nobleza de tu compañero, fue la forma en que el universo nos enseñó la lección del Amor Expansivo. Teníamos que aprender que el Amor Destino no es exclusivo ni celoso. Debe ser una fuerza que libere y engrandezca a quienes lo rodean, no una jaula que aísla a quienes lo viven. El sacrificio de tu compañero terrenal, al desear tu felicidad por encima de su propia posesión, sanó esa antigua deuda de exclusividad.
Sentí una oleada de gratitud cósmica tan poderosa que eclipsó la alegría de nuestro propio reencuentro. Comprendí que el papel de mi compañero terrenal había sido tan crucial para asegurar nuestra eternidad como el nuestro propio. Su amor fue el espejo necesario para que yo pudiera ver mi propia verdad y el catalizador para sanar un error que se arrastraba por ciclos.
Ahora, con la lección de la integridad y el Amor Expansivo aprendida y el hilo rojo sanado, nuestra nueva función en la Fuente se reveló. No era un descanso, sino un nuevo inicio de servicio eterno. Seríamos Guías de la Integridad del Hilo Rojo.
Ayudaríamos a las almas que se encontraban en encrucijadas similares, aquellas que estaban divididas entre el amor de su presente y la promesa de su destino. Nuestra historia se convertiría en un faro de verdad: la prueba de que el amor es más fuerte que la muerte y el olvido, pero solo si se vive con honestidad, nobleza y expansión en cada existencia.
El destino, al fin, no era solo estar juntos, sino servir juntos. La incertidumbre se había extinguido por completo. Ya no éramos almas separadas buscando. Éramos la Totalidad, armonizada y completa, listos para las siguientes etapas de la eternidad.