Corazones En El Limbo

Capítulo 27 __Ninguno imaginaba lo que sucedería después

Siete meses después.

Hoy es el baby shower.

Me desperté antes de que sonara el despertador, con esa mezcla rara de nervios y emoción que no te deja dormir del todo. La panza estaba pesada, más grande de lo que me imaginaba, tirante, como si me recordara —una vez más— que ya no era solo mía. Me giré despacio en la cama y lo vi a él acomodando las sábanas, medio dormido, medio atento, como si incluso dormido estuviera pendiente de mí.

—Hoy es el día —dije, más para mí que para él.

Sonrió sin abrir del todo los ojos.

—Hoy es el día —. Y prometo no ponerme nervioso… mucho.

La casa llevaba semanas preparándose para esto. No solo para la fiesta, sino para lo que venía después. El cuarto elegido había sido tema de debate más tiempo del necesario: ni muy chico, ni muy grande, con buena luz, lejos del ruido, y muebles de color neutros pasteles. Cambiamos muebles de lugar más de una vez. Medimos, volvimos a medir. Dudamos entre dos cunas, después entre tres, después volvimos a la primera. Hubo momentos de frustración absurda —yo llorando porque ninguna manta combinaba con nada— y momentos de risa cuando nos dábamos cuenta de lo exagerados que estábamos siendo.

Pero hoy ya estaba todo listo.

Los globos llenaban el living, blancos, verdes suaves, detalles neutros. Nada revelaba demasiado. Queríamos sorpresa. Queríamos que ese momento fuera compartido.

La familia empezó a llegar de a poco. Abrazos largos, manos apoyadas en mi panza sin pedir permiso, risas, comentarios inevitables:
—¡Cómo creció!
—Ya falta poquito.
—Se nota que están felices.

Y era verdad.

Habíamos decidido algo simple pero especial para la revelación. Solo una persona sabía el resultado: mi hermana. Le habíamos dado el sobre cerrado del médico semanas atrás, con la consigna clara de no decir absolutamente nada. Ella se encargó de todo. Nosotros solo confiamos.

En el centro del patio había una caja grande, blanca, sin marcas. Todos la miraban de reojo. Las apuestas empezaron sin que nadie las pidiera. Azul. Rosa. Dos del mismo color. Nadie imaginaba nada más.

Yo tenía una mano apoyada en mi panza y la otra entrelazada con la suya. Sentía el corazón fuerte, presente. No había miedo. Solo expectativa.

—Bueno —dijo mi hermana, golpeando suavemente la caja—. ¿Listos?

Nos miramos. Asentimos.

Abrimos.

Los globos salieron primero, livianos, rápidos, elevándose. Y entonces pasó.

Azul.
Y rosa.

El lugar se lleno de risas, nos habiamos emocionado para saber el género y caímos en la trampa. Fue un momento divertido y loco.

—Jajaja, dale hermana, queremos saber el género del bebe, no puedo esperar para saberlo, por un segundo pense que iba a tener gemelos —dije riendome y con humor.

—Es que así es —me respondio siguiendo con sus chistes.

Nos volvimos a reir todos.

Mi hermana nos quedo mirando riendose como cuando alguien no entiende que pasa.

—Es que de verdad. Así es.

El silencio cubrio el lugar, todos mirando confundidos.

—¿…Dos? —preguntó alguien.

Mi hermana sonrió, emocionada.

—Dos.

La reacción fue inmediata. Gritos. Risas. Manos en la boca. Alguien llorando. Yo sentí que el aire me entraba de golpe, como si recién entonces entendiera lo que estaba viendo. Un nene. Y una nena. Dos vidas. Dos futuros. Dos presencias.

Lo miré. Él me miró a mí. No dijo nada. Me abrazó fuerte, con cuidado, como si supiera que ese momento quedaría grabado para siempre.

—Siempre fuiste ambiciosa —murmuró, con una sonrisa que no le entraba en la cara.

Me reí. Lloré. Todo al mismo tiempo. Era una emoción enorme. Mientras festejaba con mi pareja abrazandolo y gritando de felicidad.

—Bueno, habrá que comprar otra cuna —le dije a todos riendo de emoción, haciendolos reir.

Fue un momento lleno de entusiasmo y lagrimas de felicidad. No sabía como iba hacer para criar a dos pequeños, pero rendirme jámas, haría lo que fuera por ellos. Darle un futuro digno y lleno de felicidad sin que les falte nunca nada.

Entre festejo y pastel. La tarde siguió entre fotos, regalos pequeños, comentarios emocionados, planes que nadie pidió pero todos ofrecían. Sentí pataditas, movimientos, como si ellos también estuvieran participando de la celebración.

En unos pocos días la familia de Liria y Sax se expandiría.

Pero ninguno de ellos imaginaba lo que pasaría después.




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