(Earthia)
Tenía solo doce años cuando mis padres murieron asesinados víctimas de una traición, un regicidio de lo más frío y cruel, dejándome huérfana y con un reino sin lideres adultos, las leyes de nuestro reino dictaban que yo no podía heredar la corona hasta cumplir los dieciocho años, el cargo de cuidar la corona le correspondía al senescal de mi padre, Rian Jeon, quien fue su mejor amigo de infancia de mis padres.
Rian Jeon tuvo un hijo con una bella dama de la corte en el reino Druzatría llamado Jung Kook Jeon, un chico de ojos rasgados como ellos, pero grandes, lo que lo hacían parecer un venadito, su madre falleció al dar a luz a Jung Kook, por lo que Rian tuvo que traer a su hijo al reino Estrerrenio para cuidarlo y criarlo, sin embargo, la gente de los diferentes reinos no lograba congeniar bien unos con otros, existía la discriminación y los llamaban extranjeros. Aquel niño de ojos rasgados había sufrido de bullying por parte de los estudiantes de su escuela por casi toda su infancia hasta que yo llegué al cuarto curso de primaria.
Yo era el revuelo de la escuela cuando llegué, todos querían conocer a la princesa del reino, y me habían rodeado al llegar, para una niña de nueve años eso era confuso y molesto, por lo que mi primera reacción a tanta gente fue ordenarles que se alejaran de mí. Todos ellos estaban obligados a respetarme y obedecer mis caprichos, aunque yo no les pedía nada, no hasta que vi cómo maltrataban a Jung Kook.
A quienes estaban maltratando a Jung Kook les ordené pedirle disculpas de rodillas y nunca más volver a molestarlo. Y a veces hasta le permitía tomar venganza de ellos, ordenándoles cosas al azar que se nos ocurrían siendo niños. Ese fue el comienzo de nuestra amistad larga y sincera, tan especial que muchos decían que lo más probable era que nos casaríamos, sin embargo, ninguno de los dos sentía algo como eso por el otro, estaba segura de eso porque él estaba enamorado de la hija del mejor herrero del reino. Ella no era precisamente la mujer más hermosa entre las plebeyas, pero era guapa, de cabello pelirrojo y ojos grises, se decía que su madre también venía del reino de hielo, aunque nunca había visto su cabello volverse plateado.
Actualmente llegamos a mis bonitos dieciséis años, a solo dos años de heredar por fin la corona para la que me estuve preparando todos los años desde que nací, había asistido a la escuela para aprender a relacionarme con gente de mi edad y quienes crecieran conmigo, aunque solo se me permitió ir a la escuela hasta cumplir los catorce años, después mi educación era estrictamente en el palacio, y Jung Kook fue traído cuando cumplí quince porque yo me había puesto caprichosa y rebelde al no tener al menos un amigo de mi edad en el palacio. Algo realmente gracioso si consideraba que él y su padre vivían en el palacio, únicamente no lo veía cuando él tenía clases en la escuela, pero la rabieta funcionó, pues en seguida su padre lo sacó de la escuela y decidió hacerle pasar clases conmigo.
Decidí escapar de las clases por primera vez en todos mis años solo para poder sentirme libre una vez, pero no quería ir al pueblo, ya lo conocía bien y si me veían alertarían a los guardias del palacio. Yo deseaba ir a los jardines paraíso de mi reino que limitaba con el reino de fuego y aunque Jung Kook protestó ante mi idea de ir allí y no al pueblo, obviamente porque eso significaba no ver a la hija del herrero, decidió seguirme ya que yo iría con o sin él.
−No entiendo qué es lo que tanto te atrae de esos jardines, la temperatura es insoportable −protestó Jung Kook mientras caminaba detrás de mí en los túneles del palacio que conectaba con la salida a esos jardines−. Sabes que allí hace más calor por el reino Slosalia, además la gente del fuego no es muy amigable ¿qué tal si nos encontramos con uno?
−Entonces lo saludamos cortésmente y le enseñamos un poco de amabilidad −respondí buscando la puerta−. No entiendo por qué no podemos ser amables unos con otros, al final todos somos humanos.
−Ellos serán amables contigo porque se llevan bien con tu gente, no con los míos y se darán cuenta de mis rasgos del reino de hielo −dijo él mientras me agarraba de la capa que cubría mi rostro−. Y luego sabrán que soy un mestizo completo cuando vean mis poderes de tierra en lugar de hielo.
−Yo pienso que eso podría ser tu ventaja, verán que eres más de Estrerrenio que de Druzatría −me reí un poco para aliviar la tensión de mi amigo−. Si te muestras amable como eres entonces les agradarás, yo lo sé.
Jung Kook bufó y por fin encontré la puerta, cuando la abrí, la luz del sol me cegó al llegar tan de golpe a mis ojos. Cuando mi vista se acostumbró a la luz abrumadora quedé maravillada con la vista, las flores eran preciosas, había todas las especies del mi reino y colores que uno pudiera imaginar o conocer, pero algo misterioso se encontraba en medio de todo ese jardín, y entonces entendí por qué lo llamaban jardín y no pradera que sería más correcto, una iglesia de color negro se alzaba majestuosa en medio.
Estas iglesias eran conocidas por pertenecer a herejes que no creían en ninguno de los tres dioses, sino el lado malo del dios Maelis, el que creó la discordia y todos los sentimientos malos que los humanos albergamos en nuestros corazones, sus seguidores hablaban de criaturas oscuras que se habían corrompido por culpa de Maelis, los llamados demonios. Era magnética ante mis ojos, caminé hacia ella ignorando los gritos de Jung Kook detrás de mí. Sentí que me seguía cautelosamente al ver que no me detendría ante mi curiosidad, un pie tras otro llegué a la puerta de la iglesia que era enorme.