Corazones en la Tierra

Flor de nacimiento

(Earthia)

Estaba prácticamente petrificada con esa noticia, ¿casarme? A mi edad eso no está bien, siempre la mayoría de edad para un matrimonio había sido dieciocho años, yo solo tenía dieciséis, el príncipe si tenía la edad. No, quizás esto era un sueño de alguna forma retorcido, una pesadilla, casarse sin amor era una condena grande, más cuando ni siquiera conocía al príncipe del hielo, además casarme con él implicaba coronarlo como rey de mi tierra y eso nunca antes había pasado, ser gobernados por alguien de hielo o fuego, nuestros reinos jamás habían mezclado los linajes de los reyes.

−Padre con todo respeto, quizás este trato no es lo más sensato que se te haya ocurrido −dijo Jung Kook rompiendo el silencio−. Me refiero a que, si aceptamos este trato, el reino de fuego puede creer que los preferimos y llegar a una guerra, nunca hicimos matrimonios arreglados con otros reinos.

−Oh si ese el problema, el cómo los vería el reino de fuego se puede resolver muy fácil −dijo el rey del hielo endulzando su voz−. Si no hay matrimonio, entonces le cortaré a la princesa la cabeza ahora mismo −puso su espada de hielo en mi garganta y me torció el brazo hacia mi espalda.

Mis guardias que veían toda la escena desde la puerta, se dieron la vuelta y sacaron sus espadas para impedir que me lastimen, sin embargo, ya era tarde, el rey del hielo m estaba tomando como rehén y amenazaba mi vida si no hacía lo que deseaba. Jung Kook tenía los ojos abiertos como platos y tenía la mano en la empuñadura de su espada, pero no la sacó, ya no serviría de nada tratar de sacarla, la ventaja la tenía el rey y su hijo.

−Vamos a calmarnos todos, su majestad, no tiene por qué hacerle daño a nuestra princesa −dijo Rian con la voz calmada−. Ya que está de por medio la espada de un rey, no voy a arriesgar la vida de ella, si me sigue, pondré una fecha para la boda y que todos estén enterados.

−Sabía que llegaríamos a un acuerdo, lo seguiré, pero uno de mis guardias se quedará aquí junto a la princesa y si es una trampa le cortaran la cabeza −respondió el rey soltando poco a poco mi brazo y bajando su espada−. Mi hijo elegirá la fecha y sus términos de ceremonia, el joven Jung Kook estará vigilado por los guardias, solo porque ahora ella es una mujer comprometida y no es correcto que esté a solas con un hombre.

Me soltó finalmente y se fueron por la puerta, dejándome con Jung Kook y dos guardias de hielo, uno me miraba atento a cualquier orden, y el otro mantenía la espada afuera muy cerca de Jung Kook, seguro estaba ansioso por asesinar a un mestizo como mi amigo, era sabido por todos que los mestizos de los reino no eran bien vistos, pero en el reino de fuego y hielo tenían algo en común, y es que su odio hacia ellos era tan feroz que podía llevarlos a asesinar a los hijos de padres con poderes distintos, de reinos distintos.

−Ahora entiendo por qué tu padre estaba tan cariñoso y amable conmigo −solté apretando los puños dirigiéndome a Jung Kook−. Me vendió, y no solo a mí, sino también la corona.

−Escucha Earthia, sé que todo esto pinta horrible y que incluso no hay como defenderlo −respondió Jung Kook acercándose a darme una palmada en la cabeza−. Pero en realidad lo hizo por tu bien, solo piensa, ellos tenían esa planta, si decíamos que no, de todas formas, ibas a morir.

−Si yo moría, entonces tú serías el rey, el primero en tu línea y apuesto que mejor que mi familia −no estaba mintiendo, yo creía en la buena mano de Jung Kook para reinar en mi lugar, sería un buen rey, yo confiaba en él−. Si fueras rey podrías desposar a quien tú quisieras, convertir a cualquiera en noble, incluso a la hija del herrero, los primeros en sus líneas.

−No podría ser rey, no por ser incapaz, sino porque yo no deseo eso para mí −me tomó de la mano y acaricio el dorso de esta−. Lo que más quiero no está dentro del palacio, planeo conocer los tres reinos e ir más allá, descubrir las tierras salvajes que han surgido desde que nuestros dioses derramaron su sangre en nuestro mundo.

Ese era un rumor muy común en los aldeanos, ellos decían que, durante la guerra, los tres dioses habían terminado muy lastimados y de sus heridas había brotado su sangre divina, dando vida en otras partes del mundo, creando tierra fértil y paisajes inimaginables, animales que quizás existían en nuestros reinos o no, vegetación que nadie tocaba, tierra totalmente virgen y lista para ser conocida, mas no conquistada por nuestras manos.

−No quiero casarme Jung Kook, soy muy joven y ni siquiera conozco al príncipe −dije pensando en lo aterrador que era para mí todo esto−. ¿Qué pasa si él me odia por ser obligado a casarse conmigo?

− ¿Qué te hace pensar que él podría odiarte? −preguntó Jung Kook con voz incrédula.

−Es obvio, su padre arregló este matrimonio, el príncipe ni siquiera dijo una palabra −respondí recordando la timidez del príncipe−. No amará a la mujer que estará atado por obligación, tal vez tiene a otra persona y se la estoy arrebatando.

−Es una posibilidad Earthia, pero lo dudo, eres hermosa y él no dejaba de verte cuando estuvo aquí −dijo él mirando al vacío−. Y si es el caso, no te dejaré sola, siempre me tendrás para cuidarte del odio de un príncipe frío.

Abracé a Jung Kook conmovida, él era mi hermano, uno de la misma edad, pero se comportaba como el mayor de los dos, si él no estuviera quizás estaría llena de dudas. ¿Qué harían mis padres en este momento? ¿Dejarían que me case con un hijo del hielo? ¿Estarían dispuestos a ir a la guerra para negarse a un matrimonio arreglado de su única hija? ¿Buscarían otra cura para mi enfermedad? No lo sabía, y nunca podrí saberlo ya que ellos no estaban vivos.




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