(Earthia)
Cuando me di cuenta de todo lo que pasaba tuve que comportarme como si ya fuera la reina, hablar con el consejo no fue fácil, no tardaron en tratar de oponerse, sin embargo, ante lo que significaba rechazar la oferta de matrimonio, una inminente guerra o dejar que mi enfermedad me mate lentamente, decidieron que era mejor el bien mayor, y eso era unir ambos reinos en matrimonio, pidiendo al rey del hielo que la capital sea Estrerrenio, lo que significaba que el príncipe Ji Min serían quien se mudara a mi reino, dejando su reino en manos de su padre quien tenía un hijo en común con una de sus cortesanas, un medio hermano del príncipe que podía ser el heredero del reino de hielo, todo cambiaría con esta boda.
Pero lo peor estaba por llegar cuando pedimos una reunión con el rey del fuego para dar la noticia, estaba lista para que pidieran algo a cambio de no sentirse ofendidos con nuestra decisión.
Llegó a la sala del consejo, que ahora me tenía aburrida, cuando en el pasado era la habitación que más despertaba mi curiosidad y no estaba permitida a saber las decisiones que tomaban en mi nombre y el de mis padres difuntos. Tuve que sentarme en la silla principal, la que estaba prevista para el rey mi padre, se asemejaba a un trono, con terciopelo lila que forraba la parte del respaldar y las posaderas, la madera era verde, los colores del emblema de mi reino. A mi lado en una silla menos lujosa se sentaba el príncipe Ji Min, el consejo insistía en que el mando más importante lo tendría yo al ser la legitima reina y nacida en tierra céntrica, eso no cambiaría, por lo menos los ancianos no darían su brazo a torcer con esa parte del trato, decían que siempre debía reinar alguien con la sangre de la tierra y vida.
El rey del fuego, Nam Joon, se sentó frente a mí, al otro lado de la mesa, se veía confundido de ver a Ji Min tan cerca de mí, a mi lado derecho para ser exacta, además de evidentemente ser yo la que estaba en la cabeza de la reunión, de seguro estaba acostumbrado a ver a mi senescal Rian, quien ahora estaba a mi lado izquierdo seguido del rey del hielo y al lado de él un hombre anciano con la barba tan blanca como la nieve, seguro se trataba de su consejero real o un brujo ya que todos especulaban que los brujos eran considerados los más sabios en el reino de hielo, al lado derecho de Nam Joon se sentó su senescal, un hombre joven que según recordaba se llamaba Seok Jin Kim, quizás era un familiar del rey, tenían el mismo apellido por alguna razón, y a su lado izquierdo un hombre con armadura, imaginé que era el general de su guardia real.
−Majestad, lo hemos llamado para un asunto delicado, pero no es nada malo, al menos no a nuestra vista −dijo Rian con mirada inexpresiva, pero voz suave−. Antes quisiera pedirle que nos escuche antes de cualquier reacción, se lo ruego.
−Su hospitalidad y buenos tratos cada vez que vine a Estrerrenio son suficientes para aceptar −respondió Nam Joon con una voz diplomática−. Los escucharé sin interrumpirlos, pero la reacción dependerá de la noticia y la solución.
−Muy bien, comenzaré con una verdad incómoda, la princesa Earthia ha estado enferma desde hace al menos ocho años, antes de la muerte de los reyes −comenzó Rian con tristeza en la voz−. Ayer en los jardines finalmente su cuerpo cedió ante la enfermedad y por poco la perdemos.
Nam Joon me miró incrédulo, pues me di cuenta que recordaba de en qué momento había pasado tal cosa, pues todo había pasado en el momento en que él decidió abandonarme en los jardines de mi palacio sin saber que mi enfermedad me atacaría, y vi una gran disculpa en sus ojos, mi garganta se cerró, y me di cuenta que pronto sería yo quien se disculpara, con él, temía que él tomara nuestros momentos juntos como un coqueteo y solo un capricho de jugar con su tiempo.
−Por esos ocho años hemos buscado la cura de esa cruel enfermedad, pero según los expertos doctores y el mejor brujo del mundo, solo una planta era la cura −siguió uno de los ancianos del consejo−. Cuando la buscamos, mucha gente nos dijo que dichosa planta estaba extinta, que crecía en el frio.
Las miradas del rey Nam Joon y compañía fueron directamente al rey del hielo y el príncipe Ji Min. Había interrogación en sus miradas, obviamente preguntándose por qué ellos no nos habían ayudado hace ocho años. Yo también tenía esa pregunta en la cabeza, pero no iba a formularla hasta tener privacidad con quien sería mi esposo, mi prometido Ji Min.
−El reino de hielo nos ayudó a buscar aquella planta, su senescal para ser más exactos −dijo Rian tan rápido como pudo al ver que esas miradas eran un poco agresivas−. El rey del hielo no sabía nada, el senescal del reino de hielo ayudó, pero su gente también dijo que aquella planta se había extinto.
−Entonces ¿la princesa Earthia morirá por esa extraña enfermedad? −preguntó Nam Joon incrédulo.
−Debo informar que afortunadamente no, gracias a que esa planta apareció en una parte remota de mi reino −dijo el rey del hielo−. Mi hijo Ji Min la encontró y la cuidó con mucho esmero, hasta que esta creció grande y fuerte, tenemos de sobra en nuestro jardín, de hecho, ya le fue entregada una primera infusión de spireas.
−Es un alivio, entonces, la princesa Earthia goza de buena salud, le damos nuestras felicitaciones −el rey del fuego se levantó e hizo una reverencia hacia mí con una sonrisa cálida que mostró sus hoyuelos−. No veo por qué esto tendría una mala reacción de mi parte, no deseo la muerte de ningún monarca, aunque no tengan los mismos poderes.