Corazones en la Tierra

Decepciones del corazón

(Ji Min)

Cuando la princesa se fue de la habitación, nosotros nos quedamos en silencio, su senescal se disculpó y se fue, mi padre con una sonrisa enorme en el rostro se fue de ahí, pensé en por qué mi padre odiaba tanto al reino de fuego, no entendía la razón, sin embargo, era evidente que no era de mi incumbencia, yo tenía que enfocarme en mi futura esposa, el reino que tendría que cuidar y quizás una enemistad con el reino de fuego por hacer algo que antes nunca hubiera pasado.

Tenía que buscarla, hablar con ella para que supiera que para mí era un honor ser su esposo, así que corrí detrás de ella para alcanzarla. No me costó llegar hasta una de las puertas del jardín principal del palacio y ahí la encontré, tan hermosa, tan delicada, tan magnifica ante mis ojos. Ella tenía los ojos cerrados y dejaba que la lluvia la mojara, quizás quería encontrar paz y tuve una idea. Decidí usar un poco de mis poderes para congelar el agua de las nubes, y todas las gotas se convirtieron en nieve que ella recibió con sorpresa.

Mientras ella y yo hablábamos no podía dejar de ver cada detalle de su rostro, sus largas pestañas, cómo arrugaba la nariz a veces sin darse cuenta, sus labios rosas que por el frío se ponían pálidos.

−Nosotros no solo hacemos hielo duro y cortante, princesa Earthia −le dije sin dejar de ver sus hermosos labios, pensando si de alguna forma podría tocarlos−. También creamos nieve, suave y delicada, hermosa e impredecible, me recuerda a usted de alguna forma.

Pero ella se negaba a creerme, ella no veía lo que yo, no aceptaba su propia belleza porque solo veía su enfermedad que la había consumido por esos años, y en parte era verdad, decían que hasta sus poderes se habían visto afectados por esa razón, que ella no tenía la fuerza que la familia real tenía, que en su mayoría no había demostrado su potencial al máximo. Entonces ella me expresó su preocupación ante el compromiso forzado que estábamos obligados a cumplir. Le dije con toda sinceridad lo que yo sentía y que estaba más que feliz con el compromiso y al no tener respuesta de su parte la besé. Aunque no fue un gran beso, para mí lo fue todo, mi corazón estaba tan alegre que sonreí, y ella solo huyó del lugar después de disculparse y dejarme en claro que le había gustado mi beso.

Fui a la habitación de la princesa, llegando gracias a las indicaciones de una dama de la corte que sonreía mucho, era muy obvio que las mujeres de este reino miraban lo que todas miraban, la belleza de mi rostro, aunque nunca había sido algo que me gustara. Llegué frente a su puerta custodiada por dos guardias, la miré por un momento, era de madera gruesa y oscura, pero lo más bonito eran los detalles, rosas con espinas que la rodeaban como un capullo, era el emblema del reino Estrerrenio, representaba belleza, pero también su fuerza. Me acerqué para tocar la puerta, pero los guardias me cerraron el paso con dos lazas que tenían florituras en cada mango.

−Soy el príncipe de Druzatría y prometido de la princesa Earthia, quiero hablar con ella −anuncié a los guardias para que bajen la guardia.

−Lo sentimos, su alteza, pero ella nos ha ordenado no permitir el paso a nadie, ni siquiera al joven Jeon −respondió uno de los guardias−. Quizás sea uno de sus berrinches, a veces los hace y nos ordena no dejar pasara a nadie, sin embargo, le diré que estas cosas se le pasan después de dormir.

−Está bien, entonces iré a la biblioteca para poder buscar más información del reino −dije amablemente−. No se lo digan a ella cuando salga, quizás para ese momento yo me vaya a dormir.

Caminaba tratando de tomar un poco de aire, después de haberle confesado mis sentimientos a la princesa mis mejillas se sentían calientes a pesar de mi baja temperatura natural. Si existía un sentimiento mejor que el que había experimentado con ese beso no me imaginaba cuál era. Quería leer algún libro de romance, aquellos que nunca había tocado por pensar que el amor era una completa estupidez, pero ahora entendía porque lo describían como un estado de ebriedad, así me sentía.

Estuve unas horas leyendo cuentos y leyendas de parejas que no habían podido estar juntas por una o varias razones, otros cuentos en los que el bien triunfaba y terminaba en que el príncipe besaba a la princesa y se casaban para estar juntos por siempre. Eso era lo que yo deseaba con todo el corazón, un final feliz con la princesa Earthia, uno en el que ambos fuésemos los mejores reyes de ambos reinos.

Y entonces en el momento que decidí ir a guardar el libro que tenía en las manos, los vi. La princesa Earthia y el rey Nam Joon estaban besándose, él tenía los brazos alrededor de ella y ella parecía estar muy cómoda, nada indicaba que él la hubiera obligado a besarlo. Pude entender en ese momento que yo no era el príncipe de los cuentos, sino el villano que estaba separando a los dos protagonistas, que ellos nunca estarían juntos, y un sentimiento ardiente y cruel me atrapó. Era una furia inconmensurable, yo no iba a permitir que nadie se burlara de mí, mucho menos el rey de fuego, y si yo estaba destinado a ser el villano de su historia, entonces sería el más cruel y desgraciado de todos, iba a hacer que se arrepintieran de haberme roto el corazón tal y como lo estaban haciendo.

Tomé a la princesa del brazo y la jalé con toda la fuerza que tenía en ese momento sin importarme el daño que eso le hiciera a ella, saqué mi espada y apunté directo al rey de fuego. Ya no podía pensar en nada que no fueran ellos besándose delante de mí, y en cómo dejaría que mi espada se tiñera con la sangre roja del rey, listo para asestar un golpe.




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