(Earthia)
Me encontraba en mi habitación llorando por algo que yo misma había ocasionado al tratar de huir de mi deber y mis promesas como princesa y futura reina de Estrerrenio, le había roto el corazón al príncipe Ji Min y él ahora me odiaba lo suficiente como para obligarme a tener una boda como tal, me odiaba y yo lo entendía sin duda.
La culpa era lo que más invadía mi mente, en solo un error había logrado que destituyeran a Rian, condenen a Jung Kook a seguirme a todas partes, y que yo perdiera incluso mi libertad de ir a donde yo quisiera sin vigilancia, algo de lo que había disfrutado mucho cuando solo era una princesa que nadie necesitaba. Y todo eso pasaba por mi mente ahora, viendo como mis doncellas me preparaban con un hermoso vestido del color del pasto, un velo que cubría mi rostro, me había maquillado y peinado lo suficiente para ocultar mis ojeras, sin embargo, no podían cubrir mi tristeza.
−Muy bien ¿estás lista para ir a la iglesia? Seré yo quien te entregue según mi padre −dijo Jung Kook entrando a mi habitación, me di la vuelta para verlo y él se quedó ahí paralizado−. Wow te ves realmente hermosa, creo que entiendo el por qué el príncipe Ji Min está tan terco con esta boda.
−Creo que voy a vomitar, pero antes quiero llorar hasta quedar seca −respondí conteniendo las lágrimas−. Espero que algún día tu padre y tú puedan perdonarme por haber hecho cosas que los terminaron afectando a ustedes −mis lagrimas empezaron a caer y él se acercó a limpiarme−. Por mí siempre estará en peligro tu querida novia, yo los condené.
−Enamorarse no es un pecado, te entiendo más que nadie, no puedo culparte por haber tenido un poco de esperanza en disolver el compromiso por el rey −dijo Jung Kook limpiando mis lágrimas con un pañuelo−. Lo único que me queda es casarme con ella en secreto y traerla al palacio para que esté a salvo y donde yo pueda vigilarla.
−No me sorprendería que el rey Nam Joon no asista a la boda −comenté mirando al vacío−. Después de hoy me odiará también, lo harán los dos de cierta forma.
−Nadie te odia Thia, el príncipe solo habla desde el dolor y el rey Nam Joon te perdonará en algún momento −respondió Jung Kook con un tono calmado−. Mi adre dice que tomará por fin las vacaciones que tanto había deseado desde hace diez años, así que irá a conocer el reino de fuego y quizás más tarde el de hielo para encontrarse con la familia de mi madre, son gente amable, estará bien.
− ¿Y si el nuevo senescal es malo? −pregunté.
−No lo creo, muchos hablan bien de ese tal Ho Seok Jung, dicen que es amable y por eso se ganó el cariño del príncipe Ji Min −él trataba de calmarme, pero aun así yo temía que fuese como Ji Min−. Quizás solo son imaginaciones tuyas, no puedes saber si es malo hasta que lo conozcas.
−Es momento de ir a la iglesia, su alteza, ya está todo listo y se nos dio la orden de llevarla esté o no lista −dijo un guardia de hielo acercándose a mi puerta−. Por favor, hágalo de forma pacífica y por su propia cuenta, no queremos pelear con usted, ni obligarla a nada.
Asentí con la cabeza y tomé a Jung Kook del brazo para apoyarme en él si me caía o algo por estilo, con esos tacones podía pasar, no estaba tan acostumbrada, aunque mi madre la reina siempre los había usado y decía que yo aprendería cuando se acercara el momento de tomar la corona de reina.
Cuando llegué a la iglesia no había tanta gente, estaba el consejo, las damas de la corte, mi ex senescal Rian, el rey del hielo, el rey Nam Joon, sus respectivos senescales, el sacerdote encargado de la ceremonia y finalmente Ji Min. Para mi sorpresa al lado de Rian estaba la hija del herrero, con sus hermosos rizos rojos cayendo con gracia hasta su hombro, sin duda estaba presenciando mi boda con toda la elegancia que le permitía su posición.
Jung Kook me tomó con más fuerza y me guio por el pasillo en el que había una alfombra de color negro que finalizaba justo donde estaba el príncipe. En ese momento un piano empezó a sonar con la canción más romántica, pero triste que tenía en su repertorio, era una melodía hermosa y adecuada para mi corazón que se rompía poco a poco.
Por fin di un paso y Jung Kook me siguió sin dudar, podía sentir su respiración tensa, quizás era lástima lo que él sentía en ese momento por mí. El pequeño pasillo se me hacía infinito por el miedo y la incertidumbre que estaba pasando en ese momento. Seguí caminando mientras contenía mis lágrimas, hasta que por fin llegamos frente a Ji Min, quien me esperaba con una mueca de sorpresa y frialdad, sin duda era porque quizás creía que iba a escapar, pero se equivocaba, yo afrontaría todo como debía.
−Príncipe Ji Min, le hago entrega de la princesa Earthia, nuestra más preciada posesión en Estrerrenio −dijo Jung Kook tomando mi mano−. La necesitamos tanto como ella a nosotros y solo puedo pedir que la cuide y proteja de los males de las guerras, la envidia y la crueldad −le entregó mi mano al príncipe con cierto miedo, yo estaba condenada por él, podía verlo en sus fríos e inexpresivos ojos, Ji Min sería el causante de mi dolor en el futuro−. Le entrego a mi mejor amiga, mi compañera de juegos y travesuras, mi confidente y hermana pequeña.
−Y yo recibo el tesoro que me estas encomendando, listo para darle todo lo que ella merece y debería tener, el tesoro de este reino −respondió Ji Min recitando lo que de seguro era un discurso bien ensayado para no levantar las sospechas del sacerdote o los presentes cercanos−. Tienes mi palabra de que su seguridad siempre será primero para mí, y que vivirá con todas comodidades que debe tener una reina.