(Earthia)
Desperté en un lugar oscuro y seco, lo sabía porque no podía sentir la humedad del aire, era horrible, pero estaba confundida, hace un momento creí estar muerta, los escombros que nos habían caído encima deberían habernos matado en ese instante, y entonces, pensé en Ji Min. Si yo no estaba muerta, entonces él si lo estaría, porque por lo que yo podía darme cuenta, estaba sobre una cama, aunque no podía ni siquiera ver mi mano en la oscuridad.
Me levanté con dificultad, tanteando con las manos para tratar de saber dónde estaba, esta no era la enfermería, yo la conocía muy bien, tampoco era una habitación provisional, ni las guaridas que existen en caso de ataques de guerra, yo conocía todos los rincones de mi palacio, todos excepto los calabozos, pero yo no podía estar ahí. A menos que el impacto de los escombros hubieran golpeado tan fuerte el suelo donde yo estaba que le abrieran un hueco y yo hubiera caído hasta ahí, cosa que no tenía ni un poco de sentido.
− ¡Auxilio! ¡Déjenme salir de aquí, estoy atrapada en alguna parte del palacio! −grité para que me encuentren, pero ni un solo sonido se filtraba por estas paredes de piedra fría−. ¡Por favor, creo que caí en los sótanos!
Me quede en silencio, pero nada, era como estar en la nada, una habitación tan pequeña que solo tenía una cama. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
Pasaron lo que me parecieron horas y el sonido de la perta abriéndose me trajo de vuelta a la cordura. Pero mis ojos no estaban listos para la luz cegadora que entraría por la puerta cuando la abrieron, y mis pulmones querían algo de aire fresco, aunque solo tuvieron un fétido aire a químicos y gases asqueroso que m invadieron. Un hombre extraño de cabello azul apareció y me extendió la mano.
−Majestad, tiene que seguirme −dijo el hombre ayudándome a salir−. Estuvo en esa habitación todo un día y una noche, aunque la mayoría estuvo dormida.
−¿Qué pasó? Alguien atacó el palacio y yo estaba corriendo con mi esposo −caminaba con dificultad detrás del misterioso hombre.
−La explosión logró destruir una parte enorme del castillo, su majestad −dobló por un pasillo que solo estaba iluminado por antorchas−. Era fuego que solo existe con magia, por lo que creemos que nos atacaron los del reino del fuego y el rey…bueno su esposo parece estar…muerto como casi la mitad de la gente del palacio.
Un horrible dolor paralizante invadió mi pecho, no podía estar hablando en serio, mi esposo no podía haber muerto aplastado por la explosión, y menos atacado por el reino del fuego, Nam Joon no podía ser capaz de eso. Pero si lo era, después de todo aquella chica que había atacado a Ji Min fue enviada por Nam Joon, eso lo sabíamos gracias al espía del reino, no era tan difícil creerlo, cuando claramente ellos se odiaban.
Seguí caminando detrás del hombre que me había salvado, pero mi cabeza no estaba ahí en ese momento, y mis ojos se dejaron invadir por las lágrimas de tristeza al saber que mi esposo estaba muerto, o al menos eso era lo más probable. Si Ji Min estaba muerto, entonces yo debía ser reina de un reino completamente aterrado, sin una parte de mi palacio, o la gente que me cuidaba, y lo más probable era que el reino del hielo pediría venganza por su príncipe muerto, cosa que, sin duda, yo también deseaba, porque yo estaba enamorada de él.
El hombre me guio hacia unas escaleras que iban hacia arriba, y al final había una puerta, que afortunadamente no estaba cerrada, o al menos no para este hombre. Todo este lugar era extrañamente familiar para mí. Y por fin cruzamos esa puerta para salir a un enorme jardín. Era el jardín paraíso, no solo lo supe por las flores, sino por el calor insoportable del lugar. Todo estaba como lo recordaba, incluyendo la iglesia de los herejes de Maelis, tan majestuosa y de colores oscuros.
−Supongo que su majestad conoce los secretos que rodean esas iglesias −dijo el hombre por encima de su hombro tratando de mirarme−. El lado malo del dios Maelis tiene una gran leyenda en esa parte de nuestro mundo.
−Sí lo sé, conozco las leyendas y mitos que las envuelven −respondí limpiando mis lágrimas−. Pero no entiendo cuál es la relación entre estas y lo que pasó, deberías llevarme a mi palacio.
−Las respuestas están dentro su majestad, por favor, sea un poco más paciente −pidió él mirando la puerta de la iglesia y entramos−. Ahora está abandonada como siempre, pero los herejes creían que él podía venir a nuestro mundo a través de ellas y crear el caos.
Y ahí en el estrado estaba esa estatua de Maelis, pero aquel enigma de la puerta me llamaba otra vez, y el hombre se detuvo en la entrada, para guiarme hacia una puerta de tamaño normal que estaba al lado izquierdo de esta iglesia. Sacó una llave y la abrió dejándome ver que solo se trataba de una habitación con una cama, una mesita de noche donde estaba una lampara para alumbrar en las noches, un armario lleno de ropa, un baño en otra habitación y una alacena llena de comida, todo era extraño para mí, y esperé una explicación.
−Lo cierto es que usted no es libre su majestad, no lo será en un largo tiempo −dijo el hombre prendiendo sus manos con fuego−. Desde ahora usted es prisionera en el jardín paraíso, le dejamos libros, tiene su medicina en esa alacena y puede recorrer todo lo que no esté rodeado de fuego.
− ¿Quién le ordenó esto? −pregunté alistando un ataque para escapar.
−Creo que usted ya lo sabe, pero lo importante es que desatara la guerra −él retrocedió hacia la puerta−. Los ancianos creerán que los reyes están muertos y será una buena excusa.