(Ji Min)
La semana había sido tan cruel para mí, mi cuerpo estaba lastimado por todos los golpes que sufrí cuando cayeron los escombros del palacio de mi esposa. Había perdido a la mujer que amaba, no sabía si estaba muerta, o la habían secuestrado para hacerle quien sabe qué cosas. Y encima los ancianos del consejo me habían presionado para declarar la guerra porque ellos estaban seguros que el Slosalia había planeado todo esto.
A los tres días de tener malas noticias de mis guardias, o al menos los que quedaban, acepté declarar la guerra a Slosalia, teniendo todo el apoyo de mi reino, mi padre envió una carta diciendo que enviaría a todo el ejército de hielo para proteger a tierra céntrica. Teníamos capturados a los causantes de las explosiones que destruyeron la mitad del castillo, y al parecer si eran súbditos de Nam Joon.
Jung Kook quien por suerte no estaba herido lideraba la búsqueda de Earthia, él venía cada tarde a darme sus informes y asegurarse que seguía vivo, al parecer temía que yo podía atentar contra mi propia vida por el dolor de no saber dónde estaba mi esposa.
− ¿Sabes que tu presencia constante me molesta? No soy un niño, soy tu rey −espeté al tenerlo de nuevo frente a mi cama−. Solo son unas malditas costillas rotas que estarán como nuevas en unas semanas.
−Usted sabe que no me preocupan sus costillas o la pierna rota que tiene −respondió tomando asiento en una silla que estaba cerca−. Lo que me preocupa es su mente.
−Desde aquí no puedo matar a nadie, ni siquiera puedo usar mis poderes sin hacer crujir mis huesos −estaba furioso de sentirme tan inútil ante esta guerra−. Deberías prepararte para la guerra que viene, o mejor para asesinar a quien se llevó a mi esposa donde sea que esté.
−Entonces no pierde la esperanza de que Earthia esté viva en alguna parte −levantó una ceja y yo solo lo fulminé con la mirada−. Yo también la quiero encontrar y hacerle daño a quien la tenga cautiva, usted lo sabe mejor que nadie.
− ¿Y por qué me haces preguntas tan estúpidas si crees que la tienen cautiva? −pregunté quitando mi mirada de él, solo tenerlo cerca ya me estaba poniendo de mal humor−. Si vuelves a preguntar algo así juro que te mandaré a la primera fila.
−Ella no querría una guerra en la que muchos soldados mueren, ya recibimos informes de al menos treinta jóvenes de dieciocho años muertos −me regañó haciendo que yo me enfade más de lo que estaba−. Creo que yo mismo seré voluntario para llegar hasta el rey Nam Joon y pedirle que detenga esta estupidez.
−Si vas a estar frente al rey Nam Joon quiero que me traigas su cabeza −repliqué cerrando los puños−. No se terminara hasta que uno de nosotros esté muerto.
Alguien tocó la puerta interrumpiendo la conversación con Jung Kook, algo que agradecí aliviado y le di permiso de entrar.
−Su majestad, un hombre que se identifica como “el gato de hielo” quiere verlo −dijo el guardia con cautela−. Ya lo revisamos y no tiene armas.
−Muy bien, que pase, lo estaba esperando −respondí−. Jung Kook tú tienes que irte, déjame solo.
Por un momento creí que él protestaría por mi petición, pero pronto se calmó y solo hizo una reverencia para irse de mi habitación. Casi de inmediato entró Yoon Gi Min y se vieron frente a frente, cosa que quizás alertaría a Jung Kook porque lo había visto muy seguido en el castillo desde que me había casado con Earthia.
−Veo que los obreros de Estrerrenio son muy rápidos con sus reparaciones −dijo Yoon Gi sonriendo como solía hacerlo de manera engreída−. Incluso ya cubrieron gran parte de los pasillos, quizás manejar la tierra es mejor que los otros dos poderes.
−Creo que simplemente quieren encontrar el cuerpo de Earthia si es que está muerta −respondí sintiendo esas palabras como cuchillos−. Y lo que yo deseo es saber dónde está, dime que tienes alguna noticia de ella.
−Así es, el problema es que ella no puede salir de ahí, un antiguo poder la mantiene prisionera −explicó y yo solo me mostré escéptico−. ¿Usted conoce la leyenda del jardín paraíso que está en frontera con Slosalia?
−Sí, por supuesto, es tierra de nadie que fue bendecida por la sangre de los dioses −me senté para estar un poco más cómodo, aunque era imposible−. Dicen que ahí está una iglesia hereje de sacrificios humanos.
−Exactamente Ji Min, pues no es una leyenda, si existe, y al parecer si hay todo lo que creemos −Yoon Gi se sentó en la silla que había usado Jung Kook−. Vi sangre en el suelo de esa iglesia y una enorme puerta sellada con varias cadenas.
−Pero ¿por qué dices que ella es prisionera ahí? Bastaba con que la saques y ya.
−No es tan simple, ella se ve más sana de lo que ha estado aquí en su tierra −me entregó una pulsera de ella−. Pero ella no ve lo que yo vi, una especie de hechizo no la deja ver la puerta que puede sacarla de ahí, lo que significa que ella no puede salir de ese lugar.
−Solo haz que pase por la puerta y ya Yoon Gi −guardé la pulsera en mi regazo−. Si ella no puede verla no significa que no esté ahí.
−Es exactamente lo que significa para ella, los dioses la quieren ahí −se puso de pie y me dio la espalda−. El hechicero Tae Hyung, dice que quizás su tarea ahí es recuperar toda su fuerza y en cuanto lo haga los dioses la ayudarán.