Corazones Estrellados

- 5-

Abby.

Él niega con la cabeza. Y yo voy a arriba a revisar las habitaciones, voy a la de Samuel y me encuentro su habitación hecha un laberinto de ropa.

Entonces grito lo más alto que puedo y aviso a Óscar.

—¿Qué pasa?

—¡Demonios, Óscar! —le grito dándole un codazo—, Me has asustado.

—Pero si tu eres la que ha gritado. ¡Sabes que por poco me da un paro cardíaco! Eres muy chillona, Abby—réplica.

Ruedo los ojos y asiento.

—Samuel no está, y su habitación esta hecha un desastre.

—¿Creés que se habrá ido de casa?—me pregunta. Yo trago saliva y niego. Pero luego asiento.

Se ha ido de casa. Todo apunta a que no está en ninguno de los lugares a donde suele ir, le he buscado por todas partes.

Y nada.

Samuel se ha ido, y no se a dónde.

Esto parece una pesadilla.

🌸🌸🌸

Al día siguiente llego a la facultad y en la clase de Derecho civil, es una clase relajada y en la que pocas personas de las que estaban ahí interveníamos en la clase.

Entre todos los alumnos se hallaban Wyatt,Christopher, Peter y entre los demás no conocía a nadie, pero esperaba poder hablar con alguien.

Termino la clase y cuando suena la campana salgo escuchando el último anuncio del profesor: —No olviden preguntar por el libro de Derecho civil en consejería, este año habrá cambios. ¡Cuesta 20$ la fotocopia! Es un libro muy gordo. Y es la última edición que han sacado hace dos meses.

En el descanso entre clase y clase voy a mi taquilla y dejo mis carpetas. Al colocarlas se me cae la morada y me agacho a recogerla. Entonces unos papeles se vuelan hasta la puerta principal.

Mierda. Siempre ando fatal con estas cosas, un día tendré que comprar un archivador, será  más fácil y accesible para meter mis cosas, sobre todo mis escritos.

—Hey, ¿te ayudo? — dice una chica que lleva sus mechones rosados, cabellos dorados y lisos. Asiento en un suspiro—. Soy Meghan —dice ella mientras recoge mis escritos—. Estamos en Derecho penal juntas, creo. 

—Sí, me suena haberte visto. Yo soy Abby —sonrío y estrecho su mano—. También estamos juntas en civil. ¿Qué te toca a ti ahora?

—Derecho Penal. Vamos juntas —sonríe y me da los escritos sin detenerse a penas en leerlos.

—Gracias.

Horas después Meghan y yo estuvimos hablando sobre quedar algún día y presentarme a sus amigos. A lo que acepté, me pareció una chica bastante agradable para lo que estoy acostumbrada a ver. Y me hacía recordar a mi amiga Clary de Bulgaria.

La echo tanto de menos...

—Vale, pues que sepas que tus escritos son el paraíso —me comenta antes de irse y le miro perpleja, mis mejillas aumentan a un color más rojizo que anteriormente.—Sobre todo lo de la tormenta de arena. ¿Cómo se te ocurrió?

—¿Cómo... cómo dices? —pregunté ruborizada y ella se rió. —¿Cómo lo has leído tan rápido?

—No te preocupes, te lo dice una persona que ha escrito durante toda su vida. Nos vemos pronto, Abby —se despide con una cálida sonrisa.—Y espero que la próxima vez me dejes verlo más a fondo.

Que vergüenza.  Ha leído mis escritos, y a penas los he podido editar soy bastante perfeccionista con mis dibujos, con lo que escribo y con mi voz. También me gusta cantar, pero desde hace un año no canto porque lo hacía con mi hermano pequeño, era nuestra manera de hablarnos.

—Dios...¿Entonces escribes?—pregunto aliviada y medio nerviosa—. Aún más apuro, todavía no lo he podido perfeccionar, pero gracias. ¡Ya nos veremos! —sonrío y me despido con la mano.

— No es motivo para avergonzarse. Ya quisieran muchos escribir así...¡Bueno nos vemos!

Salgo del edificio y decido pasearme un rato por allí. Los jardines son impresionantes son muy verdosos y hay incluso un lago cristalino que está rodeado de cisnes blancos.

—Vaya, vaya, vaya... Abby Evans ¿En Inglaterra? — me doy la vuelta y me quedo patidifusa con lo que mis ojos están viendo.

Debe ser una broma. ¿El mundo me está declarando una guerra? Me pellizco para tratar despertar de esta pesadilla.

—Auch —digo en voz alta.

—Abby, ¿no te acuerdas de mí? —me guiña un ojo y me ruborizo.

No podía ser. Otra vez no me podía estar pasando esto, pensaba que ya no viviría aquí o con suerte se habría olvidado de mí. Y me dejaría en paz para siempre.

¿Cómo era posible que se acordara de cómo era mi aspecto?

Definitivamente, esto tiene que tener una cámara oculta.

Porque el chico que se encontraba delante de mí, era el único chico que llegó a tener mi corazón a su disposición y lo pisoteo de todas las maneras que pudo.

Fue mi primer amor.

Un amor erróneo, peligroso, y apasionado.

Christian.


Harry.

Una vez termino las clases salgo a toda pastilla hasta alcanzar a la chica pelirroja. Le doy un golpecito en el hombro para llamar su atención, me mira esperando a que hable.

—Oye, Meghan tienes que hacer lo siguiente por mí. Si lo haces, prometo que tendré una cita contigo. ¿Vale?—asiente con la cabeza y me presta atención. Miro hacia un lado para ver que nadie está escuchando.

Sobre todo Wyatt, que últimamente está un poco curioso.

—¿Qué debo hacer?

—Debes hablarle a la chica nueva, la que está al lado de esa taquilla. ¿La ves?—pregunto sin dejar de mirarla. Pero ella no se da cuenta porque se le han caído unos papeles, al percatarme de que se dirigen hacia donde estoy me doy la vuelta. —Vale, nos vemos más tarde. Trata de hacerte su amiga, y luego hablamos. ¡Ciao!

Respiro. Me voy a clase de bioquímica que tengo con Samuel, el por desgracia esta en mi mismo curso.

Antes era una ventaja. Pero ahora me dan arcadas compartir el mismo espacio con tal individuo. Me quito a la chica que me gustaba, sabiendolo.

Lo hizo a propósito. Y quizás, la mejor manera de hacerselas pagar es romperle el corazón a su prima. Ella parece que es una persona que le importa.




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