Corazones Estrellados

- 7-

Abby.

Christian estaba delante de mí tratando de hablarme. Intentaba explicarme la razón por la cual hace unos años me rompió el corazón, engañándome con otra persona.

Y tratándome como basura desechable.

Pero, efectivamente. Sus razones patéticas no me valían nada.

¿Por qué no lo supera? Yo lo he hecho, y la soltería me sienta de miedo.

¡Abby Evans si que está completa y entera! No como esos desesperados que lo único que quieren es hacer de adultos demasiado pronto. Somos jóvenes y tenemos tanta vida por delante. ¿Qué le pasa al mundo?

No veo la necesidad de querer crecer tan rápido.

—Lo que tuvimos quedó en el pasado, Christian. —suspiro levemente y continuó hablando—Yo era ingenua, y tu aprovechaste eso para lastimarme. —dije sin dolor en mis palabras, se  notaba demasiado que ya no me afectaba como antes.  Estaba orgullosa de estar manteniendo la compostura frente a él , hasta me apremiaría a mi misma por estar llevándolo así de bien—.Tú me engañaste y después de eso me fui con la intención de no verte más, y cada uno hizo su vida. —hiper ventilo rápido. Remover este tema me ha puesto nerviosa. —Y yo no tendría que estar dándote explicaciones por actos del pasado.

Los recuerdos  vuelven a mi memoria a través de flashbacks. Aún no podía creerme todo lo que me hizo. Yo en ese momento llevaba gafas para leer, y sin embargo a la gente le molaba bastante, nunca hicieron un comentario grosero sobre mí. Pero aún así, yo preferí ponerme lentes de contacto, para evitar problemas en un futuro.

Después de eso, me interrumpió poniendo un dedo sobre la sien de mis labios, y empezó a acercarse. Me quedé paralizada no podía moverme. Solo pude mirarle a los ojos, y acto seguido muy inconsciente de lo que hacía cerré los ojos. Entonces sentí un movimiento extraño, todo lo vi borroso. Escuché un ¡Plash!

Abro los ojos como platos y en ese momento noto que Harry clava su vista en mí. Es tan penetrante, que no puedo dejar de mirarlo. ¿En serio ha hecho eso? La boca se me abre, y me quedo perpleja.

Observo a Christian Brown quién me observa con una camisa mojada en la que se puede observar todos sus cuadriceps y abdominales. Muerdo mi labio inferior y trago saliva.

Dios mío, Abby. ¿En qué pensabas? Sino hubiera sido por Harry te hubieras dejado besar por ese cachas que no tiene ni cerebro. Ruedo los ojos.

Harry se acerca a mí y me toma de la mano, haciendo que levante mi vista hacía él. Sus labios se ven carnosos, y su nariz muy redondeada.

Me apetece darle mil besos y abrazos por haberme salvado la vida, bueno, de que mis labios fueran violados por mi único ex-novio. Al que consideraba el amor de mi vida...

Que ilusa que era en aquel entonces. Ahora sigo siendolo, pero, se controlarme.

—Harry, ¿Por qué demonios has hecho eso?—las palabras correctas que quería decir se atragantan por el camino, y mi boca habla sin autocontrol.

Demonios.

—Abby ¿Me tomas el pelo?—bufa y sonríe de lado, señala al chico que estaba al lado mía, y ahora está secándose con una toalla. — Ese tío te estaba molestando, y hace tiempo tenía ganas de tirar a alguien a ese lago.

Me empiezo a dar cuenta de que todos en la facultad no paran de mirarnos. Genial, acabamos de convertirnos en el centro de atención de todo este lugar, ya voy por el mal camino.

Resoplo.

—Si. Es verdad que se lo merecía, pero, deberías meterte en tus asuntos. —me cruzo de brazos y él parece confundido respecto a lo que digo. —A ver Harry, ¿es que no pillas la indirecta? Necesito espacio.

Su sonrisa burlona es intercambiada por una un poco más pequeña. Se le ve serio, un poco más raro que de costumbre.

—Bien. Yo solo trataba de ser amable, pero, ¿quieres espacio? Pues te daré todo el espacio que quieras. Mari-mandona. —replica dandome la espalda y se va con una ceja enarcada y el ceño fruncido.

¿Ahora soy la mala? ¿Y a qué ha venido lo de mari-mandona? Genial. Ahora piensa que quiero espacio, cuándo en realidad, me ha salvado de un infierno.

Doy un suspiro antes de responder.

—Genial —grito una vez que él ya está lejos.

Él se vuelve para mirarme de reojo, su mirada me congela y le miro. La guerra de miradas es tan intensa que podría parecer hasta un desafío de miradas.

Avanzo mis pasos, y tardo 5 minutos hasta que porfin llego a la casa de mis primos.

Samuel está tumbado en el sofá viendo la tv.

—Hola, ¿Samuel? ¿dónde has estado?

—Abby, siento no haberlo dicho, tuve que ir a arreglar unos papeles al banco. Y luego fui a casa de mi amiga Elisabeth.

—Ah, vale. Me había asustado. Ayer, tampoco dormiste en casa. Eso lo explica todo—respondo con voz tranquila.—Samuel, quiero mudarme a la residencia en cuánto antes. ¿Me ayudarás a instalarme?—le pregunto con las manos en mi cintura.

Lo he llevado pensando desde  hace casi dos semanas. Y necesito instalarme de inmediato. No puedo esperar a que pasen más días, necesito empezar a relacionarme más.

Meghan parece maja, pero hay algo que me hace desconfiar de ella. No se, el que, pero no tardaré en averiguarlo.

O si no, pasaré de ella.

Total, soy nueva. Nadie me conoce, ¿Cómo les voy a importar si a penas llegué hace dos semanas? Aunque, he de reconocer que con la persona que más he tenido confianza y el presentimiento de que una amistad nacerá pronto, ha sido con Wyatt.

Él y yo una vez nos conocimos sentí una sensación hermosa fluir por mi cuerpo, me sentia yo misma. Era algo que hacía demasiado tiempo que no me pasaba. Normalmente, la gente es tan superficial y falsa que pierdes esos valores que construyes a lo largo de tu vida, mientras vas creciendo y aprendido la diferencia entre el bien, y el mal.

—Abby, para el carro. Hablamos de que cuando pasara la semana te mudarías. ¿Te incomoda algo aquí?—frunzo el ceño y muestro una falsa sonrisa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.