Corazones imperfectos (2024)

CAPÍTULO 21

Los primeros rayos del sol la despertaron. Ni siquiera recordaba haberse quedado dormida y mucho menos entre los brazos de Pablo. Avergonzada, se incorporó muy lentamente para no despertarlo.

Lo observó mientras dormía y pudo apreciar mucho mejor sus facciones, jamás lo había visto así de relajado y Candela adoró cada detalle de él, sin duda era un gran hombre…Un hombre del que debía despedirse para no hacerle más daño del que ya había tenido que sufrir a lo largo de su vida.

Con lágrimas en los ojos y con todo el dolor de su corazón, Candela salió de la casa de Pablo sin ni siquiera despedirse.

—¡Candela!—llevaba muy poco recorrido cuando le gritaron desde la acera de enfrente mientras corrían hacia ella—Espera por favor.

—¡No quiero hablar contigo!—quiso seguir su camino sin importarle nada más.

—Hija, por favor…Llevo toda la noche buscándote…

—¡No me llames hija!—le levantó el dedo a modo de advertencia—Yo no soy hija de nadie. A partir de hoy me considero huérfana—lo apartó de un manotazo y trató de emprender la marcha.

—Haré lo que quieras, pero sólo quiero que me escuches—suplicó Ángel.

—Si prometes dejarme en paz para siempre, te escucho. Esa es mi condición.

—Está bien cariño—Candela torció el gesto, ya no se sentía cómoda con ese trato tan familiar hacia ella—Verás, lo que dijo anoche Miguel, no es del todo cierto.

—¿Ah no? ¿Entonces qué hago yo en este mundo?—se burló.

—Te contaré la historia desde el principio—Candela bufó, lo que menos quería era saber los detalles sobre su relación—Miguel y yo conocimos a tu madre al mismo tiempo en una fiesta. No tuvo que pasar mucho para darme cuenta que Carolina me había robado el corazón—suspiró profundamente—Yo nunca me había enamorado de ninguna chica hasta que la conocí. Para mí era algo desconocido y emocionante a la vez—miró a Candela con amor—Hay mucho de ella en ti, y no sé porque tuvo que cambiar tanto…—se lamentó.

—Si me vas a comparar con mi madre…Esta conversación se acaba aquí—se cruzó de brazos.

—Lo siento, pero es la verdad. Aunque físicamente no tengáis nada que ver, en todo lo demás sois idénticas, hasta en el mal genio—su hija lo miraba con cara de pocos amigos después de su comentario—Mejor te sigo contando. Yo estaba loco por ella y Carolina siempre me correspondió, aunque tardó en confesarlo abiertamente. Entonces tonto de mí, le conté a Miguel lo que había entre nosotros y no se lo tomó muy bien…Poco a poco tu madre se alejó de mí hasta que finalmente se casó con él…Miguel era mi mejor amigo y Carolina, la mujer a la que amaba, ambos me traicionaron—escupió con rabia—Tu madre me cambió por él de un día para el otro….Yo no pude soportarlo y me fui de aquí….

—Y lo mejor que se te ocurrió fue volver y pagarle con la misma moneda ¿No?

—No. Cuando regresé no pensé en buscarlos en ningún momento. Ellos tenían una familia, lo supe por amigos que teníamos en común, en esa época tu hermano debería tener seis años o así, y yo tenía que pasar página que gustase o no.

—¿Por qué os volvisteis a ver?—Candela sentía verdadera curiosidad.

—Carolina vino a mi casa para pedirme perdón por haberse ido de esa manera con Miguel—le explicó—Coincidimos unas cuantas veces y no me quedó de otra que volver a tratar con ellos. Fue ahí donde nació el «tío Ángel» Gonzalo me bautizó así—sonrió con tristeza.

—Y así debió ser siempre…—murmuró Candela con lágrimas en los ojos.

—Una noche de madrugada, Carolina apareció en mi casa muy agobiada. Me comentó que tenía dudas sobre su matrimonio y que yo era el causante de ello. Tu madre no sabía si quería seguir con Miguel o no. Según ella, reencontrarnos hizo que sus sentimientos estuvieran confusos…Te juro que intenté hacerla entrar en razón, tenía un marido y un hijo pequeño, yo no podía destruir una familia…

—Pero igualmente lo hiciste…

—Por más que traté de resistirme, no pude hacerlo, yo amaba a Carolina…—parpadeó varias veces para reprimir sus lágrimas—Eso duró unos cuantos meses, durante ese tiempo tu madre se planteó divorciarse de Miguel y finalmente se lo propuso. Supongo que ahí fue donde le confesó lo nuestro y la amenazó con quitarle al niño, porque desde ese momento cortó toda relación conmigo al igual que la primera vez.

—Lo que no entiendo es por qué si Miguel lo sabía todo, siguió actuando como si nada. Tú siempre has estado presente en nuestras vidas. ¿No es un poco raro?

—Miguel es la persona más retorcida que he conocido en mi vida, aunque creo que eso tú lo sabes mejor que yo.

—Por desgracia así es.

—Cuando me enteré que tu madre estaba embarazada, lo primero que hice fue preguntarle si ese bebé era mío. Lo negó, siempre lo hizo…Debí hacer más por comprobarlo, pero en su lugar decidí creerle por tercera vez…y volvió a mentirme—apretó los puños por la rabia que sentía.

—Pues sí, debiste hacerlo—se limpió la cara con las manos—Ya te he escuchado, ahora cumple con tu parte y déjame en paz.

—Candela por favor, no me eches de tu vida—le rogó—Yo te adoro desde el primer día que te vi siendo el bebé más bonito que había visto nunca. El amor que te he tenido durante toda tu vida, es tan real como tú y como yo—le agarró cuidadosamente la cara—Nunca dudes de eso. Enterarme que eres hija mía…Sangre de mi sangre, es lo mejor que me ha podido pasar jamás. Estoy tan orgulloso de tener una hija como tú…




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