Un par de días después, Candela llegó por sorpresa al taller. Había vuelto antes de lo esperado. Los había echado mucho de menos, ya no podía imaginar su vida lejos de ellos.
—¡Mamá, estás aquí!—Alan corrió hasta ella y la abrazó fuerte.
—¿Te ha gustado la sorpresa cielo?—lo besó repetidas veces.
—Mucho. ¿Sabes? Tenemos muchas cosas que contarte—el niño rebosaba felicidad.
—Te veo muy contento. ¿Ha pasado algo?—era la primera vez que veía a Alan así y supuso que tenía mucho que ver con Pablo.
—Puede…—el pequeño sonrió sin decir más—Ven, vamos a ver a Pablo.
Candela lo acompañó hasta el foso en donde podía verlo de espaldas muy concentrado en lo que estaba haciendo. ¿Alguna vez se cansaría de admirarlo? Apenas podía creer que fuera solamente suyo.
—Ejem, ejem—se aclaró la garganta para llamar su atención—Hola—lo saludó tímidamente con la mano. Pablo no la esperaba, sonrió nada más verla y salió del foso hasta llegar a ella en pocos segundos. Candela lo abrazó al instante.
—Estoy muy sucio…—comentó Pablo.
—Me da igual—le dio unos cuantos besos en los labios—¿Me has echado de menos?
—No sabes cuánto—ahora era él quien la abrazaba mientras devoraba su boca—Pero eso ya lo resolveremos más tarde…¿Ha ido todo bien?
—Sí, muy bien—aún se sonrojaba cuando Pablo la tocaba y la besaba de esa forma—Luego te cuento…¿Sabes que le pasa a Alan? Está irreconocible. ¿Será que está mejor sin mí?—bromeó.
—Nadie está mejor sin ti—besó su mano—Te hemos echado mucho de menos, pero estos días Alan y yo, nos hemos confesado el uno con el otro.
—Veo que tenemos mucho de qué hablar—suspiró satisfecha—He venido a saludar y a llevarme a Alan a casa, espero que se haya portado bien.
—Se ha portado mejor que bien, te lo aseguro.
—Me alegra saberlo. Mejor nos vamos y os dejamos en paz—los dos alargaron la despedida todo lo que pudieron hasta que el niño y el Flaco fueron descubiertos observándolos a escondidas.
—¿No tenéis otra cosa mejor que hacer? Tú, vuelve al trabajo. Y tú, ven a despedirte.
El pequeño fue hasta él y se despidió chocando sus manos. Madre e hijo pasaron por delante del Flaco que aún seguía riendo por todas las cosas que le estaba gritando su amigo desde el foso.
—Espero que al menos me invitéis a la boda guapa—comentó risueño, mientras Candela negaba con la cabeza muerta de risa.
De camino a casa, Alan no paraba de hablar de todo lo que había hecho y aprendido durante esos días con Pablo y el Flaco. Candela seguía sin salir de su asombro por el cambio tan repentino que había dado el pequeño, aunque estaba feliz por él. Cerca del parque, se cruzaron con una pareja con tres niños, eran Gonzalo y Lara con sus hijos.
—¿Qué tal estás?—ambos saludaron a Candela y miraban a Alan con curiosidad.
—Bien, gracias—respondió por compromiso.
—¿Quién es este niño tan guapo?—Lara lo miró y le sonrió.
—Es Alan, mi hijo—esa respuesta dejó atónitos al matrimonio.
—No sabíamos que tenías un hijo…—comentó su hermano—Hola Alan, soy Gonzalo, el hermano de tu madre. Ella es Lara y nuestros hijos—señaló a los dos mayores que estaban jugando y al cochecito junto a él—Encantado de conocerte—el niño los observaba a todos sin decir nada, estaba tenso, no conocía a esa gente.
—Bueno, nosotros tenemos algo de prisa—dijo Candela—Me alegra veros.
—Tenemos que quedar alguna vez—intervino Lara—Para ponernos al día y también para que los niños se conozcan, al fin y al cabo son primos—la chica se acercó hasta su oído para hablarle—¿Tienes pareja?
—Sí, tengo pareja—repitió en voz alta.
—Pues que venga también, quiero conocer a mi cuñado—añadió Gonzalo bastante serio.
—Ya veremos ¿Vale?—mostró la más falsa de sus sonrisas—Que tengáis un buen día—Candela y Alan desaparecieron de allí lo más rápido que pudieron.
—No sabía que tenías un hermano, el abuelo nunca me dijo que tenía otro hijo.
—Cielo, Gonzalo no es hijo del abuelo—le aclaró—Somos hermanos por parte de madre.
—Ah, entiendo. Parecen simpáticos, pero hablan demasiado—comentó Alan muerto de risa.
—Sí, eso parece—Candela seguía pensando en la propuesta de su hermano y su cuñada. ¿Deberían ir? ¿Querría Pablo conocer a algunas personas de su familia? Sólo saldría de dudas si le preguntaba directamente a él.
Más tarde, antes que Pablo llegara a casa del trabajo, Alan quiso contarle a su madre todo lo que había pasado en su ausencia. A Candela le hizo muy feliz saber que aquellos dos se sentían cada vez mejor el uno en la compañía del otro.
—Hay algo que no te he dicho mamá—el pequeño se puso serio—Pablo y yo hemos estado hablando sobre algunas cosas.
—¿Y qué cosas son esas?
—Sobre el futuro…Sobre mi futuro—al pronunciar esa frase, captó toda la atención de su madre—Pero hasta que tú no digas que estás de acuerdo con nosotros, no decidiremos nada, Pablo me lo dijo.