Corazones imperfectos (2024)

CAPÍTULO 36

Días más tarde, Candela volvió a casa de su madre, necesitaba compartir con ella todas sus inquietudes y dudas, Carolina la escuchó encantada. Estuvieron hablando durante horas y su madre no la dejó ir hasta que no la convenció de que hubiera pasado lo que hubiera pasado, ya no importaba, harían borrón y cuenta nueva a partir de ese momento.

 

Unas cuantas semanas después, Candela pasó a buscar a su madre con la excusa de acompañarla a hacer un recado. Cuando Carolina se percató al lugar donde su hija la había llevado, perdió la sonrisa que llevaba días instalada en su rostro.

—¿Por qué me has traído hasta aquí?

—Creo que ha llegado el momento de enterrar el pasado y vivir el presente ¿No fue eso lo que me dijiste hace tiempo?—se bajó del coche y esperó a que su madre hiciera lo mismo.

—Sí, pero…Me podrías haber avisado para mentalizarme…—la mujer miraba en todas las direcciones, sabía lo que su hija pretendía y no estaba preparada para eso.

—¿Hubieras aceptado?

—No lo sé.

—¿Lo ves? He hecho bien—entrelazó un brazo con el de su madre y se pusieron en marcha—Vamos.

Llegaron hasta una casa que les era bastante familiar a las dos, después de llamar insistentemente al timbre, la puerta se abrió revelando la identidad del dueño de la propiedad.

—Carolina…Candela…—que justo ellas estuvieran en su casa era algo que no esperaba.

—Ángel…—prácticamente susurró su nombre mientras su corazón latía con fuerza con tan sólo tenerlo delante.

—¿Podemos entrar?—intervino Candela—Tenemos que hablar…los tres. Es importante.

Ángel las hizo pasar hasta el salón y todos tomaron asiento. Él y Carolina curiosamente se sentaron uno frente al otro dejando a su hija en medio de los dos. El silencio reinaba en la sala, mientras Candela miraba de un lado a otro cómo sus padres se estudiaban mutuamente, hasta ella pudo notar que entre ellos aún podía haber algo más que una charla…Pero eso no era asunto suyo.

—¿Qué es eso tan importante que tenemos que hablar?—Ángel tuvo que romper el hielo porque era incapaz de apartar la mirada de la madre de su hija.

—Pues verás, es obvio que tenemos que hablar de nuestro pasado, o mejor dicho, del vuestro.

—Candela, nosotros a diferencia de ti, sí que estuvimos ahí desde el principio y conocemos toda la historia.

—Eso no es del todo correcto. Tú sólo conoces tu versión, pero no la de ella—explicó Candela—Mamá, sé que es difícil volver a revivirlo todo de nuevo, pero será la última vez, te lo prometo. Él tiene que saberlo, se acabaron los secretos que tanto daño nos han hecho a todos.

—Secretos…¿Qué secretos?

—Mamá, cuéntaselo…Tiene derecho a saber que nunca lo traicionaste, ni a él ni a vuestro amor.

—¿Se puede saber de qué diablos estáis hablando?—Ángel estaba empezando a perder la paciencia.

Carolina le contó exactamente la misma historia que ya le había relatado a su hija. Se sentía muy avergonzada a sabiendas que no era culpable de las cosas que había tenido que pasar, no podía mirarlos a ninguno de los dos a la cara.

En cuanto a Ángel, su rostro iba reflejando cada cosa que se le pasaba por la cabeza al oír la trágica historia de la vida de Carolina. En un momento dado, no pudo seguir escuchando impasible y comenzó a pasear de un lado al otro del salón como un león enjaulado y furioso. Cuando la mujer terminó de hablar, el silencio volvió a reinar entre aquellas cuatro paredes, la tensión se podía cortar con un cuchillo.

—Debiste decirme lo que ese…—prefirió omitir la palabra que iba a decir—Te hizo desde la primera vez que pasó.

—No podía arriesgarme a que Miguel te hiciera daño. Fue la única manera de mantenerte a salvo.

—Hiciste muy mal Carolina—se acercó hasta quedar frente a ella—Pudimos haber salido adelante a pesar de lo que ese desgraciado te hizo. Yo no era ningún cobarde.

—¡Pero yo sí!—se apartó de su lado y le dio la espalda apoyándose en una silla—¡Sí, tuve miedo porque sabía de lo que era capaz! ¡Perdona por querer salvarte la vida!—Carolina explotó—¡Lo siento por no ser lo suficientemente fuerte para intentar escapar de ese monstruo! ¿Pero sabes qué? ¡Lo volvería hacer  por ti y más tarde por mis hijos! Jamás me arrepentiré de eso. ¡Nunca!

—Mamá por favor, tranquilízate—aquello no estaba saliendo como esperaba—Y tú, trata de ser un poquito más comprensivo. ¿No te das cuenta de lo difícil que es todo esto para ella?

—¿Comprensivo, dices? No puedo ser comprensivo con algo que pudo haberse evitado si tan sólo tu madre hubiera tenido la confianza de contármelo—escupió con rabia—Si ese maldito enfermo, no estuviera muerto, lo mataría con mis propias manos, eso os lo juro.

—¡Ángel por Dios, no digas eso!—lo riñó Carolina y su hija no pudo evitar sonreír—Eso es todo supongo, nos podemos ir cuando quieras Candela.

—De eso nada, tú y yo tenemos cosas que hablar, pero no será en presencia de nuestra hija.

—Ella me ha traído hasta aquí, y con ella me iré—aseguró Carolina.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.