Corazones imperfectos (2024)

CAPÍTULO 38

Días después, estaban todos desayunando cuando el teléfono de Candela sonó y Alan se lo pasó.

—Ten, es tu madre—para el niño era muy pronto para llamarla abuela, sólo la había visto una vez.

—Hola mamá—se hizo el silencio mientras Pablo y Alan observaban cómo le cambiaba la cara a medida que Carolina iba hablando con su hija—Pues no sé, la verdad—otro silencio—No, no, si me encanta la idea…Vale, está bien, ya me avisarás. Un beso mamá—colgó mientras miraba a los hombres de su vida.

—¿Ha pasado algo?—preguntó Pablo.

—Mi madre quiere organizar una comida familiar…Quiere conocerte—soltó de sopetón.

—¿A mí?—le pilló completamente por sorpresa—No hace falta una comida familiar para eso.

—Lo sé, pero Gonzalo y Lara también quieren conocerte…Ya sé que esas cosas no van contigo y si no quieres ir, no pasa nada, yo lo entiendo.

—Son majos, lo único malo que tienen es que hablan y preguntan mucho—intervino Alan para tener bien informado a su padre.

—Gracias hijo—si ya tenía dudas sobre si Pablo aceptaría, gracias a la colaboración de su pequeño, lo hacía mucho más.

—De nada mamá—terminó de beberse su vaso de leche y se fue al baño.

—Sé que mi familia es…peculiar, pero son buenas personas—le explicó Candela—Pero también te entiendo a ti, que no confíes en ellos después de todo lo que ha pasado y…

—¿Me dejas hablar?—la interrumpió—Te repito que no es necesario una comida familiar, pero si es importante para tu madre y aunque no lo digas, sé que te hace ilusión también, así que acepto encantado.

—¿De verdad?—sólo por ver cómo se le iluminaba la cara a Candela, para él ya merecía la pena.

 

Ese mismo Sábado, se celebró la comida familiar en casa de Carolina. Todo fue muy bien, Pablo conoció a su suegra y a sus cuñados y congeniaron enseguida. Parecía cómodo relacionándose con ellos, hasta Alan lo hizo, eso sí, en menor medida, el niño estaba fascinado con su primita Candela, la pequeña llamaba su atención y estuvo pendiente de ella en todo momento.

Ya casi habían terminado de almorzar cuando llamaron a la puerta, y casi ninguno de los presentes se imaginaba que se tratara de Ángel.

—¡Abuelo!—gritó Alan desde la otra punta del salón y corrió hacia él—Te he echado un montón de menos.

—Y yo a ti Alan—se agachó a abrazarlo sonriendo.

—¿Qué haces aquí papá?—no tenía ni idea que su padre también estaba invitado a la comida.

—Al parecer, soy una sorpresa.

—Hijos—Carolina llamó la atención de todos y sonrió observando a su familia—Yo le he dicho a Ángel que viniera hasta aquí porque él también forma parte de esta familia, siempre lo ha sido.

—Por supuesto que sí—Gonzalo intervino acercándose a él—Haya pasado lo que haya pasado, para mí el tío Ángel siempre ha sido una persona importante en mi vida, aunque su favorita fuera otra—miró a Candela y ella le sacó la lengua haciéndole reír—Envidio a mi hermana porque ella tiene la suerte de tenerte como padre.

—No sabes lo que significan tus palabras para mí, hijo—le dio un cariñoso apretón en el hombro.

—Es la verdad tío. Yo estuve ciego y toda la vida quise ser como mi padre, seguir sus pasos y convertirme en un hombre poderoso como él—las caras del resto se tornaron serias—Pero cuando tuve el accidente, todas esas fantasías se derrumbaron al igual que yo mismo. Sin embargo, me trajo muchas cosas buenas, conocí a la mujer de mi vida en ese proceso, a la cual le agradeceré siempre por estar a mi lado, cambió mi forma de pensar y de ver las cosas. Y lo más importante, al fin me di cuenta de la escoria que era mi padre y por supuesto que nunca seguiría su ejemplo. Ese accidente que yo pensaba que había destrozado mi vida, me hizo perder una pierna pero también me hizo ganar una familia. Tú tío, también fuiste responsable de mi transformación junto a Lara y mi madre, estuviste ahí para mí y ahora tú eres mi ejemplo a seguir—tío y sobrino se fundieron en un abrazo mientras Carolina los miraba con amor.

—No soy digno de tu admiración y todos sabemos por qué, pero igualmente te agradezco que hables así de mí Gonzalo.

—¿Sabes de qué va esto?—susurró Pablo a Candela un poco incómodo.

—No tengo ni idea—respondió murmurando.

—Quiero anunciaros algo a todos y…Ángel tiene mucho que ver con eso—Carolina lo llamó sutilmente a su lado—Nosotros hemos estado hablando mucho en estos días y bueno, hemos vuelto a recuperar la amistad que tuvimos hace tantísimos años—las caras de sus hijos eran un poema, pero al menos ninguno de ellos parecía molesto.

—Lo que vuestra madre intenta deciros es que entre ella y yo hay un asunto que nunca pudo resolverse y quizá haya llegado el momento de hacerlo y…ver qué pasa.

—¿Estás queriendo decir que mamá y tú vais a intentar retomarlo dónde lo dejasteis?—intervino Candela.

—Eso mismo hija. No sabemos si saldrá bien o mal, pero creo que merecemos descubrirlo—explicó Ángel.

Todos guardaron silencio, nadie sabía qué decir en un momento así. Carolina y Ángel se tensaron, sabían que era algo inesperado, pero no creían que lo fueran a tomar mal.




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