Core: El ultimo latido

CAPÍTULO XVII — “El Coste de Compartir un Latido”

(Una unión forzada nunca es unión. Es invasión disfrazada.)

El amanecer nunca llegó.

Kael y Lyra despertaron con el mismo sobresalto, con la misma inhalación brusca, con el mismo dolor punzante en el pecho —como si fueran un solo organismo intentando respirar desde dos cuerpos distintos.

El fragmento no dejaba de latir.

No solo en Kael.

También en Lyra.

Aunque ella no lo tocara, aunque no lo hubiera llevado nunca, podía sentirlo.

Le temblaba el pulso con un ritmo ajeno, con una cadencia que no nacía de su corazón sino de una fuerza más antigua.

Kael se incorporó con dificultad.

—Lyra, yo… no puedo detener esto.

No puedo separar lo que siento… de lo que tú sientes.

Lyra apretó los dientes.

No lo dijo en voz alta, pero era cierto: cada emoción intensa de Kael la atravesaba como una corriente eléctrica.

El miedo de él.

Su confusión.

Su culpa.

Y algo más profundo…

algo que Kael no había tenido el valor de reconocer.

Ella también lo sentía.

—Entonces sigamos caminando —dijo Lyra, levantándose—.

Mientras más estemos quietos, más fuerte se hace.

Kael intentó ponerse de pie, pero una punzada lo dobló.

Lyra lo sostuvo antes de que cayera.

Un escalofrío la recorrió.

No porque lo estuviera tocando…

sino porque cuando lo tocó sintió un pensamiento que no era de Kael.

Un pensamiento frío.

Antiguo.

Observador.

“La puerta está casi abierta.”

Lyra soltó a Kael como si hubiera tocado algo hirviendo.

—Eso… lo escuchaste tú también, ¿verdad?

Kael tragó saliva.

—No sé si lo escuché yo, o tú, o ambos…

o si lo escuchó algo más a través de nosotros.

Ambos guardaron silencio.

El mundo alrededor ya no los asustaba.

Era peor:

Ahora ellos mismos les daban miedo.

El camino los llevó a un valle de planchas metálicas corroídas por el tiempo.

Entre cada grieta, vapor oscuro escapaba como el aliento de una criatura enterrada bajo tierra.

Kael se detuvo.

—Estamos cerca.

Lyra frunció el ceño.

—¿Cerca de qué?

Kael exhaló.

—Del lugar donde Zaerinth encontró el primer núcleo del Corazón.

Lyra sintió un latido dentro del pecho aunque su corazón no había cambiado de ritmo.

El fragmento percibía aquel lugar.

—¿Qué hay exactamente aquí?

Kael se pasó la mano por el rostro.

—Un laboratorio olvidado.

Uno al que no deberíamos entrar.

Pero el fragmento… nos está llevando hacia él.

Lyra apretó la lanza.

—Entonces no es una elección.

Kael negó lentamente.

—Ya no.

A medida que avanzaban, las placas metálicas comenzaron a inclinarse, como si hubieran sido deformadas por una fuerza colosal.

Las sombras no coincidían con la dirección del viento.

Y cada paso que daban dejaba un eco retrasado… como una copia imperfecta de su propio andar.

Lyra habló sin mirarlo.

—Kael.

—¿Sí?

—¿Sigues… siendo tú?

Kael se detuvo.

Ella también.

El silencio entre ellos se volvió más pesado que el propio aire.

Kael apretó los ojos, luchando contra algo que quería empujar desde detrás de sus pensamientos.

—Lyra… yo…

Sí.

Soy yo.

Pero también hay algo más.

Algo que quiere usar mis recuerdos para hablarte.

Para convencerte.

Para separarnos…

o para unirnos más.

Lyra tragó saliva.

—No voy a perderte.

Kael la miró con una mezcla de alivio y terror.

—El miedo no es la respuesta correcta, Lyra.

Ella se acercó un paso.

—Lo sé.

Pero tampoco voy a dejarte solo en esto.

Un pulso recorrió el suelo.

Las planchas metálicas vibraron.

Una sombra gigantesca pasó bajo ellos, como si algo enorme se moviera bajo la tierra, siguiendo su ruta.

Kael sintió el estómago caerle.

—Nos encontró.

Lyra levantó la lanza.

—¿El Corazón?

Kael negó.

—No.

El Primer Latido.

Está hundido bajo esta tierra.

Y quiere que lleguemos.

Porque… necesita dos corazones.

Dos mentes.

Dos almas unidas.

Lyra retrocedió un paso.

—¿Para qué?

Kael respondió con una voz que no era solo suya:

—Para ocuparlas.

Lyra sintió su sangre congelarse.

—Kael…

Él respiró profundamente.

—Tenemos que seguir, Lyra.

Es eso o dejar que nos alcance en campo abierto.

Lyra apretó los puños.

—Entonces entremos al laboratorio.

Sea lo que sea que Zaerinth dejó allí…

quizás podamos usarlo.

Kael asintió.

Pero cuando avanzaron, Lyra sintió un pensamiento que no venía de ella, ni de Kael.

Algo que la observaba desde dentro.

“Dos corazones.

Un propósito.

Todo lo demás… se deshará.”

El Primer Latido no solo los seguía.

El Primer Latido estaba invadiendo su unión.

Y esa era la parte más peligrosa.




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