Core: El ultimo latido

CAPÍTULO XVIII — “El Valle Donde el Tiempo Respira”

(A veces avanzar no es caminar… es recordar lo que nunca viviste.)

El despertar posterior al vínculo mental dejó a Kael y Lyra exhaustos, pero la fatiga no venía del cuerpo. Venía del lugar donde ambos habían sido arrastrados: un espacio sin forma donde sus recuerdos habían sangrado el uno dentro del otro.

La conexión no se había roto del todo.

Kael despertó con un pensamiento que no era suyo.

Un miedo.

Una sensación.

Un nombre que él jamás había aprendido.

“Valtheria arde.”

Parpadeó.

No lo había pensado él.

Era la herida emocional de Lyra, filtrándose como un susurro.

Ella también lo sintió.

Un remordimiento profundo.

Una frase que Kael jamás dijo en voz alta, pero que había dicho en su mente incontables veces:

“Yo lo hice.”

Lyra lo miró.

—Eso… ¿eras tú?

Kael apretó los dientes.

—No debías escucharlo.

Ella se acercó, pero la desconfianza todavía los separaba como una rendija invisible.

—No pasa nada. Yo también… escuché cosas tuyas —dijo ella, desviando la mirada—. Cosas que no quería saber.

Kael tragó saliva.

—Tenemos que aprender a bloquearlo.

Si seguimos conectados así… él puede entrar otra vez.

Una brisa helada sopló desde el este.

Pero esa brisa no hacía ruido.

El silencio era absoluto.

Como si el viento estuviera siendo… observado.

Llegaron al borde del Valle de Arsinar, un lugar que en los mapas antiguos era descrito como “región de glaciares muertos”. Pero lo que había frente a ellos no era hielo.

Era algo mucho peor.

Pilares de metal oxidado emergían del suelo como restos de gigantes mecánicos enterrados.

Todos inclinados hacia un mismo punto, como si se hubieran arrastrado antes de morir.

Kael se acercó al primero.

El metal tenía grietas en espiral, idénticas a las marcas que el fragmento había dejado en su pecho semanas atrás.

Lyra levantó la lanza con cautela.

—¿Qué es este lugar?

Kael examinó las estructuras.

—No es natural.

Alguien… o algo… los moldeó hace siglos.

Lyra frunció el ceño.

—No Zaerinth.

Kael negó con la cabeza.

—No.

Esto es más antiguo.

Un escalofrío recorrió el valle.

No era viento.

Era un latido.

Lejano, pero tan profundo que la nieve muerta vibró como polvo suspendido.

Lyra cerró los ojos.

—Kael…

Creo que este es uno de los lugares en los que el Primer Latido tocó la tierra.

Kael sintió el fragmento arder en su pecho.

—Entonces tenemos que irnos.

—No —dijo ella, firme—.

Justo por eso debemos quedarnos.

Él la miró, aturdido.

—¿Quieres acercarte a… eso?

Lyra apretó la lanza.

—No quiero. Pero si no entendemos qué es… nunca podremos destruirlo.

Ni evitar que el Corazón lo libere.

Kael suspiró, derrotado.

Ella tenía razón.

Se adentraron entre los pilares.

A medida que caminaban, Kael sintió algo extraño:

cada paso hacia adelante se sentía como un paso dentro de un recuerdo que no era suyo.

Un sonido comenzó a rodearlos.

Al principio, era suave.

Como un susurro.

Luego tomó forma:

Risas.

Humanas.

De niños jugando.

Lyra se detuvo.

—No. No. No otra vez.

No quiero oír esto.

Kael sabía lo que era.

No era un recuerdo suyo.

Era un recuerdo… de ella.

Una risa masculina.

Una femenina.

Una voz infantil llamando:

“Mam—”

Lyra gritó y se tapó los oídos.

—¡CÁLLATE! ¡NO ES REAL!

El sonido desapareció.

Kael sintió su pecho contraerse.

La conexión seguía viva.

El valle estaba usando sus mentes como espejos rotos.

Kael se acercó a ella lentamente, como quien se acerca a una herida abierta.

—Lyra…

Lo que viste… lo siento.

Ella respiró hondo, sin mirarlo.

—No digas eso.

No viste nada.

NO sabes nada.

Kael no insistió.

Pero el valle sí.

Una grieta enorme en el suelo comenzó a brillar con luz negra.

Un brillo antinatural.

Un latido.

Kael cayó de rodillas, sujetándose el pecho.

Lyra lo tomó por el brazo.

—¡Kael!

El fragmento ardía.

Y esta vez, no buscaba entrar.

Buscaba salir.

Lyra vio la piel alrededor del pecho de Kael… moverse.

Como si algo debajo quisiera abrirse paso.

Ella retrocedió aterrorizada.

—¡Kael—?

—No… no es el fragmento —jadeó él—.

Es él.

El Primer Latido.

Está debajo de este valle.

Lyra sintió un frío que no venía del aire.

—¿Por qué ahora?

¿Por qué aquí?

Kael levantó la vista.

Su voz tembló.

—Porque este lugar…

fue el primer lugar donde él habló.

Mucho antes del Corazón.

Mucho antes de Zaerinth.

Mucho antes de todo.

El suelo vibró.

Los pilares se inclinaron.

Y una sensación nauseabunda los envolvió:

Ser observados.

No por ojos.

Por una conciencia.

Antigua.

Hambrienta.

Reconociendo sus dos mentes como una puerta a lo imposible.

Lyra lo supo antes de que Kael pudiera decirlo:

—Kael…

Este valle está despertándolo.

Él tomó su mano, aterrorizado.

—Lyra…

Si despierta del todo…

Nada podrá dormir jamás.

Una voz surgió desde debajo del suelo.

Grave.

Fracturada.

Inhumana.

“Dos corazones.

Un latido.

Ya casi.”

Lyra apretó la lanza.

Kael apretó su mano.

El valle entero latió.

Una vez.

Y el mundo se distorsionó.




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