Introducción:
Kim Jong-il, hijo de Kim Il-sung, asumió el poder en 1994 tras la muerte de su padre. Aunque su ascenso al trono estuvo rodeado de incertidumbre, logró consolidar su autoridad y mantener el régimen bajo control. Sin embargo, a pesar de las apariencias de estabilidad, su liderazgo estuvo marcado por una serie de desafíos internos y externos que casi llevaron al país al colapso. En este capítulo, exploramos cómo Kim Jong-il heredó un régimen que ya estaba profundamente cimentado, pero que requeriría nuevas estrategias para mantenerse en pie.
El Ascenso de Kim Jong-il:
Kim Jong-il, nacido en 1941, era el hijo mayor de Kim Il-sung, pero durante gran parte de su vida fue eclipsado por la figura de su padre. Si bien se le preparó para el liderazgo desde joven, su ascenso no fue sencillo. Durante la vida de Kim Il-sung, las figuras clave del régimen, incluidos los militares y otros líderes del Partido Comunista, no estaban completamente convencidas de su capacidad para asumir el poder. Sin embargo, tras la muerte de Kim Il-sung, Kim Jong-il se impuso rápidamente como el nuevo líder.
A pesar de su educación y su posición en la línea de sucesión, el ascenso de Kim Jong-il estuvo marcado por una serie de purgas dentro del Partido, ya que tuvo que asegurar su control frente a aquellos que no confiaban plenamente en su liderazgo. El proceso fue violento y efectivo, asegurando que cualquier posible competencia dentro del régimen fuera eliminada.
El Gran Desafío: La Crisis Alimentaria y la Hambruna de los 90s
Uno de los momentos más oscuros del mandato de Kim Jong-il fue la terrible crisis alimentaria de la década de 1990, conocida como la "Gran Hambruna". Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, el régimen norcoreano perdió su principal fuente de apoyo económico y material. Corea del Norte, que ya enfrentaba dificultades debido a su sistema autárquico y la falta de recursos, se vio incapaz de hacer frente a la escasez de alimentos, lo que llevó a una tragedia humanitaria sin precedentes.
Entre 1994 y 1998, se estima que murieron entre 240,000 y 3 millones de personas debido al hambre, la desnutrición y la falta de atención médica. La crisis no solo afectó a la población, sino que también desafió el liderazgo de Kim Jong-il. Sin embargo, a pesar de las críticas internas y externas, Kim Jong-il logró mantener su control sobre el país, utilizando el aparato de propaganda para culpar de la crisis a las "potencias extranjeras" y reforzando la idea de que el régimen se mantenía fuerte frente a la adversidad.
El Culto a la Personalidad de Kim Jong-il:
Aunque la crisis económica puso a prueba su gobierno, Kim Jong-il supo cómo usar el culto a la personalidad para mantener su poder. A lo largo de su mandato, Kim Jong-il se presentó como el "Querido Líder", un hombre dotado de habilidades casi sobrenaturales. Su habilidad para generar una imagen de granza fue un legado de su padre, pero lo llevó aún más lejos, construyendo una figura de líder casi divina.
El culto a su personalidad se expandió a nuevas dimensiones. Se le otorgaron títulos que lo describían como el líder perfecto y protector de la nación, y la propaganda mostró su figura de manera omnipresente. Aunque la realidad era que el país sufría, Kim Jong-il mantuvo su estatus mediante el control total de los medios, las artes y la cultura popular.
Una de las facetas más extrañas de su liderazgo fue su fascinación por el cine. En los años 70 y 80, Kim Jong-il secuestró a cineastas surcoreanos y japoneses para crear películas que glorificaran la imagen del régimen. El cine se convirtió en un medio de control político, y la industria cinematográfica de Corea del Norte fue utilizada para reforzar el culto a la personalidad.
Desarrollo del Programa Nuclear:
Durante el mandato de Kim Jong-il, Corea del Norte comenzó a desarrollar su programa nuclear, un tema que se convertiría en la piedra angular de la política interna y externa del régimen. A pesar de las sanciones y las condenas internacionales, Kim Jong-il continuó con el desarrollo de armas nucleares, buscando obtener una ventaja estratégica en la región.
Este programa no solo fue un medio para aumentar su poder en la arena internacional, sino también para fortalecer el control sobre su pueblo, utilizando la amenaza de una "potencia nuclear" como una justificación para las políticas autoritarias y la represión interna. En 2006, Corea del Norte realizó su primer ensayo nuclear, lo que aumentó la tensión con el resto del mundo y aseguró que el régimen de Kim Jong-il estuviera al centro de la política internacional.
La Familia y el Legado de Kim Jong-il:
Kim Jong-il también dejó un legado controversial dentro de su familia. En sus últimos años, su salud se deterioró rápidamente, y se intensificó la lucha por la sucesión. Si bien el líder nunca oficializó completamente a su sucesor, su hijo menor, Kim Jong-un, fue preparado en secreto para asumir el poder. La familia Kim se convirtió en una dinastía cerrada, y las decisiones sucesorias dentro del régimen fueron tomadas en círculos muy reducidos.
Kim Jong-il murió en 2011, dejando a Corea del Norte en una situación crítica. La transición de poder fue rápida, y su hijo Kim Jong-un asumió el liderazgo en un entorno altamente competitivo y peligroso.
Reflexión Final del Capítulo:
Kim Jong-il no solo heredó el poder de su padre, sino que también transformó el régimen en una máquina aún más implacable. Si bien enfrentó desafíos internos y externos, su habilidad para manipular la imagen del liderazgo, combinado con su visión de una Corea del Norte nuclear, aseguró que el régimen se mantuviera fuerte, incluso en medio de la tragedia humanitaria. El culto a la personalidad y las purgas se consolidaron, y su legado continuó con su hijo Kim Jong-un, quien heredaría un país dividido entre la tradición y el cambio.