Vió el cristal sobre su escritorio y, de inmediato, se acercó a él. Lo observó detenidamente, y al tocarlo, sintió que su vista se nublaba una vez más. Nuevamente escuchó una palabra, esta vez, solo se alcanzó a escuchar un susurro que decía: "-ma-". Asustado, decidió dejar el cristal allí, ya que lo que sentía y oía era horrible. Prefería estudiarlo al día siguiente.
De pronto, una figura humanoide completamente oscura apareció frente a él, acercándose lentamente. La figura susurró "-el-" mientras se acercaba más y más, hasta que la visión de Coreus se desvaneció por completo. Despertó, sobresaltado, de esa pesadilla, la cual parecía seguirlo y lo atormentaría durante toda su vida.
Con la mente confundida, Coreus decidió dejar el cristal a un lado y continuar con su proyecto original: convertirse en alguien que protegería al mundo.
El día siguiente en la preparatoria, al ver a Max, Coreus corrió hacia él, todavía conmovido por el partido. Le dijo que había sido un gran juego, un encuentro inolvidable. Max, siempre dispuesto a seguirle el juego, le respondió que eso los había unido aún más, y que había sido un honor haber jugado contra él. Coreus estaba tan entusiasmado que corrió directo hacia Lyra para compartirle lo sucedido. Le contó lo feliz que estaba, y ella le dijo que había visto el partido, los 7 goles, y que estaba impresionada. Sin embargo, también le mencionó que había descubierto algo, pero que él tenía que averiguarlo por sí mismo. Antes de que pudiera decir más, le dio un beso en la mejilla. Coreus se quedó sin palabras, pero una sonrisa involuntaria apareció en su rostro. La felicidad lo invadió, y fue corriendo a contarle la noticia a su amigo.
Max lo tomó bien y lo felicitó sinceramente, aunque algo había cambiado en él. Max también había descubierto algo, algo que lo estaba atormentando. Él no podía seguir jugando al policía y al amigo, porque ambos roles lo llevarían a ninguna parte.
Cuando Coreus regresó a casa, notó algo extraño. El cristal ya no estaba en su escritorio, ni los prototipos que había estado construyendo para hacer a Max más rápido. En su lugar, encontró una nota escrita apresuradamente: "Me vengaré, hermano".
Coreus se quedó en silencio, pensando en lo que podría haber hecho para que Max estuviera tan enojado, para que se hubiera llevado sus cosas. En ese momento, volvió a sentir el nublamiento en su vista y el mismo dolor punzante en sus oídos. Esta vez, solo alcanzó a escuchar un susurro: "-cris-". El dolor era insoportable, y cuando desapareció, lo único en lo que Coreus podía pensar era en qué sucedería con el cristal, y con Max.
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Editado: 01.04.2025