Pensar que su mejor amigo lo traicionaría era algo que nunca le pasó por la cabeza. Pero como dicen, la traición nunca viene de un enemigo, y esa noche, la puerta de su casa fue tocada con fuerza. El gobierno estaba afuera. Arrestaron a Coreus y, sin perder tiempo, comenzaron a registrar su hogar. Afortunadamente, no encontraron el Cyborg, pues Coreus siempre lo escondía con sumo cuidado, para que nadie descubriera su paradero. Ni siquiera Max sabía de su existencia.
La orden de arresto era clara: Coreus estaba involucrado en actividades ilegales, intentaba crear un nuevo virus y, como prueba, encontraron materiales en su laboratorio. Era obvio que todo era falso, que Max había jugado muy bien su papel, pero la acusación era grave. Coreus sabía que lo iban a interrogar y que la investigación sería exhaustiva, porque no se trataba solo de la policía. Ahora, el mismísimo presidente del país estaba involucrado.
Sus padres hicieron todo lo posible para sacarlo de la cárcel, pero no hubo forma. La situación se complicaba más con cada minuto que pasaba.
Mientras tanto, Max no perdió tiempo. Como era de esperarse, trató de acercarse a Lyra. Pero ella, a diferencia de otras veces, no le prestó atención. Sabía perfectamente que él era el responsable de que Coreus estuviera tras las rejas. Con una mezcla de rabia y decepción, Lyra lo rechazó una vez más.
Max, sin embargo, no se detuvo. Continuó trabajando en su proyecto para volverse tan veloz como el sonido, pero algo en su mente había cambiado. Al darse cuenta de que el cristal que Coreus había encontrado podía acumular energía, Max lo almacenó en una batería, con la idea de usarla para forzar a Coreus a terminar su trabajo. El poder del cristal era algo que él no podía dejar pasar. Después de todo, si algo había aprendido, era que todo se trataba de poder, y él estaba dispuesto a obtenerlo, sin importar los medios.
#636 en Ciencia ficción
#4216 en Otros
#816 en Acción
objetos magicos y eventos inexplicables, amor celos amigos, traición engaño odio
Editado: 01.04.2025