Cuando fue a buscar a su amor, no la encontró en su casa y tampoco pudo localizarla, como si ella también fuera tan veloz. De inmediato, Coreus supo que Max la tenía. Entonces, voló a través de la ciudad buscando a ambos, pero no lograba encontrarlos. Sin embargo, algo le golpeó mientras volaba, y Coreus perdió el control, estrellándose contra dos edificios. Cuando se levantó, allí estaba Max.
Max le dijo, con una sonrisa arrogante: “Si quieres volver a ver a Lyra, ya es demasiado tarde. Ella ya es mía”. Coreus no respondió, y con la velocidad que solo él poseía, comenzó a dar vueltas alrededor de Max, lo que dejó al velocista confundido. Sin embargo, Max reaccionó rápidamente, poniendo el pie para derribar a Coreus. Este cayó del edificio, pero se levantó casi al instante y fue hacia Max, agarrándolo del cuello y gritándole: “¡¿Dónde está Lyra?!”.
Max solo se rio, disfrutando del momento, y le dio un cabezazo, empujándolo de nuevo al suelo. Después, le arrancó el reloj de su muñeca y lo rompió frente a él. “Ya no eres tan veloz, ¿eh?”, dijo Max mientras sacaba una pistola de cargas y lo electrocutaba. Coreus intentó resistir, pero la electricidad lo debilitó.
Max arrastró a Coreus hasta el edificio más alto, donde Lyra estaba amarrada a una antena. Le dijo con voz fría que ella iba a sufrir por todo lo que él le había hecho. Tomó un cuchillo y, con una sonrisa malévola, se acercó a su cuello. Fue entonces cuando Coreus, lleno de rabia, agarró su brazo, despojándolo del cuchillo y lanzándolo lejos.
El enfrentamiento que ambos esperaban finalmente comenzó. Ahora era una pelea cuerpo a cuerpo, sin poderes ni ventajas. Ambos se golpeaban con furia, el uno buscando vengarse del otro. Max, astuto como siempre, tomó el cuchillo que había caído al suelo y lo clavó en la pierna de Coreus. Este, con dolor, arrancó el cuchillo y lo clavó en el estómago de Max, quien cayó al suelo.
Coreus, mirando a su amigo, ya no podía ocultar la tristeza en sus ojos. “¿Creíste que éramos amigos? Siempre lo seríamos...”, susurró mientras la vida se escapaba de Max. Poco a poco, su cabeza cayó, y su último aliento se apagó. Max, el que alguna vez había sido su mejor amigo, ya no estaba.
Coreus se arrodilló junto a su cuerpo, lágrimas cayendo por su rostro, mientras un dolor profundo se apoderaba de su ser. Había perdido a alguien que había querido, alguien que había sido su compañero, su rival, y ahora su enemigo.
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Editado: 01.04.2025