Coreus: Paradox

La sombra

Coreus despertó en una camilla metálica, con un fuerte dolor de cabeza. Su visión tardó unos segundos en enfocarse. Estaba en una nave futurista, pero silenciosa, sin luces rojas ni alarmas, solo un leve zumbido eléctrico.

Frente a él, su yo del futuro lo observaba con seriedad.

—Tranquilo —dijo—. Ya no estás bajo el control del presidente. Eliminé el malware que te implantó… pero no pude acceder a tus recuerdos. Necesito saber dónde está el núcleo.

Coreus, aún aturdido, respondió con una voz apenas audible:

—Lo tiene Lyra…

El Coreus del futuro parpadeó, sorprendido.

—¿Lyra…? Pensé que había muerto. Si aún está viva… podemos cambiarlo todo. ¿Dónde está?

—Días antes de todo… logró escapar a Japón.

Su versión futura frunció el ceño. Revisó una consola cercana.

—El localizador no funciona. El presidente debió habérselo quitado para evitar que la rescataran…

Entonces, sin perder tiempo, colocó un casco de metal sobre la cabeza de Coreus y conectó unos cables a una pantalla holográfica. Le dio instrucciones claras:

—Necesito que dejes tu mente en blanco. Piensa solamente en Lyra. Solo en ella.

Coreus cerró los ojos. Pero justo cuando intentaba concentrarse, su vista se nubló por completo. Un zumbido agudo le perforó los oídos. Dolía tanto que sintió que sus tímpanos iban a estallar.

Y entonces, el silencio.

Un abismo oscuro.

Delante de él apareció una figura humanoide envuelta en sombras, inmóvil, flotando en el vacío. Su voz era grave, descompuesta, vibraba como un eco que nacía en los huesos, era identica a la voz que había oido cada que tocaba el cristal:

—He alcanzado la divinidad… La oscuridad pronto todo destruirá...
Nada ni nadie me detendrá…
Los seres cósmicos suplican por mi piedad…
El armagedón ya ha comenzado…
Nos veremos en el apocalipsis… Coreus.

De pronto, volvió al mundo real.

Se incorporó con violencia, jadeando, bañado en sudor. Su versión del futuro dio un paso atrás, asustado.

—¡Lo viste! —exclamó—. Esa… cosa… Eso es en lo que te vas a convertir si no conseguimos el núcleo. Solo tú y yo podemos evitarlo.

Coreus, aún temblando, lo miró con los ojos bien abiertos.

—Yo… ya lo había visto antes. Cuando toqué el cristal por primera vez… tuve visiones. Sombras. Ruinas. Esa figura… decía cosas sueltas. Pero esta vez escuché toda la frase.

Una alerta sonó en el sistema. Habían encontrado algo.

Un fragmento de memoria mostraba a Lyra diciendo que se resguardaría en un hotel de Tokio.

Pero también apareció otro recuerdo enterrado… uno del presidente. Le estaba enseñando a Coreus cómo activar y usar el núcleo.

El Coreus del futuro no dudó. Cerró los ojos, y en un destello de luz, se teletransportó.

Menos de treinta minutos después, regresó.

Traía el núcleo, a Arya, y a los padres de Coreus. Estaba jadeando, confundido, como si acabara de ver algo imposible.

—Dime cómo funciona el núcleo —dijo casi desesperado—. Lo necesito para regresar a mi tiempo.

Coreus se quedó inmóvil. Algo no encajaba.

—¿No sabes cómo se usa? Pero… si yo lo sé ahora, tú deberías saberlo también. ¿Por qué no lo recuerdas?

El otro titubeó. Bajó la mirada.

—Me… me borraron parte de la memoria. Antes de todo esto.

Coreus se puso de pie. Empezó a observar con más detalle. Había algo más que no cuadraba. Su versión del futuro… no tenía partes cibernéticas visibles, ningún gesto, ningún sonido de servos, ningún destello metálico.

Y recordó algo más: los choques electromagnéticos no le habían afectado, cuando a él sí.

¿Estaba realmente frente a su yo del futuro?

¿O ante algo más?



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En el texto hay: secuela, cienciaficcion, accion

Editado: 16.04.2025

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