Junio de 1988.
Una mañana del mes de junio los tímidos rayos del sol apenas se asomaban entre las ramas de los árboles que rodeaban el campus. Sin duda alguna ese amanecer de manera especial era distinto a los demás, sobre todo por el ambiente festivo que rodeaba el lugar, que se enmarcaba con las amenas conversaciones y las muestras de alegría que sonaban por doquier proveniente de los numerosos grupos de personas que se encontraban esparcidos por todo el recinto.
Los arreglos florales adornaban los caminos que conducían al majestuoso auditorio universitario, en cuyo foro se encontraba la mesa de honor reservado a altas personalidades invitadas al evento. Quienes se mostraban un tanto nerviosos ante la expectativa de ser objetos de atención por unos largos minutos eran ellos, los graduados de la promoción… de igual manera las flores custodiaban cada pasillo del recinto que presentaban sus mejores galas.
Ese día la universidad entregaba una nueva generación de profesionales, mismos que eran acompañados por sus respectivas familias, que ansiosos esperaban la mención del nombre de su miembro, tras lo cual estallaban los aplausos para cada uno que pasaba al frente.
La familia Reyes Maldonado no era la excepción, ansiosos guardaban con impaciencia que Eduard subiera al estrado en el momento que se escuchara su nombre para recibir su título. Al escuchar su nombre el joven subió con determinación los escalones de la tarima, tratando de ocultar su nerviosismo, su sorpresa era mayúscula cuando allí frente a los presentes fue nombrado como el mejor estudiante de la carrera en administración de empresas de su generación, recibiendo un reconocimiento extra y una oleada de aplausos y silbidos por parte de los asistentes y amigos.
Tras terminar la ceremonia, Eduard buscó a su familia con una reluciente y enorme sonrisa sobre su rostro. Sus ojos trataban de ubicar a una persona en especial… su madre. Al encontrarla fue directamente a ella, quien lo recibió con un fuerte abrazo cargado de emoción.
—Gracias mamá.
Eduard sintió cada sensación a flor de piel, solo cerró los ojos y disfrutó del abrazo materno.
Posteriormente busco la mirada de su progenitor al ubicarlo se deshizo de la unión y fue directamente a el, Eduard le extendió la mano, el padre al verlo la tomó y lo atrajo hacia si y lo abrazó con fuerza.
—Felicidades hijo. Estoy muy orgulloso de ti.
—Gracias papá… muchas gracias.
…
Entre abrazos y felicidad pura lo recibieron sus dos hermanas Mariana y Anna maría. También allí se encontraba el nuevo integrante de la familia Christopher; el hijo de Mariana... a quien su tatarabuela La Sra. Marlene llevaba alzado en sus brazos. Eduard lo tomó en los suyos y lo abrazó mientras daba pequeños saltos en si. El tío Alejandro también estaba presente en el lugar junto a la familia, acompañando a su sobrino con su tía política y primos. Todo era gozo y felicidad en aquella celebración. Hicieron un brindis y tomaron vino, luego llegó el almuerzo y una fiesta después.
…
Minutos más tarde, mientras Eduard tenía fija la mirada hacia la entrada principal, Maribel su madre se acercó a el, viéndolo con aprecio le dijo.
—Solo me queda desearte lo mejor del mundo hijo mío, también espero que no olvides cuanto te adoramos... y que jamás vas a dejar de ser el niño de mamá.
El muchacho sonrió y limpio las pequeñas lagrimas que se deslizaron por las mejillas de su madre.
En ese instante nuevamente observo la entrada principal del lugar y pregunto…
—¿Desde hace cuanto le dejamos de importar a mi hermano Esteban, mamá?.
—No le hemos dejado de importar hijo. Solo necesita su espacio. Sabes lo cascarrabias que se ha vuelto, ten paciencia.
—Madre, ¿crees que vendrá?.
—Vendrá, hijo… no se perdería por nada del mundo la graduación de su hermano mayor. —Respondió Maribel con optimismo. Nuevamente juntos se dirigieron a la mesa donde se encontraba toda la familia reunida.
…
El viento estaba helado y las nubes grises terminaron de opacar el día. Mientras observaba la tumba de su amigo, miro al cielo. El ambiente era triste, el aire jugaba con las ramas de los árboles y las rosas de la tumba dejaban caer sus últimos pétalos secos sobre la lápida... en ese instante bajo su mirada y dijo con melancolía.
—Han pasado dos años desde el dia de tu partida... Pronto iniciará el ultimo año de la segundaria. Hubiera sido mucho mejor si estuvieras aquí. Seria divertido no crees, seguiría pasando el tiempo contando nuestros malos chistes, escribiéndole cartas a quien no nos corresponde, hablar en la terraza de nuestras tristezas, corretear las palomas de la plaza… todo, te extraño tanto amigo.
—Mil veces desearía que no estuvieras dormido en un sueño tan profundo como este. —Suspiro con dolor.
—Tu familia también se a ido. Creo que ahora tus padres están reunidos contigo en el cielo. Aquel lugar donde nunca mas se van a separar. Ya debo irme amigo, volveré pronto.
Al dar la vuelta para marcharse, Esteban se encontró frente a frente con Daniel. El mismo muchacho que evito dos años antes que Esteban se convirtiera en el asesino del supuesto asesino de Camilo.
—¿Qué haces aquí?.
—Fue un buen amigo… ¿no es así?.
—Que más da. —Contesto Esteban con resignación.
—Solo me quedo con los buenos recuerdos y como lo dices, con el buen amigo que fue, aunque su vida estuviera llena de mentiras.
—Tal vez lo hizo para no involucrarte en todo lo que estaba metido. —Supuso Daniel.
—Eso no es excusa, pero bueno ya no importa… ahora mismo estoy hablando frente a frente con una persona igual a la que fue Camilo, misterioso, lleno de secretos que ni se en que momento lo conocí pero si llego de repente a evitar que yo matara al asesino de mi amigo. ¿Habla de una vez, que quiere de mi… que hace aquí?.
—No tienes nada que saber de mi.
—Entonces estoy perdiendo el tiempo.
Esteban emprendió nuevamente el camino pero se detuvo cuando escuchó a Daniel decir.
—Pero, si hay algo que debes saber… hoy es la graduación de tu hermano. No entiendo por que estas aquí, si deberías estar con tu familia reunido, acompañándolo en este momento tan especial para el. No sacas nada con ser tan indiferente con tu propia familia.
—No me diga que debo hacer y como debo ser. Es mejor que te mantengas lejos con la boca cerrada.
—Es tu hermano. No lo hagas por ti o por el… hazlo por tu madre, ella se a esmerado para que sus dos hijos se la lleven bien y estén hoy donde están.
—¡Que te calles hombre… acaso estás sordo!. Yo veré que debo hacer. Ahora mismo me voy por que si me quedo hasta pueda ser que te golpee.
—Solo basta con que lo intentes. —Respondió Daniel sarcásticamente.
Claramente Esteban se dio cuenta que Daniel lo estaba provocando para lograr sacarlo de quicio, se tranquilizó y sin decir nada se dio media vuelta y se marchó.
…
Esteban pensó en lo que Daniel le dijo… aceptó su error lleno de indiferencia y recapacito del por que no había sido lo suficientemente justo con su madre y hermanos en los últimos meses, pensó en enmendarlo. Así que decidió ir a la graduación de su hermano. Al llegar al lugar y a la mesa que se encontraba ubicada su familia se encontró con la mirada de expectativa de ellos, se acercó lentamente hacia su hermano mayor Eduard, ambos se sonrieron con la boca cerrada.
—Viniste... —Comento Eduard con tranquilidad.
Esteban hizo un pequeño gesto con la boca de aceptación y abrazo a Eduard de repente con fuerza mientras le dijo.
—Felicitaciones hermano, estoy orgulloso.
La Sra. Maribel se puso de pie y se sintió conmovida por el acto de reconciliación de sus dos hijos varones, los dolores, tristezas y desamores habían quedado atrás. Ella se acercó y los abrazo.
—Estoy tan feliz hijos, creo que soy la mujer más feliz de este mundo.
Segundos después, Mariana y Anna María decidieron unirse al abrazo familiar.
Luego, Esteban tomo en sus brazos a su sobrino y mientras le hacía divertidos gestos para hacerlo reír, observo que su padre se levanto del lugar donde se encontraban. De repente, sin importarle su presencia, se dirigió hacia donde se encontraba una desconocida persona que inmediatamente le entrego una carta que a simple vista ni mencionaron palabra alguna y se marcho del lugar.
Esteban sin quitarle la mirada de encima noto cuando su padre abrió la carta y la leyó, después de unos minutos la rompió y la lanzo al piso mostrándose un poco alterado, llevo la mano hacia la nuca mostrándose también algo muy preocupado.
—Que le sucede. —Murmuro.
Minutos más tarde, el Sr. Ricardo se dirigió hacia donde se encontraba toda su familia. Esteban disimuló de inmediato girando la mirada hacia otro lado, mientras nuevamente jugaba con su sobrino.
—Me tengo que ir, debo ir a la empresa… tengo varias cosas por hacer. —Comento el Sr. Ricardo y dirigiéndose a Eduard le dijo.
—Discúlpame hijo, pronto trabajaras conmigo y podrás comprenderme. Por ahora disfruta de tu graduación… hoy es tu día.
Lo abrazo y despidiéndose de su hija menor Anna María se marcho.
La Sra. Maribel se le quedo viendo mientras se marchaba, mientras los demás volvían a la mesa. Eduard noto a su madre algo extraña y se dirigió hacia donde ella y le pregunto.
—Te veo un poco pálida madre... ¿sucede algo, estas enferma?.
—No te preocupes hijo estoy bien.
Cambiando a otro tema, Eduard dijo.
—Tenias razón madre. Esteban está aquí, por esa razón confió tanto en tus palabras.
—Ahí esta tu hermano hijo. Créeme, puede pasar lo que tenga que pasar entre ustedes pero jamás dejaran de ser hermanos, no lo olvides.
—Lo se mamá. Desde niño aprendí a creer en ti, por eso nunca dudo de tus palabras. —Respondió el muchacho con plenitud.
Nuevamente todos se encontraron en la mesa. Luego vino la gran celebración, la gala y varios puntos más. El logro alcanzado de Eduard era de orgullo pleno, un administrador empresarial al igual que su padre. Siempre siguiendo sus pasos.