Corona De Lagrimas.

Capítulo 5.

Ya había caído la noche, después de la cena el Sr. Ricardo se dirigió a su estudio, un lugar que tenia disponible en su hogar para terminar largos trabajos de la empresa, negocios, convenios y contabilidad general. El reloj marcaba casi la media noche, el estudio estaba reluciente y limpio, con los libros organizados y sin ningún pompón de polvo.  
<<Maribel>>. Pensó, en su esposa, la mamá de sus hijos. Así no se encontrará en casa ella limpiaba su estudio de trabajo todos los días. Por un momento se sintió culpable por su terrible secreto.  
Allí se encontraba una mesa hecha en madera fina llenas de interminables hojas de cuentas y costos de la producción. Una pequeña y vieja lámpara de su padre fallecido a quien le heredó todo acompañaba e iluminaba aquel espacio.  
Camino hacia la mesa y abrió una de las gavetas de las ocho que esta tenia, abrió precisamente la más olvidada y lo primero que sus ojos descubrieron fueron unas viejas fotografías a blanco y negro, un sobre con una carta y dos anillos dentro de el. Las tomo en sus manos y su rostro se lleno de felicidad al ver cada fotos, la carta y los anillos. Cada uno tenía su propia historia.  
Aquellas fotografías eran las de su boda junto a Maribel, recordó aquel momento lleno de alegría, acompañado de su madre y su pequeña hija Mariana que en ese entonces tenía dos años de edad… pensó en que momento había crecido tan rápido, el y su hija mayor ya ni se miraban a la cara, le dolía por que a pesar de todo era su hija y la amaba con todo el corazón. Recordó también que Eduard, venía en camino… Maribel estuvo embarazada de su segundo hijo cuando se casaban y fue la sorpresa de boda que ella misma le regaló en aquel día tan especial. Lo recordó y sonrió con los ojos rebozados de lágrimas. Esteban y Anna María llegaron a su vida unos cuantos años después, en los que todo era paz, amor y armonía.  
El sobre color marrón tenia una carta dentro, una carta que escribió y nunca la entrego a Maribel, en su adolescencia cuando estaba perdidamente enamorado de ella, le escribió mil cartas… pero aquella que tenía en sus manos le expresa tanto amor que no podía decirle y fue aquella la que nunca le entregó, la más importante de todas las cartas. Ya era demasiado tarde, presentía que su secreto pronto era imposible de seguirlo ocultando.  
Por último deslizó del sobre los anillos, aquellos cayeron sobre la mesa girando por varios segundos… fueron los primeros que ambos se colocaron cuando se comprometieron, eran mucho más baratos que los que usaban en ese momento, pero aquellos que estaban guardados eran muy especiales para el… por que con ellos Maribel le dio su primer beso.  
Se quedó pensativo por unos segundos, repentinamente tomo la carta nuevamente y los anillos en sus manos, esas dos cosas no le pertenecían a el, decidió más de veintidós años después entregárselos a quien realmente se los merecía, su esposa la cual le entregó su vida entera. Apenas dio tres pasos, el teléfono sonó… se detuvo, tragó saliva y se devolvió.  
Una vez más dejo la carta y los anillos sobre la mesa y contesto la llamada. 
—Te he dicho que no me llames a esta hora y mucho menos cuando estoy en mi casa.  
—Iré lo más pronto posible. Apenas tenga un viaje de negocios pasare a verte.  
Maribel bajo las escaleras para dirigirse a la cocina a preparar una tacita de te con limón, pero se detuvo al escuchar a Ricardo hablar a aquellas horas de la noche por teléfono, se extrañó. ¿Quién quería hablar con el, casi a la una de la madrugada?.  
—Maldita sea, no es cuando tu digas lo que debo hacer, espera y no me llames más aquí.  
Colgó… Maribel quedo claramente en duda, del porqué aquella extraña conversación de su esposo. Sin más nada que hacer se dirigió a la cocina y luego nuevamente a su habitación.  
…  
Al día siguiente, Esteban caminaba hacia al colegio, ya era el último año de su etapa escolar. Ni siquiera había pensado que venía para el luego de graduarse, pero de algo si estaba seguro, era que su destino aún no estaba escrito como el de su hermano Eduard. Mientras pensaba en que se dedicaría para buscar su independencia después de terminar el colegio, escucho una voz que lo llamo por su nombre, al girar la mirada vio a un muchacho casi de su edad, acompañado con otro unos cinco años mayor que el. Ambos, que eran desconocidos para Esteban se acercaron a el.  
—Buenos días. Todo bien.  
Esteban preguntó.  
—Usted me llamo por mi nombre. ¿no es así?.  
—No solo eso, sabemos mucho mas de usted. —Respondió el otro desconocido mostrándose algo arrogante.  
Esteban soltó una pequeña carcajada y respondió.  
—Disculpa. No creo que me conozcan, ni siquiera yo les e visto su cara, creo que se equivocaron de persona.  
Sin prestar tanta atención, emprendió nuevamente su camino hacia al colegio, pero se detuvo nuevamente cuando uno de los extraños le pregunto en voz alta.  
—¿Supongo que el nombre de Camilo te suena familiar?. 
Giro lentamente el cuerpo con la mirada y la clavo a aquellos desconocidos una vez más.  
—¿Que fue lo que dijiste?. —Pregunto.  
—Camilo, no me digas que ya se te olvido quien era, el mismo, tu mejor amigo. Tu mas que nadie debes haberlo conocido mejor que yo. Lo asesinaron hace un par de años, valla sorpresa,  también fue nuestro amigo. 
Respondió el más joven y el otro más mayor continuo diciendo.  
—Supimos como fue su muerte, tu estuviste con el ahí y lo viste morir. ¿No es verdad?.  
Aquel recuerdo se revivió nuevamente en la mente de Esteban, aún le dolía.  
—Aun no nos hemos presentado. —Prosiguió.  
—Soy Gustavo, mi amigo más pequeño aquí presente es Richard.  
—Creo que no es necesario decir mi nombre, ya lo saben.  
—Cierto. —Afirmo Gustavo.  
—¿Sabes que sucedió con la madre de Camilo?. —Pregunto Richard.  
—Sus padres también fallecieron meses después de la muerte de su hijo. —Respondió Esteban.  
—Es una desgracia.  
—Toda la familia se acabo. —Comento Gustavo con una tristeza fingida.  
Esteban evitaba recordar a su amigo, por el dolor tan fuerte que le provocaban los recuerdos. Con la tristeza que tenía dentro, dijo.  
—Debo irme a casa, llegare tarde. Hasta luego.  
Se marcho, mientras Richard y Gustavo lo observaban como dos perros hambrientos, su plan ya estaba en marcha, el desestabilizar a Esteban y hundirlo en lo profundo de la oscuridad era el único objetivo de aquel hombre que se escondía en lo desconocido. Mandando a su dos mejores empleados para que llevaran acabo dicho plan, ya habían empezado e iniciaron por donde más le dolía.  
—Yo diría que hasta pronto imbécil. Nos seguiremos viendo muy pronto. —Comento Gustavo a su amigo Richard cuando ya Esteban se había marchado del lugar.
—¿Crees que caerá en la trampa?. —Pregunto Richard.  
—Caerá, mucho más hondo que su amigo, téngalo por seguro. —Respondió Gustavo con una sonrisa y plena seguridad.  
—Nos ahorramos el tiempo con los viejos de Camilo ya no están, ahora solo queda este tal Esteban y listo.  
—En menos de dos meses lo tenemos en las manos.  
—Así va hacer.  
… 
La noche había llegado, Maribel estaba frente a la ventana a la espera de ver llegar a su hijo Esteban, ya el reloj marcaba las 9:30 de la noche. En ese momento el Sr. Ricardo entro a la sala y pregunto.  
—¿Esteban aun no llega?. 
Tras hacer la pregunta, dijo.  
—Que sucede con ese muchachito, se cree que por que ya es mayor puede hacer lo que se le venga en gana y andar hasta la hora que le plazca en la calle. Eso no se lo voy a permitir.  
Maribel totalmente preocupada, tratando de disimular respondió.  
—Tranquilo Ricardo, no pelees más con el por favor. A estado estudiando muy fuerte, para aprobar su ultimo año.  
—Claro, entiendo y tu le crees. —Respondió con sarcasmo y continuó diciendo.  
—Sabes muy bien todo lo que está pasando en la ciudad, no son horas de un muchacho de su edad andar a esta hora en la calle. Si no le decimos nada seguirá haciendo lo que se le de la regalada gana.  
—Esteban, donde estás. Por Dios. —Murmuró Maribel con impaciencia.  
Eran tiempos difíciles en la ciudad que ni la misma seguridad pública podía controlar. Nadie podía hablar y referirse al tema por que le traería grandes consecuencias.  
… 
Minutos después, Maribel observo por la ventana que ya Esteban se acercaba a la casa, respiró profundo y se tranquilizó. De inmediato corrió a la puerta para recibirlo. 
—Buenas noches mamá.  
—Esteban por Dios, cuales son estas horas de llegar. Me tenías muy preocupada.  
—Perdón, se me paso el tiempo no volverá a pasar.  
—Tu papá está muy enfadado, por favor pídele disculpas y no respondas nada de lo que te diga. 
—Como tu digas mamá, déjame pasar que estoy cansado.  
Esteban entró a la sala y viéndose fijamente a los ojos con su padre le dijo.  
—Buenas noches papá, iré a mi habitación a dormir.  
—No sin antes hablar conmigo. —Exigió Ricardo levantándose de la silla.  
—De que quieres hablar.  
—Eres un descarado, te hace gracia tenernos aquí preocupados por ti y te importa un comino.  
—¿Tu preocupado?. Desde cuando papá.  
—Esteban por favor, que te dije. —Intervino Maribel.  
En ese momento Ricardo dio dos pasos con la mano abierta para golpear a Esteban pero se contuvo.  
—¿Me vas a pegar?. —Pregunto Esteban entre burla y continuó diciendo.  
—Has lo que te de la gana papá. Ya tus golpes no me van a doler, crees que pegándole a Mariana, a mi, a mi madre… solucionas todo y lo único que haces es que te odiamos más.  
—Cállate Esteban.  
—¿Te has preguntado cuanto me duelen tus golpes?. Nada. —Dijo Esteban acercándose a Ricardo.  
—Hijo, vete a tu habitación. No digas más. —Suplico Maribel.  
—Espera mamá. Mi papá quiere hablar conmigo, me lo dijo apenas llegué. Espera…  
—¿Sabes que si me duele papá?. Tu ausencia, tu rechazo, tus malos tratos eso si me duele mucho.  
—Cállate Esteban, no me provoque más.  
En ese instante Eduard bajo de su habitación y vio lo que estaba pasando.  
—Te duele que te diga la verdad, ¿cierto papá?.  
El Sr. Ricardo evadió a Esteban y se apartó de él.  
—No te lo volveré a decir Esteban, llegas tarde un día más a esta casa y te largas de aquí… ya veremos la valentía que tienes para enfrentar el mundo tu solo. Mañana a primera hora estaré en el colegio hablando con el director por tu mal comportamiento, necesitas una buena lección.  
Esteban se río reservadamente y no contesto.  
Ricardo se marchó a la habitación. Esteban soltó una pequeña carcajada y acercándose hacia su madre le dijo.  
—Lo oíste mamá, ira mañana al colegio donde jamás lo a echo… yo creo que apenas entre nadie lo va a conocer.  
Cuando se encontró frente a su madre con una sonrisa, ella levantó su mano y le dio una bofetada. Eduard se sorprendió. Esteban volvió a ver a su madre con los ojos cargados de lágrimas y extrañado por la cachetada que le dio.  
—Yo si estaba realmente preocupada por ti hijo, no es justo que hagas estos conmigo. No es justo. Si haces esto por cobrarle algo a tu padre hazlo, pero no me lo hagas a mi. Yo si me preocupo por ti.  
Maribel se marchó llorando a su habitación. Esteban se quedó con la sonrisa desvanecida frente a su hermano, el cual segundos después también se marchó a su cuarto. Ahí se encontraba solo, su plan por sacar de quicio a su padre no le funciono tan bien, su madre estaba destrozada una vez más por su culpa. Ahí se dio cuenta que solo estaba para hacer sufrir a los que lo querían de verdad. Todo era un desastre.  
 




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