(Tristeza).
Esteban se acercó a Daniel y lo tomó de la camisa, mientras le apretaba el cuello con la misma le recalcó con claridad la pregunta que en ambas ocasiones le había dicho, esta vez estaba más dispuesto a desenmascarar a aquel misterioso muchacho, que se estaba acercando a el sin razón alguna, cual era su propósito y su relación con Camilo. Era hora de saber la verdad.
—Por última vez, ¿quién diablos es usted?.
Daniel guardó silencio.
—Parece que no va a decir nada, tal vez si lo llevo a la policía y lo denuncio a ellos puede ser que les diga algo… ¿verdad?.
—Usted no haría eso. —Dijo Daniel con expectativa.
—Obvio que si lo haría, no te creas con buena suerte.
Daniel se soltó de las manos de Esteban y le respondió.
—No es suerte, es astucia. El detalle es que estamos en la misma línea y es cierto que necesita saber quien soy yo.
Esteban quedó a la espera de la confesión que acabaría lentamente con el y derrumbaría la memoria buena que el tenía presente de su mejor amigo.
…
Anna María abrió lentamente los ojos, sintió un fuerte dolor en su cabeza que le impedía llevar sus manos a ella. Divisó el lugar con sus ojos sin mover el rostro hasta que vio una enfermera la cual le estaba atendiendo.
—Me alegro mucho que ya halla despertado señorita. Todo está muy bien, nada de que preocuparse.
—¿Dónde estoy?. Me siento muy mareada.
—Tranquila, son las secuelas del shock nervioso que tuvo, solo debe descansar.
—¿Dígame donde estoy por favor?. —Pregunto una vez más Anna María con desaliento.
Justo en el momento que la enfermera iba a responder a la pregunta, Emanuel ingresó a la habitación. Anna María se sorprendió, al verlo la mente se le nubló de ira y sacó las fuerzas que no tenía y se levantó del sofá.
—Por favor Anna María no te levantes, estas muy delicada de salud todavía. —Intervino diciendo Emanuel, tratando de tranquilizarla.
—No te me acerques y ni se te ocurra ponerme un dedo encima. Me das lástima. —Respondió Anna María con notable desespero.
No tuvo el tiempo para deducir que se encontraba en la casa de Emanuel. Un bonito y acomodado hogar blanco con un jardín espléndido lleno de rosas de colores, puertas de madera fina, tejado y una piscina al lado izquierdo de la zona era lo que se encontraba en aquella casa ubicada a las afueras de la ciudad. Ella tomó su bolso para marcharse, cuando abrió la puerta principal se encontró frente a frente con el, el hermano de Emanuel estaba frente a ella.
—¿Anna María?. —Pregunto el muchacho quedando muy sorprendido ante la repentina presencia de su amor platónico el cual no veía hace mucho tiempo.
—Hermano bienvenido, ¿cómo te fue en el hospital?.
—Bien.
Emanuel se acercó y los presentó.
—Anna María, el es mi hermano Matías. —Comento con un tono de voz tranquilo y sereno como si nada hubiera pasado.
—Hola Anna María mucho gusto, que agradable sorpresa.
—Hola Matías, un gusto volver a verte. —Contesto la muchacha tratando de disimular su rabia.
—¿Ya te vas?.
—Si hermano, Anna María tiene algunas cosas importantes que hacer.
—Entiendo. ¿Y cuándo vendrás nuevamente?.
La expectativa de Emanuel y Matías era crucial, la respuesta de Anna María marcaría el inicio o el final de una historia que los involucraría a los tres.
—Hermano…
—Si vendré pronto a visitarlo. Ya debo irme con permiso. —Respondió Anna María y se retiró del lugar.
—Hasta luego. —Respondió Matías con una clara sonrisa y la emoción a flor de piel por que por primer vez tuvo el amor de su vida frente a el, después de tantos años contemplarla desde lejos al fin aquel día estuvo frente a el, de los muchos que suponía vendrían a su lado.
—Gracias hermano, gracias por invitar a Anna María que viniera a verme.
—No es nada, entra a comer algo, acompañaré a la señorita hasta la ciudad. ¿Te parece?. Vuelvo en un rato. —Respondió Emanuel y se marchó.
Minutos después, Emanuel logró alcanzar a Anna María, le pidió que esperara en varias ocasiones pero ella no hizo caso a sus llamados, hasta que Emanuel no tuvo alternativa de tomarla de su brazo izquierdo para que sus ojos se encontraran nuevamente con los suyos.
—Por favor ya déjame en paz. —Le suplico Anna María entre lágrimas.
—Tenemos que hablar.
—No tenemos absolutamente nada de que hablar.
—Entonces por que le dijiste a mi hermano que pronto volverías a verlo.
—No sea sínico, que quería… que le dijera que nunca lo volvería ver. Yo no soy una mala persona como lo es usted. Que le quede claro, somos muy distintos, lo que le dije a él no tiene nada que ver con usted. —Le respondió Anna María tajantemente.
Ella por un instante miro a Emanuel con melancolía, todo el amor que una vez había sentido por el se había convertido en un terrible dolor que sentía en su pecho. Decidió girarse para marcharse, pero las palabras siguientes de Emanuel acabaron con ella.
—Mi propuesta sigue en pie Anna María, estaré esperando su respuesta. Estoy dispuesto a dar todo lo que sea necesario por la felicidad de Matías, eso la incluye a usted.
Anna María se sintió destruida, minimizada antes las palabras dichas por aquel hombre que un día amo perdidamente, todo había sido una mentira para acercarse a ella, llevarla al cielo con sus palabras y el tono melódico de su voz cuando le contaba infinidad de poemas y poesía que la hacían estremecer de emoción, para luego dejarla caer en un abismo de tristeza y decepción. Era su realidad, pero lo único que seguía intacto era su dignidad como mujer y no permitiría que le faltara el respeto, así hubiera tenido la culpa de haber amado a la persona equivocada.
Anna María giró nuevamente y se acercó a Emanuel, viéndolo a los ojos le dio una fuerte bofetada en el rostro sorpresivamente que lo dejó sin aliento.
—A mi me respeta, yo no soy ningún objeto que usted quiera comprar, tampoco estoy incluida en la felicidad de otra persona que ni siquiera conozco que eso le quede muy claro señor Emanuel. Permiso.
Anna María emprendió su camino, a pesar de lo sucedido había sido un placer volver a verlo aunque todo se hubiera convertido en un pesadilla, a Emanuel se le deslizaron las lágrimas por sus mejillas era consciente del daño que le estaba causando a ella con sus palabras, pero primero era la felicidad de su hermano Matías que el amor que una vez sintió por Anna María, divisó su silueta hasta que su ojos llenos de lagrimas la perdieron por completo, era incierto el lugar, la fecha y la hora en la que la volvería a ver, solo la contemplaba en sus recuerdos cuando era feliz e inocente a su lado.
…
Era una tarde fría y nublada, pequeñas gotas de agua empezaron a caer del cielo. Una triste verdad de la doble vida de Camilo estaba a punto de salir a la luz. Esteban siempre creyó en la lealtad de su amigo, del amor a su familia, del cariño no correspondido por su hermana Anna María, de su confianza y su amistad… nada ni nadie había desvanecido la imagen que el tenía de su amigo, hasta que Daniel le confesó esa misteriosa verdad.
—¿Te escucho?.
—Camilo nunca fue lo que usted pensó que era. —Respondió tajantemente Daniel.
—El hacia cosas muy malas, era un maleante despiadado y también un asesino.
Al escuchar aquellas palabras la ira de Esteban no se pudo controlar e inmediatamente tomó una vez más a Daniel de su camisa y le gritó diciendo.
—Que carajos está diciendo, no te voy a permitir que hables así de Camilo, me escuchaste pedazo de imbécil.
—Te estaba viendo la cara de tonto, entiende. Camilo no era lo que aparentaba, el hacia parte de la mafia. —Respondió Daniel tratando de controlar a Esteban.
—¿Qué dices?. —Esteban se sorprendió ante aquella confesión y mientras trataba de entender, soltó a Daniel de la camisa… este un poco agitado ante la reacción repentina de Esteban recuperó su postura y acomodo el cuello de su camisa.
—Como te lo digo, Camilo fue el único culpable de su propia muerte cuando decidió trabajar para la mafia.
Esteban respiro profundo, tratando de mantener el equilibrio.
—Usted sabe como está la situación en la ciudad Esteban. Por que cree que todos los días hay un homicidio de un pelado como nosotros… quiere que le dé la respuesta, solo es por dos razones, la primera por que no hizo lo tenía que hacer y la segunda por que ya no quería seguir en la organización... esa es la más grave, por que eso quiere decir que tienes la muerte asegurada y la de tu familia también.
—¿Qué quieres decir con todo eso?. —Pregunto Esteban un poco agobiado.
—Yo hago parte de esa organización. Ahí conocí a Camilo y créeme no era la misma persona que usted conoció. Si no cree, piense… por que su ausencia en el colegio, en la casa de sus padres, desaparecía sin dejar rastro o alguna explicación, sus relojes de oro, dinero… piense.
Esteban trataba de no creer lo que Daniel estaba diciendo, pero en cada una de sus palabras había una verdad que lo colocaba en duda. Hubieron momentos en los que no entendió la ausencia, enojo y tristeza de Camilo. Nunca sospecho nada y ahora estaba rodeado de maldad y mentiras.
—Yo sé cómo opera esa gente y se de las mentiras de Camilo, por algo te salve una vez… ellos quieren hacer caer a todo el que se interponga en su camino, el tenia que morir, su familia les ahorró tiempo por que ya habían muerto cuando venían por ellos, ahora vendrán por nosotros de una u otra manera Camilo era nuestro amigo.
—No lo puedo creer, me siento como un imbécil. —Dijo Esteban con rabia y los ojos rebozados de lagrimas.
—Yo lo siento mucho que usted se halla enterado por mi y en estas circunstancias, más aun cuando Camilo ya no, no está aquí… pero si hay algo que le sirve de consuelo el ya no quería seguir con esa vida, por eso acabaron con el.
—Y a mi de que mierda me sirve eso, si ya no esta aquí. Igual todo lo que me esta diciendo es difícil de creer, que pensó que pasaría diciéndome ese montón de mentiras. —Dijo Esteban tratando de evadir la verdad.
—Camilo una vez me dijo que eras testarudo igual a él, por eso me dijo que te entregara este sobre. Hay una carta en el interior y un objeto que era muy preciado para el… ahí vas a confirmar todo lo que te estoy diciendo. —Concluyo Daniel y le entrego el sobre.
Esteban lo tomó y lo observó fijamente por unos segundos, sin esperar más lo abrió y sacó la carta y empezó a leer cada una de las líneas.
— “Esteban... se que no vas a creer lo que realmente soy. Se que muy en el fondo de su corazón vas a creer que soy inocente… que era aquel muchacho alegre, sonriente y leal a los suyos, se que cuando leas esta carta, sabrás que todo fue mentira… nunca fui tu amigo, traté de disfrazar mi verdad haciendo creer al mundo que era lo que nunca realmente fui. Créeme que soy el menos indicado en hablar de lealtad, pero algunas veces sí te consideré mi amigo… un buen amigo, sin saber lo que pasaba, me acompañaste en los momentos que estaba solo, mi sentimiento con tu hermana era real fue uno de los motivos por los que me quería salir de todo esto… estuviste ahí cuando mis esperanzas con ella eran nulas, estuviste siempre como el mejor amigo, desde niño. Sin embargo yo era diferente… yo quería cambiar y poder lograr muchas cosas a toda costa. No se si era ambición, poder, dinero pero quería más. Yo tomé mi decisión y perdón, es lo mínimo que puedo decir… perdón por no ser el amigo que usted esperaba. Gracias Esteban”
El dolor y la tristeza terminó por invadir a Esteban, luego de leer la carta extrajo del sobre una manilla… la cual tenía dos pequeñas fotografías, una de los padres de Camilo y la otra de Anna María, ahí Esteban confirmó la verdad. Aquella manilla de color azul oscuro, con pequeñas y llamativas perlas brillantes era de Anna María. Recordó claramente un día en clase de biología cuando a su hermana menor se le reventó y todas las perlas callaron al suelo, Camilo rápidamente las tomó y se comprometió a arreglar la manilla y llevarla de vuelta a su dueña. Nunca lo hizo, pero fue su forma más clara de confirmar su verdad, el fue el único que tenía esa manilla.
Se dejó caer lentamente de rodillas al suelo mientras arrugaba la carta con fuerza. Ya no había duda, todo estaba claro.
Daniel trató de animarlo pero Esteban simplemente preguntó.
—Solo preguntaré una cosa… ¿alguna vez Camilo mató alguna persona?.
Daniel confirmo su pregunta.
Esteban cerró los ojos, completamente decepcionado segundos después se levantó y entró al cementerio. Cuando se encontró frente a la tumba de Camilo rompió la carta y la lanzó sobre la tumba fría con flores marchitas… la lluvia se hizo más fuerte y las gotas de agua desvanecía las palabras que Camilo había escrito en la carta, Daniel observaba desde cerca aquel momento y escuchó la respuesta de Esteban hacia al que alguna vez fue su amigo.
—Ahí tienes mi respuesta Camilo. Sabes una cosa… yo si fui tu amigo, no me arrepiento de nada por que aunque nunca pensé la farsa y desastre de mierda que eras, lo quise como un hermano. Tengo en la mente los mejores recuerdo con usted, cuando nos peleábamos en el colegio, los partidos de fútbol, los juegos de mesa con su papá, la comida tan especial que su mamá nos preparaba, las alegres y tristes conversaciones en la azotea de su casa… se suponía que estábamos en las buenas y en las malas. Ya conociendo la verdad me alegra que no halla tenido la más mínima oportunidad con mi hermana por que ella no se merecía estar con una mentira como usted, yo ya que carajos me vio la cara de imbécil y aunque va a ser difícil perdonar todo esto… lo único que le puedo decir a partir de este instante es que ahora esta solo, por que nadie va a venir a visitarlo aquí donde termino por su culpa, lástima… hasta nunca Camilo.
Esteban se marchó a paso lento, aquella despedida le partió el alma de tristeza… su desquite por la mentira era nunca más visitar la tumba de aquel amigo que desconocía de un momento a otro, ya nada más podía hacer… solo y triste debía continuar.
…
Cerca a la casa Anna María se encontró con su hermano Esteban… ambos aquel día descubrieron su triste realidad y las intenciones que aquellas personas tenían con ellos. Se encontraron decepcionados, con los ánimos por el piso y con una tristeza que les provocaba unas desesperadas ganas de huir de absolutamente todo, era muy difícil entender lo que alguna vez pasó frente a sus ojos y nunca se dieron cuenta, se sentían tan mal pero eso no les impedía aparentar entre ellos mismos con una sonrisa, aunque por dentro se estuvieran muriendo de tristeza.
—¿Cómo estás hermanita?. —Pregunto Esteban con cariño.
—Muy bien y usted hermanito. —Respondió Anna María y seguidamente preguntó.
—Sobrevivo. —Respondió Esteban entre risas.
A pesar de sus desgracias seguían de pie, nada dañaría su hermandad y tampoco su familia, aunque todo a su alrededor estaba hecho un desastre, la familia era su refugio, nadie tocaría ese lugar tan preciado para ellos, eso eran lo que pensaban. Ambos se dieron un abrazo y entraron a la casa.
…
El Sr. Ricardo sabía muy bien que cuando todo saliera a la luz su familia se acabaría lentamente, sus hijos no lo sabían, mucho menos Maribel, la mujer que le había entregado su vida a su familia… se acercaba el final de su terrible secreto.