Corona De Lagrimas.

Capítulo 9.

(El final del secreto).  
Aquel día no hablaron más del tema, todo era silencio y desconcierto… para Daniel era difícil entender su vida, la injusticia de las cosas y la guerra de poder y negocio en la que estaba involucrado su papa, no era la vida que había pensando tener. Para su papá la lealtad era el valor más importante y quien rompiera aquel vínculo automáticamente pagaría las consecuencias, con lo imaginable. Con la tristeza que le arrugaba el corazón se dirigió a su segundo lugar seguro, el primero había sido su madre que lamentablemente desapareció en un viaje marítimo hacia España… Marcela, su novia a pesar de no conocer la verdad estaba con el en sus buenos y malos momentos y una vez más, estaba frente a su puerta. Ella con alegría abrió la puerta y al verlo cabizbajo lo abrazó con tanta fuerza durante varios minutos… luego ingresaron a la casa.  
Una tacita de té, un par de galletas integrales y dos cubos de azúcar en cada taza estaban sobre la mesa. En el sofá ambos estaban mirándose fijamente a los ojos, Daniel trató de evitar las lágrimas pero era imposible, Marcela al ver la primera lágrima deslizarse por la mejilla de el la secó con su mano suave y delicada. Seguidamente preguntó. 
—¿Por favor, dime lo que te está pasando?.  
—No puedo.  
—Déjame ayudarte, yo estoy contigo. —Dijo Marcela con nostalgia.  
Daniel sintió paz al estar al lado del amor de su vida, se conocían desde niños gracias a la amistad de sus madres, personas importantes que tristemente ya no estaban en sus vidas.  
—Lo que pasa es que… —Dijo Daniel tratando de buscar las palabras adecuadas para explicar lo que sucedía, pero se vio interrumpido por el golpe de la puerta principal abrir y cerrarse de inmediato.  
—Buenas noches. —Saludo Manuel al ingresar a la sala principal de la casa, luego de haber finalizado el turno en el hospital en el que prestaba su servicio como médico interno.  
—Que gusto verlo nuevamente Daniel.  
—Gracias señor Manuel. —Respondió mostrándose respetuoso.  
—Acaso le vez cara de señor a mi hermano, Dani hasta a penas tiene 26. —Comento entre risas Marcela.  
—Gracias mi hermosa hermanita, soy casi de la edad de ustedes… así que por favor solo Manuel esta bien.  
—¿Cómo te fue en el hospital hermano?.  
Después de un suspiro, Manuel contestó.  
—Es complicado, la situación que está sucediendo últimamente en la ciudad es muy lamentable, todos los días llegan jóvenes casi a punto de morir por negocios y peleas a los que son expuestos, lo más injusto es que no son de ellos, simplemente son peones de toda esa mafia, es triste como una vida tan joven se va perdiendo sin poder hacer nada.  
Aquellas palabras conmovieron a Daniel, claramente el conocía el origen de todo lo que estaba sucediendo.  
—Que triste hermano, definitivamente es una situación inevitable. —Respondió Marcela con preocupación.  
—Eh, yo me tengo que ir, los veo luego esta bien. 
—Amor, quédate a cenar con nosotros. —Dijo Marcela tratando de convencerlo.  
—pues… no se. ¿Le parece bien que me pueda quedar a cenar con ustedes Manuel?.  
—Tranquilo, igual usted ya es de la familia. Lo único que le pido es que por favor siga haciendo feliz a mi hermana, desde que murió mamá ella nunca había estado tan feliz como lo es como usted. —Comento Manuel mientras se levantaba del sofá y al finalizar le estrechó la mano. 
—Gracias por todo, Marcela es el amor de mi vida. —Respondió Daniel con seguridad y tomó la mano de Manuel en son de paz.  
…  
Días después…  
El trabajo en la empresa seguía avanzando, obteniendo varias ganancias y reconocimiento gracias al éxito del Sr. Ricardo en compañía de su hijo Eduard, todo iba en ascenso posicionando la empresa familiar en una de las mejores a nivel nacional y abriendo camino a la exportación de café a nuevos países donde lograría cumplir con uno de los mayores sueños de la generación.  
Eduard se acopló rápidamente a sus obligaciones laborales, poco a poco estaba cumpliendo su deber en ser la estampa de su padre, era el sueño del Sr. Ricardo y a pesar de que no fuera el suyo lo estaba logrando. Mientras organizaba y revisaba los reportes de la producción quincenalmente de los últimos tres meses, los tomo en sus manos para llevarlos al departamento de contabilidad y al salir de su oficina rápidamente se chocó de repente con una joven recién contratada en la empresa, todo los documentos que ella llevaba en sus manos se fueron al suelo y sin verse a la cara se disculparon y rápidamente tomaron las carpetas que estaban en el piso, pero en ese instante sus manos se encontraron y lentamente sus ojos también.  
—Discúlpeme señor, no lo vi salir de su oficina..  soy una tonta.  
Eduard se quedo viéndola a los ojos, sonrió y llevándose la mano la cabeza, dijo.  
—No te disculpes, tranquila. Salí de prisa y no te alcancé a ver.  
—Entiendo, no volverá a pasar estaré más atenta en todo. Es que estoy en periodo de prueba y estoy muy emocionada por trabajar en una empresa como esta. Me haría muy feliz.  
—Que bueno. Por cierto, mucho gusto Eduard Reyes.  
—¿Eduard?. Usted es el hijo del jefe.  
—Así es. Soy su hijo mayor. Bueno Mariana es mayor, soy su segundo hijo.  
—¡Uy!. Discúlpeme de verdad señor yo no quería incomodar. Por favor, se lo juro que estaré más atenta.  
—Ya te dije que no te tienes que disculpar. Lo que si te voy a pedir es que por favor me puedes tratar como un trabajador más, no como el hijo del jefe. ¿Si?.  
—Bueno, esta bien.  
—¿Cómo es tu nombre?.  
—Soy Verónica. —Contesto ella con una gran sonrisa que resaltaba con sus labios pintados en color rojo.  
—Un gusto conocerte Verónica. —Dijo Eduard amablemente.  
—Ya debo irme, tengo varias labores por cumplir. —Dijo Verónica y se marchó rápidamente.  
Aunque no quisiera, Eduard se enamoró en ese instante de Verónica, aquella muchacha que apenas conocía pero que se mostró frente a el como la persona más transparente y auténtica, con unos hermosos labios rojos, una estatura que no superaba el metro sesenta y una piel suave que se podía contemplar a simple vista, pero lo que más llamo su atención fueron sus hermosos ojos con un profundo azul como el mar.  
Eduard sonrió una vez más y al dar media vuelta observo en la gran entrada de la empresa a su padre que se encontraba notoriamente ansioso, se extrañó y se preguntó así mismo que hacía su padre a las fueras, rápidamente bajo las escaleras y acercarse más a él se llevó la gran sorpresa de su vida. Una desconocida mujer se encontraba frente a el, el lenguaje corporal de ambos le transmitía a Eduard algo más que el no podía confirmar por que no lo podía creer y no lo quería creer.  
Aquella desconocida era sin duda alguna amargamente hermosa, con un vestido corto que detallaba maravillosamente su figura, con un cabello claro y largo el cual no le dejaba ver y conocer su rostro. Eduard se acercó e intervino en el momento.  
—¿Papá?.  
En ese instante el Sr. Ricardo y aquella mujer giraron la mirada hacia el. Eduard por primera vez miro a los ojos a aquella mujer, su rostro enamoraba a cualquiera que la viera al menos por dos segundos, su mirada era penetrante y jodidamente preciosa, con unos ojos color café que resaltaban sensacionalmente con la luz del sol. Su padre trató de disimular y contesto.  
—Eduard, hijo… pensé que estabas trabajando.  
—Si papá, eso hacía. Pero vi que estabas discutiendo con ella y vine a ver si puedo ayudar a solucionar sea lo que este pasando.  
—Que dices hijo, para nada no discutimos. Por favor vuelve a la empresa y hablamos luego.  
—Esta bien papá.  
—Espera. —Exclamo la mujer llamando la atención de ambos, Eduard la miró una vez más aunque su mirada le transmitiera una sensación extraña.  
—Dígame señorita, se le ofrece algo. —Pregunto Eduard con notaria duda.  
El Sr. Ricardo sintió como una descarga de ansiedad y adrenalina hubiera pasado por su cuerpo, haciendo de aquel momento crucial para el, el gran secreto que ocultaba desde hace muchos años podía salir a la luz en aquel instante sin ninguna defensa a su favor. Pero que ya era inevitable ocultar.  
—Supongo que tu padre no te va a decir quien soy yo en realidad. —Comento la mujer.  
—Yo voy a hablar con mi hijo y le explicaré lo que sucede. —Dijo el Sr. Ricardo tratando de evadir la situación.  
—Espera papá, ella me va a decir algo. —Insistió Eduard en escucharla. Su mente estaba invadida de preguntas, pero puntualmente se preguntó quien era esa mujer.  
—Soy Carolina, socia y proveedora de la empresa.  
—¿Perdón?. —Pregunto Eduard con una gran duda.  
—Papá, a que se refiere.  
—Así como lo escuchas Eduard.  
—Espere como sabe mi nombre.  
La tensión entre los tres se hacía cada vez mayor, la noticia de una socia desconocida para Eduard dentro de la empresa le cayó como agua helada, era una de las muchas sorpresas que poco a poco saldrían a la luz.  
—Eduard… hijo. Te explicare todo no te preocupes.  
—Eso espero papá, estaré en mi oficina.  
Eduard se marchó hacia el interior de la empresa.  
—Que mierda fue eso. —Exclamo el Sr. Ricardo con notorio enojo.  
—Que querías, eso o que le dijera que soy tu amante. —Respondió sarcásticamente Carolina.  
—Ahora te lo tengo que agradecer.  
—Pues si, por que ya estoy harta de que me tengas en otra ciudad y no me hagas parte de tu vida como realmente debe ser. 
—¿Qué estas haciendo aquí?. —Pregunto Ricardo tratando de mantener la calma.  
—Vine a verte, también a cumplir todos los sueños que me decías mientras hacíamos el amor. Ya se te olvido.  
—Yo te dije que necesito tiempo. 
—No me vengas con ese cuento Ricardo, ya son muchos años en los que hemos ocultado nuestro amor… ya es hora que estemos juntos. —Comento Carolina mostrándose cariñosa.  
—Estoy casado y tengo cuatro hijos, no es fácil para mí.  
—Por favor, ellos ya están muy grandes para que su padre todavía los cuide, acaso te da lástima dejar a tu mujercita.  
—No puedo con esto en este momento, hablamos en el hotel. —Dijo el Sr. Ricardo y se dirigió al interior de la empresa.  
Mientras veía a Ricardo alejarse con deseo, Carolina empezó a idear su plan para definitivamente quedarse en la vida de Ricardo así tuviera que acabar con su familia que durante años había prevalecido como perfecta. Eduard era su primer objetivo, con su llegada todo cambiaría radicalmente en la vida de Maribel y sus hijos. Se acercaban tiempos de tristeza y decepción era inevitable, el secreto de Ricardo estallaría sin aviso y todo, absolutamente todo se desmoronaría lentamente.  
 




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