Corona De Lagrimas.

Capítulo 11.

Días después…  
Eduard ya se había acostumbrado a su trabajo, cada día que pasaba tomaba más responsabilidad sobre las obligaciones de la empresa ya que era de gran importancia tener todo bajo control… por esa razón todos los días llegaba puntualmente a su oficina y organizaba sus deberes del día y si podía adelantaba los de los tres días siguientes… aquellos días habían pasado sin novedad alguna pero si a la expectativa de que la nueva socia se presentara frente a el para reorganizar las condiciones de ambas partes, gracias a su hermana Mariana conocía algunas leyes administrativas que le ayudarían en cualquier momento a tomar decisiones frente a la gran sorpresa que le había dado su padre.  
Aquella mañana del mes de abril que pasaba desapercibida con una leve brisa, Carolina se hizo presente en la empresa, su nueva vida en la ciudad cerca a Ricardo estaba iniciando y al primero que enfrentaría sería a su hijo, Eduard. Estaba dispuesta a lo impensable, desde su manera de vestir que dejaba perplejos a todos a su alrededor hasta su manera de pensar y tomar las decisiones que beneficiarían su propósito… quedarse con todo.  
Tres golpes tocaron a la puerta de Eduard y luego de su autorización de seguir, Carolina entró a la oficina.  
—Señor Eduard. Buen día, un gusto saludarlo.  
—Señorita Carolina, ¿es ese su nombre verdad?.  
—Así es, pensé que lo había olvidado. —Respondió ella con voz seductora.  
—No, como olvidar su nombre si es tan importante para esta empresa. —Contesto Eduard con una sonrisa fingida.  
Ambos tomaron asiento y por unos segundos se vieron a los ojos, aunque no lo transmitían era incómoda la situación para ambos… Carolina estaría en guardia a cualquier ataque y Eduard estaría al tanto de algún movimiento que colocara más en duda la veracidad de aquella mujer frente a el.  
—Después de la gran sorpresa de mi padre respecto a la participación de su capital en esta empresa creo que tenemos algunos puntos importantes que debemos conversar. —Dijo Eduard iniciando una tensa conversación entre ambos.  
—Estoy de acuerdo, aquí estoy te escucho. —Respondió Carolina acomodando su postura en la silla con su rostro lleno de satisfacción.  
—Antes de empezar, quiero preguntarle algo muy puntual señorita… ¿cuánto vale?. 
—¿Perdón, no entiendo?.  
—Así es, ¿cuanto vale su parte?. —Insinuó nuevamente Eduard.  
—Lo que me esta diciendo es que usted pretende comprar mi parte de las acciones de la empresa. —Dijo Carolina tratando de entender la situación, su rostro había cambiando radicalmente, ahora solo había descontento e impacto ante la propuesta de Eduard.  
—Exacto. —Contesto con acierto y continuó diciendo.  
—Señorita Carolina usted entenderá que mi trabajo también es cuidar el patrimonio de mi familia, todo el trabajo de mi abuelo y mi papá que durante años han dedicado a esta empresa. No se por que mi papá la tiene a usted como socia, pero bueno eso lo podemos arreglar con el precio que usted decida.  
Carolina quedo sin palabra alguna, en ese instante Ricardo entró a la oficina.  
—Buenos días.  
Claramente era incómodo ver a su amante hablando sin problema con su hija. Ambos respondieron a su saludo y guardaron silencio por unos segundos a lo que Ricardo preguntó.  
—¿Todo en orden?.  
—Todo bien papá.  
—Si, bien. Déjeme decirle que usted tiene un hijo encantador Sr. Ricardo. —Comento Carolina tratando de disminuir la tensión que se sentía por el silencio que había transcurrido.  
La propuesta de Eduard la sacaría del camino empresarial sin ella poder hacer algo al respecto y ya no tendría por dónde empezar su nueva vida, mientras analizaba la situación y se levantaba de la silla trató de ingeniar un plan pero todo estaba perdido en el momento.  
—Entonces espero su respuesta señorita Carolina. —Recalco Eduard.  
De inmediato ella reaccionó y respondió.  
—Si, permiso.  
Dicho esto salió de la oficina sin aliento alguno, su plan de quedarse dentro de la empresa iba de caída y no tenía un plan alterno. Ricardo claramente notó lo sucedido y excusándose con su hijo salió de la oficina.  
…  
—Espera. Carolina te estoy diciendo que te detengas. —Ordeno Ricardo en baja voz con un tono enfurecido, cuando se encontró frente a ella le preguntó.  
—¿Qué carajos haces aquí?.  
—Enserio me estas preguntando eso, no se te olvide que me presente frente a tu querido hijo como socia de esta empresa y no como tu amante. Tenía que dar la cara. —Respondió ella tratando de disimular su descontento.  
—¿Qué dices?. No tienes nada que hacer aquí. —Dijo Ricardo puntualmente.  
—Puede que en esta empresa no tenga nada, pero si te tengo a ti… aunque todo sea mentira es la única opción para estar contigo.  
—¿Qué fue lo paso con Eduard, por su cara veo que nada bueno?.  
—Me propuso comprar las supuestas acciones, te imaginas que más puede hacer ese muchacho, que clase de hijo tienes, en pocas palabras trato de sobornar… 
—Para nada. —Interrumpió Ricardo la palabra que Carolina estaba a punto de terminar.  
—No te equivoques, Eduard esta cumpliendo con su trabajo y lo que me alegra es que cada día se parece más a mi. 
—No me lo puedo imaginar. —Respondió ella con sarcasmo.  
—Carolina, sabes bien que este no es tu lugar… por favor vuelve a tu casa, te iré a ver como siempre en mis viajes de negocio, es mejor así.  
—No, ni lo sueñe Ricardo. Definitivamente estoy aquí y voy a estar el tiempo que sea necesario para que te des cuenta que tienes que tomar una decisión. Tu esposa o yo… tu elijes.  
—Espera Carolina. Todo esto no es fácil para mí, se que me entiendes.  
Ella se apiadó por un momento de Ricardo y se acercó a él, le tomó las manos y las llevó a su cintura y con voz sensual le dijo.  
—Entiéndeme también por favor, lo único que quiero es que estemos juntos y seamos felices los dos.  
—Lo sé mi amor. Pero no de esta manera, mi hijo no va a permitir que otra persona que no sea de la familia comparta las acciones de la empresa.  
—Eso lo entiendo… pero si lo que me quieres decir es que me marche otra vez no lo voy hacer. Estoy decidida a seguir aquí y tu hijo se tendrá que acostumbrar a mi.  
Dicho esto se dio media vuelta y salió del lugar. Ricardo suspiro con amargura, todo se estaba empezando a colocar de cabeza en su vida y no lo podía controlar.  
…  
Eduard se encontraba pensativo ante la decisión que había tomado, en pequeños instantes se sentía extraño por la manera tan directa e inadecuada que trato el asunto con la socia de la empresa, no era ético de su parte pretender arreglar todo con dinero pero su deber era mantener absolutamente todo en buenas manos. Ricardo ingresó nuevamente a la oficina e interrumpiendo sus suposiciones e iniciaron una conversación al respecto.  
—Papá… sigue por favor, toma asiento.  
—¿Cómo estas hijo?.  
—Bien, estaba revisando los informes de producción.  
—Entiendo, tranquilo a veces estas cosas pasan.  
—¿A que te refieres?. —Pregunto Eduard.  
—Lo que te quiero decir es que a veces tenemos que tomar algunas decisiones para estar más tranquilos con nosotros mismos, yo apoyo tus decisiones y voy a estar de acuerdo con las que tomes de aquí adelante.  
—Así no sean éticas algunas decisiones papá.  
—Si hijo, te dejo trabajar… tengo algunas cosas que hacer. Nos vemos en casa.  
Tras el respaldo de su padre Eduard no podía deducir lo que había echo, tratar de sobornar fue una de las primeras fichas importantes que movió en su carrera profesional, solo quedaría a la espera de la respuesta de Carolina, la cual planeaba su próxima ficha en mover, su tranquilidad dependía de su siguiente movimiento ya que no descansaría hasta estar dentro del juego.  
…  
Esteban y Anna María como era de costumbre de lunes a viernes caminaban por el mismo camino hasta la secundaria. Ya era su último año y a pesar de todo lo que habían vivido últimamente no pensaban en el futuro, solo simplemente vivían el día a día.  
A mitad del camino se llevaron la gran sorpresa de encontrarse con Esmeralda, una vieja amiga de la infancia que había llegado nuevamente a la ciudad. Ambos sonrieron al verla después de casi 5 años después.  
—¡Valla sorpresa!, ha pasado mucho tiempo. —Dijo Esteban.  
—Mis viejos amigos, que felicidad verlos de nuevo. —Dijo Esmeralda con alegría.  
Al acercarse se dieron un fraternal abrazo.  
—Pero que rápido han crecido, pareciera que ya hubieran pasado más de 5 años que llevamos de no vernos. —Comento Esmeralda con alegría.  
—Eso parece. ¿Cuéntanos amiga cuando llegaste a la ciudad?. —Pregunto Anna María.  
Entre una y otra pregunta más, risas y recordatorios de la infancia continuaron su camino hasta la secundaria, al llegar Esteban notó la presencia de Daniel y atrasando su paso se acercó a él e iniciaron una tensionante conversación.  
—ahora que, te dedicas a seguir cada uno de mis pasos. —Pregunto Esteban con sarcasmo.  
—Si supieras la gravedad del asunto no me lo estarías preguntando. —Respondió Daniel con arrogancia.  
—Tranquilo, no voy a hacer nada en contra de su querido papá.  
Ante la respuesta de Esteban, Daniel sintió un alivio en el pecho que le duró por dos segundos.  
—Por el momento. —Recalco Esteban.  
—Tu papá es un asesino de mierda y debe pagar por todo lo malo que a echo. Usted también debe hacer algo al respecto.  
—Yo no voy a hacer nada. —Respondió Daniel sin aliento. 
—Me imagino, debe ser divertido ser el hijo de un asesino.  
Daniel sintió que la ira se le elevó en contados segundos a la cabeza, empuñó su mano derecha y le dio un fuerte golpe en la cara a Esteban que casi le hace perder el equilibrio.  
—Que sea su hijo no me convierte en que sea igual que el. No sabes cuántas veces e anhelado que esta vida de mierda no fuera mía, todos las veces que e deseado la muerte de mi padre, que todo vuelva a ser como antes. Así que no me compares con el, por que yo no elegí la vida que me toco. —Respondió Daniel entre lágrimas.  
Esteban al verlo vio en sus ojos desespero y frustración, soledad y tristeza en ese instante comprendió la situación.  
—Discúlpeme, no quise hacer que se sintiera mal. —Se excusó con pena.  
—Vallase a la mierda. —Dijo Daniel mientras las lagrimas se deslizaban por las mejillas, rápidamente las secaba con sus manos y empezó a caminar.  
—¿Ahora a donde carajos vas?. —Pregunto Esteban.  
Sin responder nada Daniel miró al frente y observo dos hombres misteriosos que se acercaban hacia el, a unos cuantos metros los reconoció de inmediato pero ya era tarde para huir… dos enemigos de su padre lo empezaron a golpear sin previo aviso, Esteban al ver lo que sucedida de inmediato reaccionó y corrió a ayudar a Daniel, uno de los sospechosos huyó antes de tiempo y el otro se enfrentó a Esteban con los golpes… después de varios intentos Daniel logró recuperar su postura y con más fuerza tomó al sospechoso que había quedado y lo tiró contra el piso, entre forcejeo y raspaduras lograron quitar el pasamontañas que cubría el rostro, la gran sorpresa se la llevaron segundos después al descubrir su identidad.  
—¿Lucas?.  
El padre del hijo de Mariana estaba frente a los ojos de Esteban… de inmediato las dudas empezaron a rondar en su cabeza del por que el padre del hijo de su hermana estaba en aquellos pasos. Lucas de inmediato le dio un fuerte cabezazo a Daniel para liberarse y seguidamente le dio un puño a Esteban que lo hizo caer al suelo para emprender la huida.  
 




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