Corona De Lagrimas.

Capítulo 14.

(El final del gran secreto).  
Transcurrieron tres meses después de los últimos acontecimientos, en los pocos meses de trabajo, Eduard se había convertido en uno de los empresarios más importantes como gran expositor de la marca de café de la empresa de su padre en diferentes lugares y festivales de café en el país. Ya se había acostumbrado a una vida ajetreada llena de compromisos, exposiciones y reconocimientos únicos a la calidad de producción de su café, también había entendido que no estuvo mal haber seguido los pasos de su padre. La última exposición de aquel año estaba a punto de celebrarse en una ciudad muy importante del extranjero en el que su café estaba seleccionado como posible ganador. Eduard había organizado el viaje de un poco más de tres meses pero su afán por volver a ver a sus padres y hermanos le hizo tomar la decisión de retornar a su país quince días antes de lo estipulado. En el hotel que se hospedaba mientras observaba el atardecer de aquella ciudad donde todo era tan perfecto extrañaba todo lo de su vida, su casa, el olor a café de la mañana, el sol brillar por su ventana, las peleas entre sus hermanos Mariana y Esteban, los abrazos de la pequeña Anna María, su padre y también su madre… la mujer más importante de su vida. Esa tarde se preparaba para la exposición más importante de café del mundo, en el que el gran galardón como premio se lo llevaría solo una marca, vestido de gala para la ocasión tomo la decisión de presenciar la reunión al caer el atardecer y luego de finalizar correr hacia el aeropuerto y volver a casa junto a su familia.  
Los expositores más grandes del mundo con los mejores cafés, con aromas delicadas, sabores únicos y exquisitos se hacían presentes en el auditorio donde se celebraría la premiación. Eduard llegó muy puntual al evento y durante la ceremonia estuvo muy presente y atento a su desarrollo.  
Había llegado el momento más importante y crucial de la noche donde el nombre del ganador estaba a punto por darse a conocer al público. El suspenso y la emoción invadió todo el auditorio a la espera del gran ganador.  
A Eduard se le invadió el pecho de emoción al escuchar su nombre como el ganador de la gala. Era casi imposible creer aquel anhelado logro. Rápidamente subió al estrado y con la estatuilla en sus manos recitó unas bonitas palabras de agradecimiento.  
—Gracias a todos por la grandiosa oportunidad que me dan para mostrar ante ustedes el mejor café de mi país, un país que a sido marcado por la violencia y que no la a tenido nada fácil para superar cada uno de esos obstáculos, a pesar de todo estamos presentes en estos escenarios para mostrar lo mejor de cada uno y de nuestros esfuerzos por ser cada día mejor. Mil gracias por esta oportunidad señores… creo que ya debo irme, tengo una familia y un país entero que esperan esta gran sorpresa. —Concluyo Eduard sosteniendo por lo alto su premio.  
Media hora después ingresó rápidamente al aeropuerto, solo faltaban unos pocos minutos para que el vuelo emprendiera su viaje, cada segundo que pasaba lo llenaba de felicidad que ya no le cabía en el pecho, mientras corría por los largos pasillos del lugar y sostenía la estatuilla en su mano, sonreía como un demente, no le importaba nada en el momento solo lo que más anhelaba era ver las caras de toda su familia y de dar a conocer el logro tan grande que había cumplido. Luego de abordar el avión que estaba a punto de cerrar sus puertas tomó asiento y regulo su respiración agitada, solo lograba contar las horas que le faltaban para llegar a su destino el cual duró un poco más de ocho horas.  
Al siguiente día muy de mañana ya se encontraba en su país, solo faltaban minutos para encontrarse con su familia y dar la grandiosa sorpresa de su llegada anticipada… luego de tomar el transporte privado contemplo la ciudad con una sonrisa de felicidad que no podía evitar desde la noche anterior, río reservadamente cuando pensó si las pocas horas que durmió en el avión había dormido con dicha sonrisa… aquel día fue uno de los días más felices para Eduard, pero también el que acabaría con esa felicidad en contados segundos.  
…  
Al llegar a casa tocó la puerta apresuradamente por causa de la emoción, Anna María fue la primera en verlo al abrir la puerta después de casi tres meses. Con alegría y las lagrimas de emoción lo abrazó sin decir palabra alguna.  
—Mi pequeña hermana. No sabes cuánto te extrañe. —Comento el, con felicidad.  
Al ingresar a la casa, ambos evitaron hacer ruido mientras caminaban despacio para que los demás no evitaran sorprenderse. La siguiente fue Maribel que se encontraba en la cocina mientras preparaba el desayuno de repente las manos de Eduard le cubrieron los ojos, ella de inmediato reaccionó diciendo.  
—Por favor Esteban, hijo sabes que no me gustan esas bromas.  
—¿Adivina quién es mamá?. —Pregunto Anna María con una voz graciosa.  
—¿Esteban?. 
—Incorrecto mamá. —Afirmo la menor de los hermano.  
—Quien más puede ser. —Dicho esto guardo silencio por un instante y recordando a su hijo Eduard, pregunto.  
—¿Eduard?. —Pregunto con la voz melancólica.  
—Lentamente las manos de su hijo dejaron en descubierto sus ojos. En ese instante Anna María gritó de emoción.  
—¡Es correcto mamá!. 
Rápidamente Maribel giró la mirada y al ver a su hijo frente a ella los ojos se le llenaron de lágrimas. Un fraternal abrazo no se hizo esperar el cual conmovió a Anna María que no dudó en ir a avisar a sus otro dos hermanos la llegada de Eduard. Sintió por un instante que aquel momento ya lo había vivido con su padre, cuando volvía a casa luego de uno de sus tantos viajes.  
Luego de avisar a Mariana y Esteban sobre la llegada de su hermano, ambos bajaron de sus habitaciones y justo al llegar al último escalón del primer piso se encontraron después de tanto tiempo. Mariana no aguantó la espera y se lanzó a sus brazos con la alegría a flor de piel.  
—Bienvenido hermano, que felicidad que estés de nuevo en casa.  
Esteban espero por un momento, claramente trato de disimular su emoción y de no mostrar su verdadera sensibilidad, a pesar de todo lo que había sucedido entre ellos cuando Estefanía se encontraba en sus vidas, el quería a su hermano más que a nada.  
—Sabes bien que no me gustan los abrazos. —Expuso Esteban tratando de evadir el momento.  
—Ven aquí cascarrabias. —Dijo Eduard y lo atrajo hacia el para darse finalmente un fraternal abrazo.  
—Me alegro que este aquí hermano, me hizo mucha falta. —admitió Esteban con plenitud.  
—Ustedes también me hicieron mucha falta por eso adelante mi viaje, nada es mejor que estar en casa con mi familia.  
—Hijo, no sabes la felicidad tan grande que siento que estés aquí. —Comento Maribel.  
—Gracias mamá. —Respondió y luego le dio un beso en la frente, seguidamente preguntó.  
—¿ Y papá dónde está?.  
—El salió muy temprano hijo, dijo que debía trabajar en unas cosas pendientes de la empresa.  
—Comprendo. —Respondió Eduard mientras pensó por un momento, notablemente extrañado.  
—En fin, llego la hora de los regalos. —Dijo Eduard con la emoción que no le faltaba.  
De ese modo todos reunidos en la sala iniciaron a abrir los regalos que Eduard le había traído a cada uno de los integrantes se su familia.  
—Que irónico, ya no es papá el que nos trae los regalos. Ahora es su imagen y semejanza el que presenciamos en este momento. —Comento Esteban pensando en el posible deja vu que ya habían vivido con su padre en varias ocasiones.  
—Esteban, no vallas a empezar. —Dijo Maribel tratando de evitar algún comentario inoportuno de su hijo.  
—No te preocupes mamá, ya sabemos muy bien cómo es mi hermano. —Contesto Eduard sin molestia alguna.  
—Bueno aquí está el primero, es para ti mamá.  
Maribel tomó la pequeña caja en sus manos y sonrió.  
—Gracias hijo, no te hubieras molestado.  
De inmediato la destapó y se encontró con una preciosa y delicada cadena se oró.  
—Esta hermosa mamá. —Opino Mariana.  
—Es verdad, bellísima. —confirmo Anna María.  
El siguiente regalo fue para Mariana, una pulsera de plata. Luego Anna María, con un vestido color azul cielo con delicados dobladillos en la falda y finalmente Esteban con una colección de libros originales del escritor Gabriel García Márquez. Entre abrazos y sonrisas le agradecieron a Eduard por los regalos, pero el aún no les había mostrado el regalo más importante el cual era motivo de su felicidad, por el que realizó aquel viaje tan largo durante casi tres meses.  
—Eso no es todo familia. —Confirmo Eduard.  
—¿Hay más?. —Pregunto Anna María.  
De la última maleta sin abrir saco la estatuilla que le otorgaron por el mejor café del mundo, la mostro con alegría.  
—¡Ganamos!. —Exclamo.  
Todos se sorprendieron ante la maravillosa noticia, ese momento era perfecto, entre abrazos y besos hacia Eduard todo estaba empezando a ser cada día mejor.  
—Hijo, que gran logro… muchas felicitaciones mi hermoso hijo. —Dijo Maribel con emoción.  
—Hermano muchas felicidades, te mereces todo lo bueno del mundo. —Dijo Mariana.  
—Bien hecho hermano. —Concluyo Esteban.  
Los halagos, las felicitaciones, las sonrisas y los abrazos eran su mejor aliento, su familia estaba tan feliz como el por tan agradable noticia.  
—No me imagino la cara de papá. Seguro se pondrá muy feliz. —Comento Eduard con plenitud.  
—Claro que si Eduard, no tengas ninguna duda… tu papá estará muy feliz cuando le des la noticia que tienes en tus manos el logro que el busco por muchos años. —Respondió Maribel con las lágrimas al borde de los ojos. 
—No puedo esperar más, iré a la empresa para contarle a todos la buena noticia, vuelvo en un rato.  
Rápidamente tomó la estatuilla y después de despedirse de su madre salió de la casa, subió al auto y emprendió el camino hacia la empresa familiar con la esperanza de ver a su padre estallar de felicidad por el logro obtenido. 
…  
Mientras tanto en la empresa el día transcurría en completa normalidad, Verónica se encontraba organizando y ultimando los detalles de algunos documentos, cuando los revisaba recordó que habían algunos sin firmar por el Sr. Ricardo, decidió que antes que lo olvidara era mejor que los firmara justo antes de finalizar la semana laboral, los tomo en sus manos y se dirigió a la oficina de su jefe. El ambiente era solitario y vacío, todos los empleados ya se habían marchado, justo en el instante antes de ingresar a la oficina, sus ojos fueron testigos del momento de pasión intimo que el Sr. Ricardo pasaba con Carolina la asistente de su hijo Eduard. Ella llevó su mano a su boca para ocultar el asombro del momento y se dio media vuelta para no ver más lo que sucedía en dicha oficina, trato de mantener la calma por un momento que claramente se precipitó y no logró controlar cuando vio entrar a Eduard por la puerta principal de la empresa. Sin duda alguna pasaría lo inevitable, como detenerlo para que no encontrara a su padre en tan comprometedora situación con su asistente. Sin perder más tiempo bajo rápidamente las escaleras y trato de entablar una conversación con Eduard para así evitar lo que ya no se podía ocultar. El deseo y la pasión se había apoderado de ambos amantes y Eduard estaba a punto de descubrirlo.  
—Bienvenido Sr. Eduard, que gusto que ya se encuentre aquí.  
—Muchas gracias Verónica. ¿De casualidad has visto a mi papá?.  
—Eh.. no, la verdad no. Ya no hay nadie en la empresa. —Respondió ella, tratando de mantener la calma.  
—Que raro, mi mamá me dijo que el se encontraba aquí en la empresa. Se me hizo extraño siendo ya fin de semana.  
—Entiendo Sr. Claramente como puede ver no hay más nadie aquí. —Afirmo Verónica.  
—Pues si, de todos modos iré a su oficina. Permiso. —Insistió Eduard.  
—Pero… espere.  
Ya no había marcha atrás, Eduard retomó su camino y empezó a subir las escaleras, cada escalón era crucial y se acercaba a la verdad. Verónica no tuvo alternativa que presencial la terrible realidad que enfrentaría aquel muchacho.  
—¡Papá.. ya estoy de vuelta!.  
Justo el momento en el que abrió la puerta de la oficina, Eduard quedo sin respiración y completamente perplejo en un panorama incierto y desgarrador para el al descubrir a su padre con su amante en un momento íntimo que acabó en segundos con su felicidad.  
—Hijo, no es lo que estás pensando. —Comento Ricardo al reaccionar de inmediato al ver a Eduard frente a el.  
Eduard quedo sin palabra alguna y salió de inmediato de la oficina… era el momento más duro que pudo haber sentido en su vida, un golpe bajo a lo que realmente pensaba que era su padre. Una decepción que acabo con todo y cambiaría radicalmente la vida de toda su familia.  
 




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