Corona De Lagrimas.

Capítulo 15.

Mariana había entablado una amistad muy cercana con Manuel, gracias a las horas que pasaba en su casa mientras le daba clases de derecho a su hermana menor Marcela. Todo era agradable cuando estaba con ellos y justo aquel mismo día como de costumbre estaba frente a su puerta para una clase más. Pocos segundos después Manuel abrió la puerta y contemplo una vez más a Mariana frente a el, su cara era realmente preciosa, su presencia le transmitía paz y su delicada piel era fascinante al verla de cerca.  
—Bienvenida, sigue por favor. —Dijo Manuel con amabilidad.  
—Muchas gracias.  
—Tenemos un pequeño problema.  
—¿Sucedió algo?. —Pregunto Mariana un poco preocupada.  
—No para nada, no es nada grave. Solo que mi hermana no se encuentra hoy en casa. —Respondió Manuel.  
—Entiendo, bueno no hay problema entonces volveré mañana. —Dijo Mariana.  
—No, puedes quedarte un rato. —Propuso el.  
Ambos se vieron a los ojos en los que claramente era imposible negar el amor que ambos sentían, todos los días que habían compartido meses anteriores había echo que en ellos creciera algo que no podían ocultarlo más. Era momento de vivir y de sentir la llama que se encendió en sus corazones cuando el tomo la iniciativa y le besó apasionadamente los labios.  
Los libros que Mariana llevaba en sus manos se fueron al suelo, las caricias y los besos florecieron al paso de los minutos mientras la ropa de ambos lentamente se desprendía  de sus cuerpos para luego encontrarse completamente desnudos en la habitación, donde la pasión que sentían fue testigo de su amor.  
… 
Eduard trató de controlar sus impulsos, pero era imposible… su ira era más grande que el y se apoderaba de todo su ser cada segundo que pasaba, las manos le temblaban y las lágrimas de dolor le salían sin aviso de sus ojos. Luego de bajar rápidamente las escaleras y de detenerse a mitad del pasillo al escuchar la voz de su padre, espero con la mano derecha empuñada.  
—Hijo, espera déjame explicarte.  
En el momento que Ricardo tomó el hombro izquierdo de Eduard para darle una  explicación a la situación que había presenciado minutos antes, el sin previo aviso se giró y le dio un fuerte golpe en la cara a Ricardo que lo hizo caer al suelo.  
—¡Que mierda me vas a explicar si todo esta muy claro!. —Exclamo Eduard completamente enfadado al punto de rechinar sus dientes de la rabia que sentía.  
—Hijo calma por favor. —Insistió Ricardo muy apenado.  
—No me llames así, yo no soy tu hijo. —Respondió Eduard con seguridad.  
En ese instante Carolina bajó rápidamente a la escena y al ver a Ricardo tirado en el piso intervino diciendo.  
—Eduard tranquilo, deja que tu papá te explique la verdad de las cosas.  
—Usted cállese maldita vagabunda. —Le grito Eduard sin restricción alguna.  
En ese instante Verónica también intervino tratando de evitar que Eduard cometiera un error más, con el solo echo de golpear a su padre era capaz de cometer algún otro hecho del cual se podría arrepentir el resto de su vida.  
—Eduard mírame, es tu papá… no pierdas el control por favor. —Le suplico ella logrando que se tranquilizará por unos segundos.  
—Que cuento tan rebuscado y yo un verdadero idiota que no me di cuenta de la supuesta inversionista de la empresa. —Recapacito Eduard completamente defraudado.  
—Ese era su plan para lograr meter a tu amante en la empresa y en nuestras vidas papá, mis hermanos tenían razón, eres despreciable. Maldita sea… dime algo, como vez a mi mamá a la cara después de estar con esta mujer, responde carajo. —Le grito con amargura.  
Era impresionante como Eduard había perdido la calma frente aquella situación, estaba con el corazón destrozado y no podía imaginar la traición hacia su madre, que simplemente le había entregado su vida a su padre sin condición alguna.  
—Que decepción.  
—Usted maldita mujerzuela, no quiero que vuelva a poner un pie en esta empresa, esta despedida. —Le confirmo Eduard dirigiéndose a Carolina.  
Ricardo logró ponerse en pie con ayuda de Carolina y nuevamente tratando de tranquilizar la situación le dijo.  
—Hijo escúchame.  
Eduard lo interrumpió diciendo.  
—No quiero oír ni una sola palabra, solo vine a entregarte algo, aquí está tu premio papá.  
Eduard sacó la estatuilla de su bolso y se la tiró en los pies a su padre la cual al caer al piso se partió en dos. Sin decir más nada, salió de la empresa con la impotencia, la tristeza y la decepción en su espalda al recapacitar de lo tan equivocado que estaba, a su mente le llegaban imágenes de su madre, con su rostro cargado de felicidad de momentos únicos y invaluables. No lograba imaginar que sería de ella cuando se enterara de aquella verdad, si le dolería más que a él o que simplemente acabaría con su vida. Era su más terrible temor.  
…  
Mientras tanto Mariana y Manuel compartían una apetecida comida acompañada de un vino sabor a uva. A causa de las charlas y las risas habían perdido la noción del tiempo, era perfecto para ellos comprender al fin su amor y finalmente estar juntos. Mariana se percató de la hora y rápidamente se colocó su vestido y sus zapatillas, se despidió con un cálido beso de su nuevo amor.  
Luego de salir de la casa emprendió su camino bajo la lluvia, estaba completamente feliz pero su pasado tenía memoria y mientras ella caminaba por las calles solitarias de la ciudad, Lucas el padre de su hijo seguía sus pasos y cada día se acercaba más a ella, con un solo propósito. No todo era perfecto aunque Mariana lo viera así, su tormento se acerba cada vez más.  
…  
Eduard estaba devastado, después de todo su mente se nubló en blanco y no pensó en nada, completamente empapado bajo la lluvia su mirada estaba perdida en el horizonte y entre las nubes grises que ocultan la claridad del día. El simple hecho de recordar a su mamá le retorcía el corazón de tristeza al saber que ella no merecía esa traición, era imposible evitar las lagrimas… no sabia que hacer, estaba perdido, solo y desconsolado. Pero una visita inesperada estaba detrás de el, Verónica con su sombrilla puesta sobre el evito que la lluvia lo empapara más de lo que ya se encontraba, el la miro y sintió en su pecho un poco de tranquilidad. Segundos después de sentarse a su lado sin decir nada se abrazaron mientras el lloro en silencio en sus brazos por su terrible realidad.  
…  
Mientras Carolina trataba de curar la herida en el labio inferior de Ricardo a causa del golpe de Eduard, el pensaba en cada segundo en enmendar la situación en la que estaba metido. Era incierto para el la decisión que tomara su hijo pero no podía quedarse con los brazos cruzados y tenía que actuar lo más pronto posible.  
—¿En qué estás pensado?. —Pregunto Carolina.  
—En como voy a arreglar toda esta mierda en la que estoy metido. —Respondió Ricardo.  
—No pensé que tu hijo fuera tan violento. Mira lo que fue capaz de hacer.  
—No crees que me lo merezco. —Opino Ricardo un tanto decepcionado.  
—Eres su padre, no tenía el derecho a golpearte. —Dijo contundentemente Carolina.  
—Ya que, debo irme, te veo luego en el hotel.  
—Espera, que piensas hacer.  
Sin marcha atrás Ricardo salió de la empresa y emprendió su camino hacia la casa para estar presente en lo que estuviera por pasar.  
…  
Tres golpes en la puerta principal tomaron la atención de Maribel que rápidamente se dirigió a abrirla, se sorprendió al ver a Ricardo con un golpe en la cara a lo que notoriamente preocupada pregunto.  
—Por Dios Ricardo que sucedió.  
—¿Quienes están en casa?. —Pregunto el, tratando de disimular su curiosidad.  
—Solo Esteban y Anna María. —Respondió ella.  
—¿Eduard ya volvió a casa?. —Pregunto Ricardo una vez más, para asegurarse que todo seguía en orden.  
—No. Dijo que iría a su oficina. —Respondió Maribel.  
—Entiendo.  
—Pero dígame, que fue lo que le pasó en la cara. —insistió.  
—No te preocupes, simplemente dos personas me intentaron robar cuando volvía a casa. —Respondió Ricardo como excusa perfecta para evadir la verdad.  
—No puede ser, gracias al cielo que te encuentras bien, ven déjame curarte la herida. —Dijo Maribel y de inmediato fue en busca de los medicamentos.  
Anna María bajo a la sala y se llevó la sorpresa de ver a sus padres juntos en la sala, luego de mirarlos a la cara entendió la situación, logró tranquilizarse cuando entendió que su padre se encontraba sano y salvo. Ricardo muy dentro de el, planeaba ocultar su secreto al resto de su familia, así le tocará suplicar por el silencio de su hijo Eduard.  
…  
La noche cayó rápidamente y el reloj marcaba casi las diez, Eduard aún no llegaba a casa y Maribel lo esperaba con paciencia en el sofá, Esteban se acercó a ella y le dio un beso en la frente.  
—Mamá, ve a descansar. Yo estaré pendiente cuando mi hermano llegue a casa. Esta muy feliz debe estar celebrando con sus amigos.  
—Si hijo posiblemente. Me promete que me avisar cuando ya esté aquí.  
—Claro mamá lo haré.  
En ese momento, Maribel se dirigió a su habitación mientras Ricardo estaba en el balcón de la casa a la espera de Eduard. No estaría tranquilo hasta que hablara con el.  
Los minutos seguían transcurriendo y a punto de marcar el reloj las doce de la media noche, Eduard llegó a la casa, Esteban al abrir la puerta noto que había estado en compañía de una muchacha que rápidamente había subido nuevamente al taxi, pero al ver el estado un poco ebrio de su hermano decidió no preguntar nada.  
—Buenas horas de llegar hermanito.  
—Déjame en paz, Esteban. No estoy ahora para tus comentarios.  
—Solo te aviso que mi mamá te estaba esperando y se fue muy preocupada a su habitación. —Dijo Esteban con un tono contundente.  
—Mañana hablaré con ella, me iré a dormir. —Respondió el notoriamente afligido.  
Justo en ese instante Ricardo bajo del balcón y se puso frente y dirigiéndose hacia Esteban le dijo.  
—Esteban ya puedes ir a dormir. Tengo unas cosas importantes que debo hablar con su hermano. 
—No quiero hablar ahora, estoy muy cansado. —Respondió Eduard mientras se opuso sin pensarlo.  
—Eduard no te lo estoy preguntando, es una orden. —Dijo Ricardo con autoridad.  
—Quieres hablar entonces. Bueno, hablemos ahora aquí en la sala y con Esteban presente. —Propuso Eduard.  
—No hagas las cosas más difíciles hijo. Todo se puede arreglar, te espero afuera.  
Eduard sin dar tregua siguió el paso de su padre y cerró la puerta, mientras Esteban quedó sin palabra alguna al presenciar la tensión y la extraña diferencia entre su padre y su hermano, era la primer vez en su vida que se hablaban con tanta indiferencia con lo que claramente algo le decía que no estaban bien entre los dos. Tratando de comprender lo que sucedía observo por la ventana pero era imposible oír lo que estaban a punto de discutir.  
—Te escucho. —Dijo Eduard con los brazos cruzados a la espera de lo que Ricardo estaba por decir.  
—Entiendo que lo que sucedió hoy fue un completo desastre y te quiero pedir disculpas por la manera en la que te diste cuenta de lo que sucedía. —Contesto.  
—No sea sínico, entonces hasta cuando pensaba ocultar a su amante, papá.  
—Ese no es el caso hijo.  
—Ese si es el caso maldita sea, hasta cuando vas a estar engañando a mi mamá,  Responde… te has preguntado si ella se merece toda la falsedad y mentiras que le has dicho por estar con esa mujer, te has preguntado todo lo que ella nos a entregado incondicionalmente por mantener esta familia unida no creo que te hallas preguntado nada de eso y muchas cosas más que esa mujer a echo por usted y nosotros… pero sabes que de algo si estoy seguro, es que de todo eso usted no merece nada, ni una lágrima, absolutamente nada.  
—Lo sé hijo.  
—No lo sabes papá. ¿Solo te voy a preguntar algo?.  
—Lo que sea. 
—¿Hace cuánto estás con ella?... solo quiero la verdad. —Pregunto Eduard tratando de entender.  
—Hace ocho años. —Le confesó Ricardo.  
—Usted nunca a amado a mi mamá. —Afirmo Eduard.  
—Claro que si, con toda mi alma… de eso nunca deben dudarlo. —Respondió Ricardo.  
—Si eso fuera cierto no le estaría siendo infiel desde hace ocho años. —Aclaro Eduard su verdad con indiferencia.  
—Hijo, puedes juzgarme todo lo que quieras, pero solo quiero que entiendas que nunca fue mi intención que esto sucediera y lo único que deseo ahora es que todo sea como antes.  
—Que pretende, que simplemente me olvide de todo lo que vi. —Respondió Eduard con sarcasmo.  
—Perdón, perdóneme… pero todo se puede arreglar, podemos evitar que esto no sea un problema para todos. Hijo, su mamá y sus hermanos ellos no merecen enterarse de esto.  
Eduard trató de entender la situación y cediendo a la propuesta de su padre contestó.  
—Esto que usted me está pidiendo que le quede muy claro que lo hago por mi mamá, ella no merece todo lo que usted le está haciendo, no diré nada pero a cambio de eso usted tiene que sacar esa mujer de su vida, para que todo se pueda arreglar.  
Eduard ingresó nuevamente a la casa, de inmediato Esteban se dirigió a el y le preguntó.  
—Espere Eduard. ¿Sucede algo entre usted y papá?.  
—Por que la pregunta.  
—Claramente me di cuenta que hay algo en lo que no están muy de acuerdo.  
—Cosas del trabajo Esteban.  
—¿Seguro?.  
—Si. 
—Hermano, aunque nunca se lo digo usted sabe que puede contar conmigo para lo que sea. Espero que confíe en mi. —Comento Esteban.  
—Gracias hombre. Pero no se preocupe, todo está bien.  
Aquella noche estuvo llena de ilusión, Mariana tenía el corazón feliz estaba tan enamorada. También de insomnio, Eduard no podía conciliar el sueño estaba tan triste. Y por último de intriga, Esteban tenía la cabeza llena de interrogantes estaba tan pensativo. 
Todo giraba en torno al mundo de sus cabezas, que algunas veces no lograban comprender. Solo podían tener por seguro que la verdad siempre saldrá a la luz y solo era el inicio de su verdadero tormento.  
 




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