Corona De Lagrimas.

Capítulo 16.

Los días continuaron su curso, la empresa, el colegio, la casa, todo se mantenía en completa tranquilidad. En la mañana de un lunes del mes agosto en el colegio el día era igual a los demás, después del descanso la clase siguiente era literatura y filosofía clásica, todos los estudiantes incluidos Anna María, Esteban y ahora en compañía de la nueva integrante de curso, Esmeralda, tomaban sus lugares de trabajo para dar inicio a la clase. Unos pocos minutos después ingresó el profesor, Anna María levantó la mirada junto con una bonita sonrisa dibujada en sus labios luego de terminar una conversación con su amiga Cristina y luego de mirar al frente dicha sonrisa se desvaneció y quedó completamente sorprendida al ver nuevamente a Emanuel frente a ella como su profesor.
Cristina y Esteban se miraron con expectativa, claramente entendían la situación que sucedía en el momento y se preguntaban cuál era el pensamiento que pasaba en ese instante por la mente de Anna María, la cual de inmediato bajo la mirada y evito cualquier contacto con el, lo primero que paso por su mente fue el desagradable momento que vivió junto a él, cuando una propuesta salida de contexto acabó con toda su esperanza, a pesar de todo lo sucedido era inevitable sentir un gran amor por su profesor, ahí entendió que ella no mandaba en su corazón y que pasara lo que pasara ella lo seguía queriendo.
Esmeralda, noto claramente la tensión que demostraba Anna María en el transcurso de la clase, incluso no tener ni el mínimo contacto visual con su profesor le pareció demasiado y muy curioso, sin embargo de algo que también se fijo era del lado llamativo y simpático de Emanuel, era muy evidente el atractivo físico del profesor al que claramente cualquier estudiante se vería atraída por unos ojos azules, una estatura que superaba el metro ochenta y una sonrisa indudablemente arrolladora, el hombre perfecto para cualquier adolescente en su etapa de amores imposibles y claramente algo que no podía ser para la época en la que una relación entre un profesor y una alumna traería uno de los problemas más terribles que podía contraer consecuencias sin solución alguna.
Para Anna María, esa primera clase después de mucho tiempo fue la más larga de su vida, a penas sonó el timbre salió de inmediato sin previo aviso, Esteban no dudó en acercarse a Emanuel y recordarle su postura como profesor
—Bienvenido profesor después de mucho tiempo.
—Gracias Esteban, muy amable de su parte.
—Espero este nuevo ciclo escolar recuerde su lugar como profesor y trabajé un poco más en su ética profesional.
—Joven Reyes, a que se refiere sea un poco más claro.
—No se haga profesor, deje a mi hermana en paz se lo advierto.
—Eso es una amenaza, no se le olvide con quien está hablando Esteban.
—Dejemos las cortesías para después Sr. Emanuel, no lo quiero ver cerca de mi hermana por que no respondo, muchas gracias profesor.
Esmeralda notó la notable y tensionante conversación entre Esteban y su profesor, justo en ese instante confirmó que algo pasaba entre Anna María, Esteban y su profesor de literatura y estaba dispuesta a hacer lo imposible por saber cuál era ese secreto.

Anna María salió al jardín, necesitaba que el aire la desahogara de la presión y la ansiedad en la que estaba metida, Cristina la alcanzó y con notable preocupación le pregunto.
—¿Cómo te sientes amiga?.
—No se ni como me siento, ¿qué está haciendo el otra vez aquí?. —Respondió y de inmediato pregunto Anna María manteniendo la calma.
—Eso mismo me pregunto, no había renunciado hace un par de meses. —Cuestiono Cristina con intriga.
En el transcurso de los minutos, Cristina tragó saliva al ver que Emanuel se acercaba a ellas, de inmediato alertó a Anna María, mientras esmeralda no perdía ninguna oportunidad y los observaba a una distancia considerable, las tres en su diferente postura quedaron a la expectativa del acercamiento de Emanuel. Justo frente a Anna María la miró con aprecio y sin esperar un segundo más dijo.
—Cristina, es tan amable y me permite un momento a solas con Anna María.
—Profesor, yo creo que no…
—Por favor. —Recalcó Emanuel.
—Esta bien, permiso. —Respondió tímidamente Cristina y se retiró.
—Qué alegría verla de nuevo Anna María.
—Créame que me gustaría decir lo mismo pero no, solo dígame una cosa… ¿a que volvió?.
—Es mi trabajo. —Respondió Emanuel sin relevancia
—Por favor, ambos sabemos muy bien que no tienes necesidad de eso. Supongo que eres tan considerado que ya se le olvidó lo que pasó lo última vez.
—Precisamente hablando de eso…
—Por favor, no más. No quiero que me hagas perder la calma que tanto me a constado tener. —Respondió contundentemente Anna María, tratando de evitar cualquier ofensa hacia ella.
—No es eso Anna María, simplemente quiero pedirle una disculpa por todo lo que le dije, eso no estuvo para nada bien. —Reconoció de inmediato Emanuel su error.
—Sabes bien que lo que me dijiste me hizo sentir como la peor mujer de este mundo. —Dijo Anna María, mostrando en su rostro el dolor tan grande que sintió al ser el objeto de felicidad de otra persona.
—Lo se, créame que me arrepiento todos los días de mi vida por lo miserable que fui con usted, se que una disculpa no es suficiente para el daño que le cause, pero por favor no me crucifique, regáleme la oportunidad de redimir mi error. —Suplico Emanuel con nostalgia.
Era inevitable una vez más para Anna María no perderse en aquellos ojos azules, que le transmitían arrepentimiento y sinceridad, una lágrima se le deslizó a Emanuel por su mejilla y ella de inmediato la limpió con su mano, Esmeralda quedó sorprendida al notable acercamiento entre su amiga y su profesor.
—Esta bien. —Dijo Anna María.
—¿Enserio?. —Pregunto Emanuel.
—Si enserio. —Confirmo ella.
—Excelente, te prometo que no te voy a defraudar. —Respondió el finalmente.
—Si usted lo dice.
Por unos segundos ambos se sonrieron y guardaron silencio, Emanuel levantó su mano y acarició una mejilla de Anna María, ella sintió que su corazón casi se le salía del pecho al sentir su mano en su cara.
—Por cierto, para empezar… te tengo una sorpresa, te veo en la tarde en el mismo lugar de siempre. Nos vemos. —Dijo Emanuel y tras un beso en la mejilla de Anna María se marchó.
Ella se quedó viéndolo mientras se tocaba la mejilla que el le besó. Sin duda alguna Esmeralda aclaró más el misterio de la cercanía de aquellos enamorados y ahora estaría dispuesta a llegar al fondo de aquella historia que le mataba la curiosidad por descubrir.

Sin duda alguna Anna María no dudó ni un segundo en ir al lugar que Emanuel le había mencionado, deseaba descubrir con sus propios ojos el inicio de un nuevo comienzo de su relación con el, aunque no estaba segura cual sería exactamente su relación para ella era especial estar con el, así fuera como simplemente amigos.
Tras su llegada al lugar se encontró solo con un misterioso trampolín que se encontraba puesto allí frente a una de las fuentes naturales más hermosas de la ciudad, el ambiente era cálido y el cielo teñía sus colores llamativos a punto de meterse el atardecer… la joven se percató de la presencia de un cofre puesto en la mitad del trampolín, sonrió y entendió la situación. Rápidamente se quitó sus zapatos y subió al juego que estaba por iniciar y que marcaría uno de los días más felices de su vida.
Cuando se encontró en la mitad del trampolín tomó el cofre en sus manos y al abrirlo se encontró con una serie de cartas, llevo su mano de asombro a su boca y levantó una a una de las cartas las cuales escondían un mensaje
Carta uno, bienvenida al mejor día de tu vida. Carta dos, la sorpresa no puede iniciar sin una vez más pedirte perdón. Carta tres, perdón, perdón, perdón. Carta cuatro, ¿estas preparada?. Carta cinco, dime, en voz alta, ¿estás preparada?.
Tras una pequeña risita, Anna María gritó con mucha emoción.
—Estoy preparada.
En ese instante Emanuel se presentó frente a ella subido en un auto que contenía en su interior miles de pétalos de rosas, Anna María no podía creer lo que sus ojos presenciaban en ese momento, las flores eran su debilidad, muchos colores bellísimos enmarcaría una de los momentos únicos en su vida.
Al estar frente ella, Emanuel tomo algunos de los pétalos en un contenedor y los lanzó hacia Anna María, ella sonrío de plena felicidad mientras cada uno de los pétalos caían sobre ella, no pudo contener la emoción y empezó a balancearse en el trampolín mientras el le lanzaba más y más pétalos como una lluvia acompañada de nieve, Anna María jugueteaba como una niña pequeña entre risas tratando de atrapar los pétalos entre sus manos, cada minuto que pasaba se alegraba más hasta que se dejó caer de cansancio en el trampolín rodeada de miles de pétalos de colores, con el corazón y la vida llena de pura felicidad.
Emanuel sonrió, bajo del auto, inmediatamente se quitó los zapatos y subió al trampolín. Se acercó a Anna María y la miró con expectativa, ella lo miró fijamente, perdía en sus ojos no dudó ni un segundo en besar sus labios.
Había sido el beso más hermoso y especial de sus vidas, que al paso de los segundos fue más apasionado que antes, el fuego que sentían en sus pechos por su amor era inevitable que solo sus labios juntos saciaría la sed que les invadía el corazón
Ese fue el último beso, el beso de un imposible.
En la distancia una cámara fotográfica capturaba el momento íntimo entre un profesor y su alumna, en un escenario bellísimo que luego se transformaría en un escenario del mismísimo infierno.

Esteban se encontraba en el balcón de la casa completamente pensativo. Por un lado lo atormentaba el regreso de Lucas, ya que su hermana Mariana y su sobrino podían correr un riesgo inevitable con alguien tan peligroso merodeando la ciudad, su hermano Eduard había tenido un cambio radical con su padre que no lograba descifrar, eso lo inquietaba y ahora enfrentaba el regreso del profesor Emanuel a la vida de su hermana menor Anna María. Sin duda alguna sus tres hermanos no estaban en su mejor momento. Anna María una vez más volvió a casa, Esteban al verla rápidamente bajo y abrió la puerta de inmediato sin que ella tuviera la molestia de tocar, completamente extrañada a actitud de su hermano pregunto.
—¿Qué pasa Esteban, sucedió algo?
—¿Dónde estabas? Hace horas salimos del colegio y hasta se digna a llegar a la casa la señorita. —Dijo contundentemente Esteban
—Por favor Esteban, no tengo por que darte alguna explicación
—Por supuesto, supongo que estaba muy ocupada con el profesor Emanuel o me equivoco
—¿Qué estás diciendo?. —Pregunto ella
—Lo que escuchaste. —Respondió Esteban sin tanta explicación
—Pues no, estaba con Cristina. —Se defendió Anna María ante el incómodo reclamo de su hermano. —Para disimular su descontento, pregunto
—¿Acaso que tiene que ver el profesor en esto?
—Usted más que nadie lo sabe Anna María —Dijo Esteban y continuo diciendo
—La última vez sucedió algo que no debía haber sucedido… el profesor tiene su vida, sin contar que es mucho mayor que usted, sin embargo todo quedó ahí y fue lo mejor, nadie se enteró y todo terminó, entiendes
Ella asintió con la cabeza
—¿No lo volviste a ver después de la clase? —Pregunto Esteban para estar seguro
—Ya te dije que estaba con Cristina —Respondió Anna María sin aliento alguno
—Esta bien —Respondió Esteban, se acerco a Anna María y la tomo de los brazos en muestra de cariño, mirándola a los ojos con nostalgia le dijo
—Recuerda, el simplemente es un profesor más y ya. No te metas en problemas hermana. —Le aclaro, dicho eso le dio un beso en la frente y salió de la casa
Anna María se quedó pensativa y afligida, a pesar de lo feliz que fuera con Emanuel, Esteban tenía la razón, era solo su profesor y era imposible, realmente imposible para ella
Esteban se sintió fatal por lo duro y lo contundente que había sido con su hermana menor, entendía perfectamente lo que ella sentía y sabía lo difícil, lo doloroso y lo trágico que es enamorarse de alguien no correspondido, también lo había vivido con Estefanía hace algunos años, una que otra vez lo recordaba y le colocaba arrugado el corazón

Poco a poco y al paso del tiempo el secreto de Ricardo se revelaba sin previo aviso, ya su hijo, su orgullo y su imagen sabía de su infidelidad y lo detestaba por ello, ya no podía más y debía parar con su aventura
En ese instante Carolina ingresó a su oficina y cerró la puerta, el giro la mirada y se encontró con los brazos de ella enrollados en su espalda mientras lo incitaba a besarle los labios y con una voz sensual en su oído que le pedía amor y sexo
—No sabes como te extraño mi amor, quiero estar contigo una vez más… que me hagas el amor como siempre me lo has hecho
Por un momento Ricardo cayó en su trampa… ella era su fruta prohibida que lo tentaba a perderse en su aroma y al sabor de su delicada piel, atravesado con un perfume poderoso de mujer que lo arrastraba al delito de poseer su vida en el placentero mundo del sexo. Una vez más recapacito de su realidad y la aparto de su lado.
—Detente. —Dijo Ricardo y se dirigió a la ventana para observar la ciudad
Carolina bajo la mirada y un poco enojada guardo silencio, sus tácticas de seducción ya no estaban siendo efectivas como antes. De inmediato clavó su mirada en la fotografía familiar que Ricardo tenía en su escritorio, sin que el se diera cuenta la tomo y la guardo en su bolso.
—Te espero lo más pronto en mi apartamento Ricardo, tenemos que hablar seriamente. —Dijo Carolina y salió de inmediato de la oficina

Ricardo suspiro profundamente, tomó un vaso lleno de whisky y lo bebió sin parar. Se estaba hundiendo en su propio invento y no encontraba la salida a pesar de que quisiera parar, observó en su escritorio la ausencia del portarretrato que contenía la fotografía familiar, se extrañó.
Acaso su familia se desvanecería como la fotografía frente a sus ojos
….




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