Luz de Luna en Tierra Alfa
Jessed
La mañana despertó con un aire fresco, y el castillo de Alaric se mostró bajo la luz del sol como una fortaleza imponente pero llena de vida.
Las paredes guardaban siglos de historias, y hoy sería testigo de una nueva la llegada de Jessed, la princesa de ojos lilas y cabello plateado, marcada por el alfa y destinada a brillar.
Caminé junto a Alaric por los pasillos, sintiendo la mezcla de nervios y emoción que traía cada paso.
Su mano firme en mi cintura era un ancla que me recordaba que no estaba sola, que este era mi lugar ahora.
Al entrar al gran salón, todas las miradas se posaron en mí.
No solo por ser la compañera de Alaric, sino por la luz que parecía emanar de mi presencia: mi cabello caía como una cascada de plata, reflejando cada rayo de sol, y mis ojos lilas destellaban con una intensidad que nadie podía ignorar.
Los miembros de la manada, fuertes y leales me observaron con respeto y curiosidad.
Algunos asentían con aprobación; otros, con una chispa de admiración apenas contenida.
Había algo en mí que resonaba con ellos, un poder sutil pero indudable que reconocían.
Mientras Alaric me presentaba uno a uno, sentí una mezcla de respeto y desafío en las miradas de los hombres y mujeres que formaban su manada.
Pero fue cuando llegamos a la figura imponente de Kael, el alfa anterior y ahora consejero cercano, que la atmósfera pareció cambiar ligeramente.
Kael me observó en silencio, sus ojos penetrantes como si quisiera desentrañar cada secreto que mi presencia traía consigo.
No hubo palabras inmediatas, solo un asentimiento lento y calculador, como si evaluara no solo quién era, sino lo que representaba para el futuro de la manada.
Luego, un murmullo recorrió el salón.
Un mensajero apareció con rapidez, trayendo noticias que hicieron que Alaric frunciera el ceño y que la atención de todos se volviera hacia la puerta.
—Alfa —dijo el mensajero con voz grave—, hay indicios de una emboscada en los límites del territorio.
El símbolo antiguo que Kael mencionó ha sido visto de nuevo.
Una tensión palpable llenó el aire.
Alaric me tomó de la mano con firmeza, y su mirada se volvió decidida.
—Esta amenaza no solo es contra mí, es contra todos nosotros —dijo—. Y juntos la enfrentaremos.
Sentí que, en ese instante, no solo era la compañera del alfa, sino una pieza vital en la defensa de nuestra manada y nuestro futuro.
Y mientras la manada se preparaba, supe que mi fuerza, mi luz y mi vínculo con Alaric serían la clave para enfrentar lo que estaba por venir.