Querido lector, querida lectora:
Si has llegado hasta aquí, si has caminado junto a Jessed, Alaric, sus hijos, su manada, y todos los fantasmas y luces que se cruzaron en su historia… entonces esta historia también es tuya.
Porque aunque esté escrita con tinta y fantasía, nació de algo muy real: la certeza de que todos, en algún momento, luchamos por no rendirnos. Por no rompernos. Por seguir amando, incluso cuando todo nos dice que sería más fácil huir.
Esta historia habla de lobos, lunas, reinos y batallas. Pero en realidad, habla de ti.
De lo que enfrentas cada día.
De los miedos que callas.
De las veces en que sentiste que ya no podías más… y, aun así, diste un paso más.
Jessed, nuestra protagonista, no fue fuerte porque no cayó. Fue fuerte porque se levantó cada vez que cayó. Porque eligió la esperanza, incluso cuando el mundo le ofrecía odio. Y porque entendió que el verdadero poder no está en dominar… sino en proteger.
Alaric no fue grande solo por sus batallas ganadas, sino por sus silencios, su lealtad inquebrantable y su manera de amar sin condiciones.
Ambos fueron faros para su manada. Y tú, lector, puedes ser ese faro para tu mundo.
Tal vez no lleves una corona o una marca de luna.
Pero llevas heridas. Cicatrices. Sueños.
Y sobre todo: llevas amor.
Y ese amor —por tu gente, por tus ideas, por ti mismo— es tu mayor arma.
No te rindas. No bajo la lluvia. No cuando caigas.
No cuando parezca que todo está perdido.
Las historias como esta existen para recordarte que siempre hay un siguiente capítulo.
Uno donde la paz es posible.
Uno donde el amor vence.
Uno donde tú, con todas tus imperfecciones, puedes ser el héroe o la heroína.
Gracias por leer.
Gracias por sentir.
Y gracias por seguir creyendo en los finales felices… y en los comienzos eternos.
Nos volveremos a encontrar entre páginas, lunas y destinos.
Hasta entonces…
Nunca dejes de luchar.
Nunca dejes de amar.
Con todo mi corazón!!!
Yelitzam Olivares