27/08/2007
No tengo nada que esconder. Es verdad, tengo miedo, pero es más importante la seguridad de la persona que amo qué cualquier otra cosa en el mundo.
No voy a dejar que nada malo te pase, aunque eso signifique que ya no me veas con los mismos ojos. Daré la vida si es necesario para evitar que te lastimen.
— ¡Cuidado! —De nuevo, me levanté estando prácticamente dormido. Gritando a la par que ponía mi cuerpo erguido, sentado en la comodidad de mi cama, rodeado de una tremenda oscuridad. Recordaba los rostros, las formas, el terrible aliento. Temblaba por el miedo que sentía, por la preocupación que me llenaba el corazón.
Siguen incrementándose… las pesadillas cada vez me atormentan más.
A una velocidad increíble, han pasado ya siete meses desde que Gin y Deby (así se llama su novia, la que puso por enfrente de Ann) comenzaron a andar.
Como es de imaginarse, las cosas han ido normales desde entonces. Se que me prometí acercarme a Gin, pero me fue imposible. En el salón de clases las materias se pusieron muy rígidas, ya no podía estar cambiándome de lugar para estar a su lado. En cuanto a la salida, no podía acércame a él, porque siempre estaba al lado de esa chica y comenzarle a hablar a la tipa es como apuñalar a mi amiga Ann. Entonces decidí que lo mejor sería esperar una oportunidad, una que nunca llegó.
Recientemente pasamos al tercer semestre, desde hace unos pocos días, y para mi sorpresa, nos cambiaron a todos de grupo. Ya no estamos juntos en el grupo 16, ahora Gin está en el grupo 1 y yo en el 5. Una mala jugada del destino, supongo. Ya casi no sabré nada de él, pues inclusive ninguna mis amigas tocaron en su grupo; sin embargo, por suerte, me hice amigo de más personas este nuevo semestre. Hombres, de hecho.
Increíblemente, uno de ellos es Agis. Él está en el mismo grupo que Gin. Agis es un hombre alto, apuesto, de cabello oscuro, pequeños ojos y labios carnosos. Su complexión es delgada, pero ancha; siempre viste de negro y le gusta mucho el «metal», un tipo de música.
Fue Agis quien rápidamente me reconoció al verme por primera vez, pues vive por mi casa y casualmente estuvo en la misma secundaria que yo. No lo recordaba muy bien, pero también lo vi en los cursos propedéuticos de la preparatoria. Ha estado siempre ahí y hasta hace poco comencé a hablarle. Increíblemente, me llevo de maravilla con él, me recuerda mucho a Josue y a Kaleb, a diferencia que él no es tan raro como los anteriores. Tiene lo suyo, pero no lo es tanto.
Intento ser discreto con él sobre el asunto del enano, pero siempre le pregunto por Gin cada vez que puedo, diciéndole que fuimos buenos compañeros en el grupo 16. Agis me comenta lo normal, que le va bien en clase, que le gusta llamar la atención, que es un completo idiota y que le encanta estar con su novia. Nada fuera de lo común en Gin.
Cabe destacar que, aun así, extraño mucho ver a Gin todo el tiempo en clases. Antes me gustaba mucho cuando comenzaban, ahora sólo me alcanzo a deprimir, pues no puedo esperar para que sea el receso y pueda ver al chico del cual estoy enamorado. Sentado lejos, con su novia, pasándola bien mientras yo sólo disfruto de verle feliz.
Idéntico a los demás, el día de hoy fue aburrido en la hora de entrada. Llegué al salón, saludé a mis compañeros, llegaron los profesores, impartieron clases y estudié de mala gana. No quería estar ahí, quería ver a Gin, deseaba, aunque sea, escuchar su estúpida risa un poco.
Oírlo hace mi día uno más lleno de luz, por más loco que suene eso.
Por fin las clases acabaron. Al salir, me fui a esperar a Zirumi, pues ahora nuestros horarios están muy sincronizados. Salimos casi a la misma hora y yo la espero para platicar un poco con ella.
— ¡Qué flojera! Hoy es un día raro, está nublado y hace algo de frío… Me encanta.
—Es verdad, aún es verano. Otoño se nos está viniendo encima, Nate.
— ¡Oh! Ya saliste, Zirumi.
—Sí, hoy no había mucho qué hacer en etimologías. Oye… ahora que estamos en tercer semestre, ¿me acompañarás a la parada todos los días?
—Así es, excepto los cuartos días de la semana. Te tendría que esperar dos horas y no voy a estar aquí como tonto.
—Ok, ok. No te pongas así, lo entiendo. ¡Je, je, je!
—Bien, vámonos —Zirumi y yo comenzamos a caminar una vez que me levanté de la banca que habían puesto ahí. Ésta se encuentra justo enfrente de la jardinera que está por mi antiguo salón de clases, en el mismo lugar donde el liliputiense fue a preguntarme si me encontraba bien por haber faltado una semana a clases.
La amistad entre Zirumi y yo creció bastante gracias a que la esperaba, a la par que algunas veces Agis también venía con nosotros, porque salía los días segundos y quintos a la misma hora. Dejábamos a Zirumi y luego nos íbamos juntos en la ruta 912, platicando de anime, música u otros temas de interés.
En ese entonces, yo comencé a escribir por primera vez un «fanfic» que ponía a todas mis amigas como grandes heroínas que derrotaban a los enemigos más increíbles de la ficción. No sabía ni siquiera cómo describir una escena o cómo redactarla, pero me gustaba tratar. Deseaba hacer algo bueno para ellas y mis demás amigos, por ellos le ponía empeño y en eso me sumergía todas las mañanas al despertar, pues ahora vamos a la preparatoria en la tarde.
— ¡Oh!, ahí viene mi camión. Nos vemos, Nate.
— ¡Adiós Zirumi! —Me despedí de mi amiga, al mismo tiempo que veía cómo se subía al transporte público y éste lentamente se la llevaba. Aquel día no fue nada especial, fue un inicio de semana más. No obstante, al momento de retirarme, pasaron a mi lado Deby y su estúpido novio. No pude evitar ver al gnomo, quería no hacerlo, pero mi corazón comenzó a palpitar muy rápido. Tenía ya mucho que no lo miraba a los ojos.
Él pasó a mi lado y me sonrió plenamente, viendo directo a mis pupilas. Sentí algo cálido en mi pecho, de nuevo mi sangre comenzó a hervir al por mayor. Sé que me puse rojo, mas no dije nada, sólo sonreí y levanté mi mano en signo de regresar el saludo. Gin tomó esto como que deseaba saludarlo de mano y entonces intentó chocar la suya con la mía en el aire.