14/01/2008
Camino sin rumbo, sin saber a dónde la senda que recorro me llevará.
Lo hago porque necesito estar ahí, porque sin mí, morirá. Soy la única persona que está a su lado, la única en la que él puede confiar, aunque no lo sabe. Jamás me atrevería a hacerte daño, nunca en la vida.
Temo mucho por ti. Siento que, algún día, estos brazos no tendrán la fuerza para cargar el peso que conlleva defenderte del mal que nos asecha, de las terribles cosas que alrededor nuestro intentan destruirnos, lastimarnos. Mas no me importa perder la vida, si así puedo salvar la tuya.
Esa vez no grité, simplemente desperté. Aquellas pesadillas, ¿querrían decirme algo? ¿Por qué estaba teniendo estos oscuros y extraños sueños así de repente?
Para nada las cosas en mi vida iban bien, cualquiera que sepa cómo la pasaba en la soledad lo sabe. Tenía problemas, claro que sí, no estaba bien sentirse mal todo el tiempo. No estaba bien llorar la mayoría de las noches en la oscuridad. No estaba bien torturarse con un sentimiento que debería traerte alegría.
¿Es que acaso el amor es una tortura?
Realmente lo es, estoy seguro que todas las personas que aman de verdad, sufren. Es inevitable estar pensando en el ser amado todo el tiempo, querer cuidarlo y estar seguro de que siempre estará bien. Pero los seres humanos somos cambiantes, extraños, ridículos, estúpidos, insaciables. ¿Cómo poder hacer a alguien completamente feliz? Es imposible, mientras sea así, la persona que te ama sufrirá.
Dudo ser el único que piensa así, aunque muchos dirán que estoy siendo negativo, porque mi amor no es correspondido y estoy sufriendo; pero no es así. Intento ser lo más realista posible, o dime: ¿Siempre estás feliz con tu persona amada? ¿Acaso no sufres cuando el sufre? ¿No te duele no saber cómo solucionar sus problemas? ¿No lloras cuando pasa mucho tiempo sin que sepas algo de él? ¿No te desespera verlo enojado o frustrado? ¡Anda, presúmeme que tu relación es perfecta y no sufres, miéntete a ti mismo!
Insisto… el amor es sufrir, es un hecho. Es hermoso el sentimiento, mas equiparable a la felicidad absoluta, no. El amar conlleva también mucho dolor, y con ello, el verdadero sentido de querer de verdad a alguien. Sin importar qué tanto sufras, estarás ahí para esa persona especial. Esa es la única verdad que me pega a este sentimiento, a mi actual vida.
De nada sirve ya negarlo: amo a Gin, sufro por ello y siento una felicidad inmensa por ello. Eso nadie lo va a cambiar.
Otra cosa por la que en serio debería haber estado preocupado era del hecho de que estábamos ya en el último semestre de la preparatoria, no faltaba mucho para que deje ese lugar tan preciado para mí.
Había decidido salir con Zirumi al campus de la universidad donde estudiaríamos. Allí nos dieron información sobre el examen de admisión y todos los detalles de la carrera que queremos estudiar.
—Me parece increíble que desees estudiar sistemas, como yo.
—No es por eso, mi padre quiere que estudie algo de ingeniería. No me pagará otra carrera.
— ¡Que patán!, yo que tú me ponía a trabajar y estudiaba psicología, como me dijiste el año pasado.
— ¡Je, je, je! Ojalá tuviera el valor para hacerlo, Nate —ambos íbamos caminando, observando cómo muchos alumnos de preparatoria iban a pedir información como nosotros. Todo esto me trajo un pensamiento: «Pronto estaré lejos de Gin». Cuando este semestre acabe, tendríamos nuestra graduación, y con ella, todos estudiaríamos en distintas facultades. Algunas muy alejadas de las otras, posiblemente nuestra amistad se tense hasta que se rompa, perdiéndose para siempre.
«Las amistades que tengo ahora pienso conservarlas por siempre, no me rendiré en seguir teniendo a cada una de mis amigas a mi lado, de eso no hay duda alguna. Mas no puedo obligar a nadie a seguir hablándome, lo más seguro es que pierda a muchas en el camino. Como quiera, no me rendiré e intentaré que todos sigamos siendo amigos», pensé en ese momento, justo al darme cuenta de ello.
Poco después, Zirumi y yo regresamos a la preparatoria, donde llevamos nuestras clases normales hasta la salida. Ya en la noche, decidí esperar a Zirumi afuera de la preparatoria, donde me encontré casualmente a Agis y a Gin, platicando. Vi la oportunidad perfecta para entablar conversación con ambos, me parecía que mi amigo estaba poniéndome un puente para poder intercambiar unas palabras con el hombre al que amo.
— ¡Hey, Nate! Nunca me mostraste el personaje al que dicen que te pareces.
—Lo iba a hacer la semana siguiente, en la que quedaste conmigo para esperar a Deby y a Zirumi juntos; pero no fuiste.
— ¡Ja, ja, ja! Sí te vi solillo; pero como estabas leyendo, mejor no te molesté —ese fue un golpe bajo, pero que no se haga el tonto. Pudo aun así ir… seguramente leer un manga es más importante qué platicar con un amigo… maldito ridículo.
—Por cierto, Nate. ¿Ya viste el nuevo anime qué te pasé?
— ¡Ah, sí! Está genial, muchas gracias, bato —Agis siempre me recomienda muy buenos series. Aunque soy más de leer, la animación que me pasa él siempre está súper genial.
— ¡«Achis»! ¿A poco a ti también te gustan esas cosas, Agis?
—Sí, dude. Neta, hay algunos que están «con madre».
—A mí me gusta mucho uno de ninjas. Tiene mucha acción y los poderes están geniales —aclaré a Gin, quien obviamente cree que la animación oriental es nada más para niños, cuando en realidad no lo es.
— ¡Ja, ja, ja! ¿Hablas de Vaduro, Nate? ¿El ninja en el mameluco naranja?
—Sí, Agis. El mismo. Está chido, debes admitirlo.
—Neta, sí está «mamalón». Sólo que me molesta que siempre andan en «guaraches», me dan ganas de pisarles los pies con mis botas.
— ¡Ja, ja, ja! Eres un tonto.
— ¿De qué trata en sí esa serie? —Gin de repente interrumpió la discusión entre Agis y yo, interesado por el tema. Increíblemente, veía algo de entusiasmo en él por ver lo apasionados que somos por el «anime». Ahí vi una posibilidad de incluirlo en nuestro mundo, aunque sea un poco. Tal vez era eso lo que necesitaba para acercarme a él y nunca lo noté, teniéndolo enfrente.