25/08/2008
Ahora debería ser capaz de olvidar, de continuar mi camino sin problemas; sin embargo, sigo aquí. Aún peleo por el mismo objetivo. ¿Qué debo de hacer para que esto se detenga? ¿Cómo puedo lograr acabar con todas aquellas cosas que me atormentan, que me persiguen, que me lastiman a mí y a quien amo?
— ¿Cuándo van a rendirse? —pregunté— ¿Cuándo podre irme de aquí? ¿Cuándo nos van a dejar en paz? —no hubo respuesta, sólo oscuridad. Un terrible y nauseabundo estrato surgió del suelo, rodeándolo todo, levantándose hacia el cielo para rodearnos. Aún debo luchar, mi misión no ha terminado.
No hasta que estés a salvo.
Me levanté de la cama, nuevamente aterrado por mis horribles terrores nocturnos. Llorando y temblando como es costumbre. ¿Por qué sigue pasándome esto?
Ignoro la razón específica de por qué estos sueños comenzaron, pues creí que las pesadillas eran producto de mi desamor por Gin, pero veo que no es así. Tienen posiblemente otro significado que aún no logro descifrar. Lo que más me aterra es que cada vez siento que son más reales. Despierto con dolor en todo el cuerpo y en la cabeza, algo malo está sucediéndome y necesito saber qué es exactamente. Estoy harto de seguir teniendo esos horrorosos sueños.
Nunca me acostumbraré a decirlo, pero ha pasado ya un buen rato desde que fue la graduación. Desde entonces, no he sabido nada de Gin, ni siquiera por «fotolog» o la nueva red social: «El Libro de Rostros». Él no publica absolutamente nada en estos sitios web, no se ha conectado a «Mensajería», ni nada parecido en lo absoluto. Por otra parte, Brandon ahora tiene un novio de veintitrés años muy apuesto llamado Erick, se ven muy bien juntos. Siento que hablar con él ahora es incomodarlo; por ello, mejor lo eliminé de mi lista de contactos de «Mensajería».
También perdí mucho contacto con Josue, quien ya se fue al otro lado y vive muy a gusto con sus abuelos ricos que le proveen de todo lo que desea. Su vida allá es muy apretada, por ello casi ya no hablamos; pero le extraño muchísimo todos los días sin falta. Mas no tanto como a Gin, no hay día en el que no piense en él. Deseo verlo como a nadie más en el mundo en estos momentos; sin embargo, ya eso es cuento viejo. Con el tiempo, lo que siento por él seguramente desaparecerá y tendré la oportunidad de conocer a alguien nuevo como lo dijo Yibi.
Esta facultad, en donde ahora estudio, es casi lo mismo que la preparatoria en cuanto a clases, pero con todas las libertades de un adulto. Así es, ya no hay restricciones de atuendo; cortes y color de cabello; percings, tatuajes y otras cosas. Inclusive, cualquiera puede venir a tu facultad a visitarte, el lugar está abierto a todo mundo. Ya no me siento en un reclusorio, como pasaba desde la primaria. Ahora todo es muy distinto. Comienzo a sentirme un adulto de verdad y eso apesta en cierto modo.
Recién empiezo a acostumbrarme a conocer gente nueva, pues desgraciadamente Zirumi y yo no estamos en el mismo salón, sólo nos encontramos cerca. Eso me ha obligado a socializar nuevamente desde cero. Ya se nos dijo que a partir del siguiente semestre se nos dará la libertad de elegir nuestro propio horario. Eso significa que Zirumi y yo podremos estar siempre en los mismos salones y con los mismos profesores, algo que jamás ocurrió en la preparatoria. ¡Será genial sin dudas!
Mientras llega ese momento esperaré con paciencia, pues apenas llevo una semana yendo a clases. Me ha ido muy bien, la facultad está repleta de hombres, casi no hay mujeres. Inclusive, en mi salón hay más de cincuenta alumnos, de los cuales sólo ocho son chicas. Parece como si fuera el paraíso para una persona homosexual como yo, ¿no? Pues no lo es. La mayoría de los chicos son muy idiotas, machistas, vulgares e irrespetuosos; no voy a negar que hay algunos que están guapos, pero no lo valen, pues son los más idiotas.
Inclusive, si creen que eso es malo, déjenme hablarles de las pocas mujeres qué tengo en el salón. Cinco de ellas me ven como si estuvieran oliendo mierda, mientras que las tres que quedan son: una chica estúpida que se cree muy graciosa, una tipa religiosa que es gentil porque su iglesia así lo dicta, ya que en realidad es muy engreída, y la tercera es muy cool, pero sólo lleva dos clases con nosotros.
Nada de eso es lo peor del caso, ya que no puedo alejarme de las primeras dos antes mencionadas. Siempre se sientan a un lado de mí, y por más que les hago caras de que no me gusta su compañía, siguen aquí. La tipa «graciosita» se la pasa criticando a los demás por cómo se ven, actúan y se expresan. Ella será perfecta, supongo. La chica religiosa sólo habla de eso, su religión, y cómo ésta cambio su vida. En serio, quiero arrojarme de éste, el tercer piso, y morir para no tener que seguir escuchándolas.
Apenas y sobrevivo el día, todo parece una tortura bien organizada para que me vuelva loco, pero resisto con cierta facilidad. En la preparatoria, tuve que soportar ver todos los días a una persona que aún quiero, sin siquiera poder hablarle.
Basándonos en lo que dije: Sí, lo sé, debería ya olvidarme de eso, pero no puedo. Inclusive estar aquí en la escuela, me hace recordar a Gin. Su sonrisa, su aroma, su voz, todo. Maldita sea… sigo amándolo tanto, creo que jamás dejaré de sentir algo especial por aquel muchacho, nunca olvidaré el amor que siento por él a este paso.
Las horas pasaron, y a medio día de este inicio de semana, me tocó tener clase de «dibujo para ingeniería» en un salón que está al lado de la facultad de arquitectura. Todo parecía ir normal, la maestra comenzó a explicar los detalles de la clase, diciéndonos cómo íbamos a usar los utensilios que nos pidió la primera semana y todo eso. Yo no estoy poniendo atención, yo sólo quiero que la clase termine para poder largarme a casa, pues tengo hambre y esta materia es básicamente de relleno para mi carrera.